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Life
Este es el sorprendente resultado del estudio científico con hombres que han practicado deportes de resistencia durante más de 10 años
31 Octubre 2017 15:01
“Se ha cambiado de correr rápido a correr largo”. Esta afirmación de José Enrique Villacorta –técnico de la selección española de atletismo– resume bien la nueva ambición del deporte amateur: devorar kilómetros sin mirar el reloj.
Ahora pensemos en el clásico mantra médico según el cual el deporte mejora nuestro estado físico y mental. La mejor medicina contra el sedentarismo se administra levantando el culo del sofá. Pero, ¿hasta qué punto? ¿Cuándo empieza a ser un exceso? ¿Correr 30 kilómetros diarios es mejor que correr solo 1?
La respuesta es: rotundamente no. En un estudio elaborado por el Hospital Clínic de Barcelona, los investigadores dejaron constancia de que la práctica deportiva de resistencia está estrechamente ligada al desarrollo de una arritmia cardiaca denominada fibrilación auricular (FA).
En su estudio, el grupo liderado por el doctor Lluís Mont identifica los factores de prevalencia para desarrollar la FA (obesidad, la herencia familiar, etc.) y los desvincula de su incremento. Tiene que haber algo más; un factor que ya fue descrito en 1998 por el investigador finlandés Jouko Karjalainen. Su grupo estudió durante 10 años a una serie de orienteers (deporte de resistencia escandinavo) y encontró que la incidencia de FA fue del 5.3% en comparación con el 0.9% del subgrupo no deportista.
A partir de ahí los investigadores del Clínic se interesaron por este factor de prevalencia y descubrieron que, después de investigar a los pacientes ambulatorios de FA, la frecuencia con la que estos hombres practicaban deporte era mucho más alta que la de la población en general. Concretamente, del 63% frente al 15% global.
El primer porcentaje estaba en su mayoría conformado por hombres (el estudio analiza sólo población masculina) que habían practicado deportes de resistencia durante más de 10 años. Tras ese periodo moderaron el hábito a consecuencia de las arritmias. Asimismo, la asociación entre deporte y FDA se observó “con más de 1.500 horas de práctica deportiva, sugiriendo la existencia de un umbral para su desarrollo”, revela el informe.
Para terminar de confirmar la relación entre deporte de resistencia y el desarrollo de arritmias, los investigadores del Clínic llevaron a cabo un estudio en el que se incluía 183 participantes en la Maratón de Barcelona de 1992, y 290 individuos totalmente sedentarios. “Tras 10 años de seguimiento una década, la tasa de incidencia anual de FA entre ambos subgrupos fue de 0.43 % para los corredores de la maratón y de 0.11 % para los hombres sedentarios”, indica el estudio.
Una vez fijada la relación entre deporte y riesgo cardiovascular, el estudio se ocupa de dibujar un perfil de paciente caracterizado por los siguientes rasgos: “varón de edad media (40-50 años), que ha practicado deportes de resistencia de forma regular desde su juventud (fútbol, ciclismo, carrera, natación) y todavía está activo. La actividad física es su actividad de ocio preferida y suele ser psicológicamente dependiente de la misma”.
Hombres de mediana edad adictos al deporte que no pocas veces reconocerán la relación entre su adicción y la arritmia pues, según aclara el documento, la FA suele aparecer durante la noche o después de las comidas, casi nunca durante el ejercicio físico.
Cuando sí se reconoce y diagnostica, ¿cómo puede un deportista de fondo revertir su dolencia? Según los investigadores la mejor medicina se llama abstinencia. Dejar el deporte intenso y prolongado suele repercutir de manera positiva en el control de la fibrilación auricular. Así pues, hacer deporte es positivo, sí; pero hacerlo sin límite entraña riesgos cardiovasculares evitados con una vida sedentaria.
Una vez más, en el término medio está la salud.
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