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La fiebre del genderbending en el cine: ¿revolución o estrategia comercial?

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Cambiar el sexo de personajes icónicos es la tendencia de moda en la ficción moderna. Pero, ¿qué hay detrás de este fenómeno?

víctor parkas

24 Octubre 2016 19:35

No sé si me gustaría trabajar en Doctor Who. Tendría que sumergirme en cuatro décadas de ficción televisiva, porque únicamente he visto unos pocos episodios de la serie. Aunque mejor vuelve a preguntarme cuando el Doctor sea una chica

Así respondía Joss Whedon, director de Los Vengadores, cuando, durante una charla, un fan le preguntó si le gustaría escribir un episodio de Doctor Who. ¿Estaba el creador de Buffy Cazavampiros marcándose un tanto en corrección política o podría ser realmente que Doctor Who sea el próximo héroe televisivo en cambiar de sexo?

“El genderbending, cambiarle el sexo a un personaje, es algo que corre el riesgo de convertirse en una moda pasajera”, nos cuenta la periodista cultural y promotora del Colectivo Autoras de Cómic Elisa McCausland. “Un cambio de género puede ir de fábula para generar titulares, pero, para mí, lo verdaderamente interesante es si el producto final es memorable y se sostiene en el tiempo”.

Las nuevas versiones de Cazafantasmas y Mad Max: Fury Road (donde no hay abiertamente cambio de sexo, pero sí una transferencia de competencias) probablemente sean los dos casos de genderbending en la gran pantalla que más ruido han generado.

Ambas películas tenían un potencial más interesante del que acabaron desarrollando”, considera Elisa. “Mad Max es el ejemplo ideal de cómo el mercado se nutre y desactiva el feminismo para hacerlo digerible al gran público.

Resulta paradójico que si, como dice Elisa, Cazafantasmas simplemente “parchea” la realidad en lugar de transformarla, la película -y sobre todo la elección de un casting femenino- generase una animadversión tan enfermiza por parte del público más reaccionario.

“El problema con productos así es que, de alguna forma, piden que les hagan un hueco en la casa del árbol”, añade la periodista, “cuando a lo mejor lo que tienen que hacer no es reclamar ese espacio, ni tomarlo, sino, básicamente, cargarse la casa y el árbol”.

Si el genderbending está dando sus primeros pasos en el cine, la práctica alcanza su máxima expresión en el mundo de las viñetas.

Las versiones femeninas de, por ejemplo, Thor y Lobezno ya forman parte de la memoria colectiva de los lectores Marvel. “Con lo de Thor han conseguido ir más allá de la estrategia de mercado, creando un personaje que, poniendo en jaque toda la estructura de su universo de ficción, realmente ha calado”, opina Elisa sobre Jane Foster, la nueva Diosa del Trueno. 

El problema con productos así es que piden que les hagan un hueco en la casa del árbol, cuando lo que tienen que hacer es cargarse la casa y el árbol

“El caso de Lobezno/Lobezna también es interesante, porque este personaje siempre ha sido una figura paternal para con otras heroínas”, nos explica, acerca del genderbending al que fue sometido el mutante canadiense el pasado año. “De todos los casos de genderbending, éste me ha parecido sin duda uno de los mejores, porque visibiliza pautas heteropatriarcales que antes nos tragábamos sin problematizarlas”, explica. “Lobezna es un cómic que habla sobre el control de una misma”.

Aunque los cómics han estado a la vanguardia en lo que a genderbending se refiere, sus adaptaciones al cine no consiguen, en este sentido, seguirles el ritmo; todavía cuesta imaginar una película de Lobezno o Thor donde la protagonista sea una mujer.

“El simple hecho de que Marvel estrene antes Dr. Extraño que Capitana Marvel es señal de que están siendo hiperconservadores”, señala Elisa, “pero, si hablamos de genderbending, es comprensible que determinadas empresas -y no nos olvidemos que Marvel es propiedad de Disney- consideren arriesgado hacer algo en un sentido verdaderamente revolucionario”.

Pese a todo, cada vez es mayor la floración de productos genderbending, un fenómeno que Elisa achaca a unas industrias del entretenimiento en perpetua búsqueda de nichos de mercado que poder explotar.

“Siempre han habido chicas consumiendo cómics y películas de ciencia ficción; Internet sólo las ha hecho visibles y les ha dado voz, convirtiéndolas en prescriptoras y haciendo que el fenómeno mole”, asegura. “Eso ha sido detectado por el mercado y se ha creado un nicho que, como todos los nichos, es desactivador”, añade, ahondando en las dificultades que tienen estos productos para dinamitar realmente el status quo.

“Aunque sea una estrategia que se pueda agotar por sí misma”, continúa, “el genderbending tiene un potencial de subversión muy potente”. Y esa subversión pasa, sobre todo, por explorar nuevos conflictos. “El camino de la heroína consiste en luchar, primero, contra sí misma y, segundo, contra un sistema que la define como complemento de otros”, declara. “Es por eso que, para que el genderbending sea satisfactorio, no se puede reducir a contar la misma historia poniendo una mujer donde antes había un hombre”

¿Es esto último, volviendo a la casilla de salida, lo que quiere hacer Whedon con Doctor Who?

Con una carrera marcada por la querencia a crear universos protagonizadas por personajes femeninos fuertes, Whedon no parece precisamente un arribista que quiera adscribirse al fenómeno genderbending. Cualquier duda en este sentido puede disiparse recuperando su discurso en las jornadas Equality Now, una iniciativa -promovida por una ONG que lucha por la igualdad entre hombres y mujeres- que reconoció la labor del director y showrunner.

En lo que respecta a Doctor Who, merece la pena mencionar que, a lo largo de su extensa historia, la serie televisiva ha contado con más de una decena de actores interpretando al personaje principal: un alienígena que cambia de aspecto (y carácter) prácticamente de temporada en temporada. Con este juego de sillas identitario sobre el que pivota la serie, no es descabellado, sino estimulante pensar en el de sí narrativo que podría dar, por primera vez, una Doctora en lugar de un Doctor.

Aún y con las piezas bien dispuestas, el hipotético proyecto, así como su hipotética protagonista, tendrían mucho trabajo por delante. “Toda heroína que se precie ha de aspirar a destruir su contexto”, termina Elisa. “Tiene que saber quién es y desprogramarse. Y luego, destruir el mundo”.

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