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Artículo "Gastamos 900 euros anuales en alimentos que no vamos a comer" Food

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"Gastamos 900 euros anuales en alimentos que no vamos a comer"

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La comunidad internacional se pregunta cómo esta mujer aprovechó la crisis económica para lograr que el mundo entero tenga una deuda eterna con ella

Izabela Carmen Pecherska

04 Abril 2017 06:00

Todos los daneses conocen a esta inmigrante rusa. Selina Juul es la razón por la que Dinamarca estima que ha reducido el 25% su desperdicio de comida en tan sólo 5 años. Esta diseñadora gráfica convertida hace 8 años en activista de la alimentación vive en el país escandinavo desde que tiene 13 años. Gracias a ella, Dinamarca ya es actualmente el país con más iniciativas del mundo para hacer frente al derroche de comida. No en vano el gobierno le ha reconocido su mérito y ha sido galardonada con premios, Danesa del Año en 2014 y Naturaleza y Medio Ambiente del Consejo Nórdico en 2013, entre otros.

A sus 37 años, lidera el movimiento Stop Wasting Food (“Frena el derroche de comida”), la razón por la cual la comunidad internacional no deja de preguntarse cómo ha logrado unos datos insólitos en tiempo récord. Desde Copenhaguen, esta apasionada activista nos cuenta en videoconferencia cómo ha sido su lucha, los pasos que tendría que dar un país como España para seguir el ejemplo y algunos consejos para combatir este problema.



Dinamarca ya es el ejemplo a seguir para el resto de países. Según el Consejo danés de Agricultura y Alimentos, ha conseguido reducir el 25% de derroche de alimentos en tan sólo 5 años. ¿Cómo se consigue este dato?

Nuestro movimiento Stop Wasting Food nació hace 8 años y lo primero que hicimos fue analizar a los consumidores, salir a la calle y gritar “¡dejad de desperdiciar comida!”. Sin culpar a la gente ni a la industria. Así lo hacemos, sin señalar a nadie con el dedo. Trabajamos unidos contra el derroche de alimentos, un problema en el que contribuimos todos, pero del que también formamos parte de la solución. Pronto los supermercados y el gobierno se aliaron. Es como una espiral: si los compradores cambian sus hábitos, los supermercados tienen que cambiar sus políticas, al igual que el gobierno. Dinamarca es un país pequeño, lo que ayudó a la expansión del mensaje y actuar fue más fácil. En otros lugares, como EE.UU. o Rusia, habría que abordar el problema de otra manera.

Si los compradores cambian sus hábitos, los supermercados cambiarán sus políticas.

¿Vuestro movimiento hubiera sido posible sin la gran crisis económica de Europa?

 Empezamos a movernos justo antes de la gran crisis. La gente tenía bastante dinero y pensaban “¿por qué deberíamos dejar de malgastar comida?”. Pero con la llegada de la crisis empezaron a ahorrar dinero y a pensar en cómo y qué se consumía y cuanto tiraban a la basura. La crisis económica llegó en el momento oportuno porque los ciudadanos empezaron a ser consciente de su manera de consumir. También el cambio climático fue otro factor determinante, lo bueno de Stop Wasting Food es que es tangible. La gente se pregunta “¿qué puedo hacer para ayudar al planeta?”, pero con el desperdicio de comida es muy fácil: ahorras dinero, tiempo, ayudas al entorno… Dinamarca es el país con más supermercados luchando contra el desperdicio de comida, se ha vuelto una competición entre las cadenas por ver quien ahorra más. ¡Es muy divertido!



¿Cuántas veces te dijeron que lo que pretendías era “un imposible”?

