Es domingo por la tarde y empiezas tus vacaciones. Vuelas rumbo a tu destino soñado. Estás con tu novio Trong, aterrizaste en Kuala Lumpur hace unos días y te dispones a viajar al paraíso de Vietnam, concretamente a Hanoi. Te sientas en el avión, te acomodas y de repente, al girarte hacia un lado, descubres a un hombre joven con los pies apoyados en el asiento delantero. Te fijas un poco más. “Oh, dios. ¿Está haciendo lo que creo que está haciendo?”.
Sí, se está cortando las uñas, de los pies, prácticamente en tu cara.
Le ocurrió a Jade Thomas hace solo unas semanas en un Airbus A320. Originaria de Australia, la chica no dudó en grabar tal escena y compartirla en las redes sociales. Además, añadió que en general el viaje fue bastante poco agradable: “La gente gritaba, eructaba, no seguía las indicaciones del staff del avión, todo el mundo se levantó a por su equipaje antes de que la señal de poder hacerlo se encendiera… Y había, por supuesto, gente descalzada”.
Lo que le pasó a Jade es, sin embargo, un caso más común de lo que pensamos. ¿Quién no se ha encontrado alguna vez con algún pasajero molesto? Drama que, por supuesto, se incremente cuando te encuentras en un vuelo transoceánico y sabes que te tocará lidiar con ello durante horas.
Está el niño llorón (contra el que poco puedes hacer), el de las pataditas en el asiento, el hombre que no tiene problema en reclinar su asiento al máximo sin siquiera preocuparse de quién tiene detrás. Hay quien ronca, quien chilla, quien mueve la pierna compulsivamente sin darse cuenta de que toda la fila está sufriendo su nervio…. Eso por no hablar del que huele mal.
Sea como fuere, viajar supone exponerse a este tipo de situaciones, por lo que no puedes hacer más que resignarte o quejarte a la tripulación en caso de que la situación sea insostenible. Te queda eso… y apuntarte estos consejos básicos que todo viajero empedernido debería tener en cuenta (sobre todo a la hora de sobrevivir a vuelos largos):
- Lleva siempre encima unos básicos imprescindibles: tapones para los oídos y un antifaz (que te protegerá de la tentación de ver al de al lado hacer eso que te está poniendo tan nervioso).
- Si la cosa se va de madre, es preferible hablar educadamente con esa persona que llegar hasta un punto límite y hacerlo de forma brusca, así que pierde la vergüenza y, manteniendo siempre la compostura, por supuesto, hazle saber a esa persona que su libertad termina donde empieza tu tranquilidad.
- Cuando la situación es insostenible, pregúntale disimuladamente a un miembro de la tripulación si existe posibilidad de cambiar de asiento.
Ármate de paciencia, sigue estos consejos… y que el karma no te regale a alguien cortándose las uñas de los pies a tu lado.