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Artículo Daniel Day-Lewis habla de las oscuras fuerzas que le han llevado a retirarse del cine Culture

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Daniel Day-Lewis habla de las oscuras fuerzas que le han llevado a retirarse del cine

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Algo pasó durante el rodaje de 'Phantom Thread'. Algo que le hace sentir una "profunda tristeza"

L.M.R.

29 Noviembre 2017 16:26

Algo pasó durante el rodaje de Phantom Thread. Algo que Daniel Day-Lewis no es capaz de poner en palabras, pero que aún siente en lo más profundo del cuerpo, como uno de esos fríos de noviembre que se agarra a los huesos y no nos abandona en días.

“Antes de hacer el filme, yo no sabía que iba a dejar de actuar, explica Day-Lewis en una reciente entrevista con W Magazine. “Lo que sé es que Paul y yo nos reíamos mucho antes de rodar esta película. Y luego dejamos de reír, porque los dos nos sentíamos sobrecogidos por un sentimiento de tristeza. Fue algo que nos cogió por sorpresa: no nos dimos cuenta de lo que habíamos concebido. Fue difícil vivir con ello. Y aún lo es”.

Paul es, claro, Paul Thomas Anderson, el director de Phantom Thread. Un hombre con el que Daniel ya había trabajado en There Will Be Blood. Los dos conocían los métodos del otro, se apreciaban, se entendían. Pero esta vez la experiencia resultó distinta, más exigente, más dura de lo habitual.

"Paul y yo nos sentíamos sobrecogidos por un sentimiento de tristeza. Fue algo que nos cogió por sorpresa. No nos dimos cuenta de lo que habíamos concebido"

En la película, Day-Lewis da vida a Reynolds Woodcock, un modisto de alta costura que viste a las damas de la alta sociedad en el Londres de los años 50. Woodcock vive consumido por el trabajo, obsesionado con el proceso creativo, pero su mundo interior da un vuelco cuando conoce a Alma, una de sus modelos-musa. La joven le desbalancea la vida en maneras que él no puede controlar.

Para armar el personaje, Daniel se sumergió en el mundo de los couturiers. Se empapó de la vida de Hardy Amies, Norman Hartness, John Cavangh y otros modistos de la época, estudió cómo eran los desfiles de entonces y buscó el consejo experto de Cassie Davies-Strodder, comisaria de moda y textiles del Victoria and Albert Museum. También aprendió a patronar y a coser como aprendiz de Marc Happel, jefe de vestuario del New York City Ballet, y llegó a recrear, desde cero, a partir de una foto, un vestido de Balenciaga.

Para el 99% de los actores, eso sería suficiente implicación. Para Day-Lewis no. El actor también concibió cada detalle del vestuario personal de Woodcock y decidió hasta el más mínimo elemento de su entorno, desde la decoración de su casa hasta los lápices y papeles que usaba para sus bocetos. “Pensé mucho en cada detalle. Probablemente resultara exasperante”.

Luego llegó el momento de rodar. Y empezaron los problemas.

Thomas Anderson es un director metódico que busca siempre alumbrar la atmósfera idónea para el tipo de historia que desea contar, y esta vez optó por filmar en un espacio reducido que simulaba ser la casa y taller del protagonista. Esta decisión resultó ser un desafío enorme. Day-Lewis habla de “pesadilla”.

Honestamente fue terrible. Queríamos encontrar una manera de trabajar en la que estuviéramos aislados y sin interrupciones. Construimos un mundo y en este mundo prácticamente nadie podía entrar o salir. Casi no había espacio, los cuartos en los que estábamos eran más como pequeñas bodegas. La casa en general era como un nido de termitas. Después de un rato había tensión en el ambiente. Es difícil trabajar con un staff que empieza a odiarte debido a la atmósfera del lugar”.

"Es difícil trabajar con un staff que empieza a odiarte debido a la atmósfera del lugar"

Algunos miembros del equipo de rodaje han hablado de claustrofobia y ánimos tensos. Day-Lewis confirma esas sensaciones y añade un toque sobrenatural. “Paul y yo hemos hablado mucho sobre maldiciones; la idea de una maldición familiar, cómo puede ser vivir con eso”, cuenta el actor. “Y no es que yo sienta que existe una maldición asociada a este filme, aparte de la responsabilidad de una vida creativa, algo que es a la vez maldición y bendición. Nunca puedes separar ambas cosas hasta el día en el que mueres. Es lo que te alimenta y lo que te devora. Lo que te da la vida te está matando al mismo tiempo”.

Maldición, o sumidero energético, o simplemente cansancio. Fuera lo que fuera, Day-Lewis salió del rodaje de Phantom Thread sintiendo la compulsión de dejarlo.

“Aún no sé lo que pasó. Pero es algo que se ha instalado en mí, y que está ahí. No querer ver la película está conectado con la decisión que he tomado de dejar de trabajar como actor. Pero esa decisión no es la razón por la que esa tristeza llegó para quedarse. Eso pasó durante el proceso de contar la historia, y realmente no sé por qué”.

"La decisión de dejar de actuar no es la razón por la que esa tristeza llegó para quedarse. Eso pasó durante el proceso de contar la historia, y realmente no sé por qué"

¿Se siente mejor ahora que lo deja, ahora que todo el mundo ya da por hecho su retiro?

“Aún no. Tengo una profunda tristeza”, reconoce el actor. Y no es algo de lo que quiera escapar, al menos de momento. “Es la manera correcta de sentir. Sería raro si estuviera viviendo todo esto como un sencillo paso feliz hacia una nueva vida. He estado interesado en la actuación desde que tenía 12 años, y entonces, todo lo que no era el teatro, estaba envuelto en sombras. Cuando empecé, era una cuestión de salvación. Ahora quiero explorar el mundo de una manera diferente”.

Desde algunos sitios se ha sugerido que Day-Lewis quiere explorar lo aprendido en Phantom Threat e iniciar carrera en la moda, una cuestión que el actor esquiva con un “no es exactamente verdad”. Planes de futuro inmediatos no tiene, dice, más allá de retomar su pasión por el boxeo. “Durante un tiempo no voy a saber qué camino tomar. Pero no voy a estar ocioso. No me asusta el silencio”.

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