No recuerdo cuantas veces fue, pero me lo dijeron. Ignoraba esos comentarios y respondía: “vale, tengo un objetivo y es conseguir que este país deje de malgastar comida”. Algunos no me creyeron, entre ellos industrias y negocios que acabaron siguiendo mis consejos. Nada es imposible, pero hay que trabajar duro para conseguir un objetivo. Si tienes un sueño hay que trabajar duro pese a las dificultades, que las habrá. Por ejemplo, hace 5 años envié peticiones a trescientas fundaciones para recibir ayuda para nuestro proyecto y lo que conseguí fueron trescientos noes. Aun así, no me rendí, volví a intentarlo y pronto recibí ayudas del gobierno para una campaña de educación. Si tienes un objetivo, jamás te rindas. Si no lo consigues, tienes que cambiar la estrategia hasta que lo consigas.

Envié peticiones a 300 fundaciones para recibir ayuda y lo que conseguí fueron 300 noes.

¿Ser rusa en Dinamarca no te jugó en contra para lograr el favor de las intstituciones oficiales?

El ser inmigrante me dio la fuerza, estoy convencida que esa fuerza lo puede todo. Hoy en día es un tema de actualidad, sobre todo, en Europa, ya que los inmigrantes tienen que luchar mucho más ya de por sí. En mi caso, vine de Rusia en 1993, donde tras el colapso del comunismo los supermercados estaban vacíos. Conseguir comida era una tarea complicada, íbamos a la tienda sin estar seguros de que habría productos. Un gran contraste con Dinamarca, cuando comprobé que los supermercados estaban repletos de comida, ¡fue asombroso! Mi fuerza vino de que experimenté la falta de comida, la inseguridad de si mi familia tendría comida al día siguiente en la mesa. Tenía un gran respeto hacia la comida. No estoy segura de que una mujer danesa hubiese empezado este movimiento porque nadie se preocupa por el malgasto de comida, sobre todo, los jóvenes. Son los mayores a quienes más les inquita. En definitiva, fue mi ambición como inmigrante de cambiar un país nuevo.

¿Cuáles son los principales problemas con los que te has encontrado en tu camino?

El primero, por supuesto, fue conseguir financiación. Dinamarca es un país pequeño y aparecer en los medios fue fácil, además el mensaje es bueno. La gente estaba dispuesta a dejar de malgastar. El problema fue el dinero. Estos últimos años he gastado todo mi tiempo en Stop Wasting Food, apenas he tenido vida. Mi única fuente de ingreso son las conferencias que doy, lo que me da unos 800 euros al mes, no gran cosa para vivir. Y conseguir dinero para nuestra organización es muy duro, pero también lo es para otras organizaciones, la nuestra no es la única. Hay que seguir trabajando en ese aspecto.


No estoy segura de que una mujer danesa hubiese empezado este movimiento.


¿Cómo pueden el resto de países seguir el ejemplo de Dinamarca?

 Es divertido porque cada país es diferente. España es muy bonita, pero es un país en el que apenas recientemente se han fijado en el desperdicio de comida. Todo este tema gira en torno a la cultura de la comida, depende de lo que cada país considere qué es comida y qué es desperdicio. En Dinamarca, por ejemplo, no se comen algunas partes de la vaca o el pollo, que a lo mejor en España o Francia sí.

En la Unión Europea, tienen la intención de que todos los países sientan una preocupación creciente por el despilfarro de comida y tengan control sobre este problema. Es un gran proyecto que durará 4 años y acabamos de empezar. Como la cultura de cada país es diferente necesitaríamos un impulso de la Unión Europea para llegar a todos los países, para introducir campañas de educación. No hay milagros ni sólo una solución viable, sino muchas maneras de conseguirlo.

Si hablamos de España, me encantaría que los supermercados importantes empezaran a concentrarse en el malgasto de comida. Se podrían desarrollar algunos proyectos para dar comida a la gente sin techo como los bancos de alimentos. Otra idea para el gobierno español sería hacer campañas educativas en el colegio. En Dinamarca, el gobierno las subvenciona y se han llevado a cabo en 4.000 escuelas. Son muy populares. Son una manera para el gobierno de participar en este movimiento de interés para todo el mundo.

¿Tienes miedo que Dinamarca, donde habéis conseguido tantos progresos, pueda retroceder y volver al punto muerto de antes?

Muchos aspectos han mejorado en Dinamarca así que no creo que sea posible volver atrás en el proceso. La lucha contra el malgasto de comida se ha vuelto prácticamente una industria en Dinamarca. Muchos productores de comida, supermercados y restaurantes  están concentrados en el desperdicio de comida, como nuestro gobierno. Volver atrás sería imposible. Cuando empieza, todo rueda y va bien, es difícil volver atrás. ¡Esto es un negocio! Es gracioso porque los supermercados se pueden aprovechar y ganar dinero con el desperdicio de comida que acaban tirando.

En Dinamarca, muchas cadenas ponen a precios muy bajos productos a punto de caducar que no pasa nada si los consumes después de la fecha del etiquetado. ¡Impensable hace ocho años! Ponen estos productos con un 70 por ciento de descuento, así la gente puede conseguir comida barata y están contentos por ello, al igual que el supermercado que está ganando dinero en lugar de simplemente tirar la comida y no ganar nada. Espero que los supermercados españoles empiecen a tomar este tipo de medidas.

Los supermercados se pueden aprovechar y ganar dinero con el desperdicio de comida.


¿Y cuál es vuestro próximo objetivo?

Estamos buscando algo a nivel global. Hemos estado en medios de muchos países y el movimiento se ha vuelto en algo viral. Realmente, hemos llegado a mucha gente que está interesada en cómo lo hacemos y cómo podrían conseguirlo en su país. Así que, estamos pensando en cómo expandirnos a otros países como España y compartir nuestro conocimiento con actividades locales.

Un hogar europeo gasta alrededor de 900 euros anualmente en alimentos que no va a consumir. Al año se desperdician 1,3 toneladas de comida con las que se podrían alimentar 3 mil millones de personas. Es fácil tomar medidas para cambiar el hábito de los consumidores, gracias a estos ha tenido tanto éxito el movimiento Stop Wasting Food.

Estos son los 10 consejos de Selina Juul para reducir el desperdicio de comida a nivel individual:

– El 20% de los alimentos desperdiciados es por no distinguir entre el consumo “mejor antes” y el uso posterior. Los productos frescos como la carne o los pescados no son aconsejables comerlos después de la fecha de caducidad, pero hay alimentos como el chocolate, cereales, arroz o pasta que son mejor antes de la fecha pero no significa que después sean tóxicos.

– Poner los alimentos abiertos o sobras, en la parte delantera de la nevera, idealmente al nivel de los ojos.

– Tomar una fotografía de la nevera antes de ir de compras en vez de escribir una lista, así tendrás una visión clara de lo que tienes.

– En la tienda, coger cestas de compra pequeñas, las grandes y con ruedas animan a la gente a comprar más. Los carritos de compras son actualmente un 15% más grandes que en los últimos 20 años.

– No seas un consumidor ‘zombie’. Evita las ofertas de descuento a menos que estés seguro que realmente lo vas a utilizar.

– Compra las frutas y verduras imperfectas, eso alentará a los proveedores a venderlas en lugar de tirarlas. Si saben que la gente no sólo quiere alimentos “supermodelo” se reducirá masivamente la comida que tirar antes de que incluso llegue al supermercado o la comida fea que no se compra y se tira porque se estropea en los estantes.

– Ten en cuenta el tamaño del plato, un plato el 10% más pequeño puede reducir los desechos en un 26%.

– Piensa en el tamaño de las porciones. A veces tienes 8 invitados para una cena y hay comida para 20.

– Congela las sobras y marca su contenido y fecha. Ponedlos en un lugar donde no te olvides de ellos, si están ocultos se convierten en objetos ocultos no identificados (OCNI), que no los descubres hasta años después.

– Si tienes sobras o más comida de la que necesitas, compártela con tus vecinos o las personas que tengas cerca y viceversa. Esa comida extra te ahorra tiempo, un viaje a la tienda y dinero

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