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Life
"No competimos contra Pornhub ni Xvideos, competiríamos contra Facebook y Youtube si permitieran la autoexpresión sexual"
29 Agosto 2017 12:12
A mediados de julio, por primera vez en la historia de Google, las búsquedas de Juego de Tronos superaron a las del porno; un escenario insólito que coincidió con el estreno de la séptima temporada de la serie y al que dedicamos con gusto la conversación del café. “Brutal lo de Cersei” concedimos, dando pie al debate. Hubo sorpasso, en efecto, pero la estadística explicó que muchos de los que vieron Juego de Tronos también encontraron tiempo para consumir su ración diaria de porno. De todos ellos, ¿cuántos hablaron abiertamente sobre el vídeo con el que se masturbaron la noche anterior?
El porno no se debate; constituye una experiencia clandestina y un poco culpable que sólo aireamos en círculos de confianza, íntimos, acotadísimos por unos mayores que lo revistieron de vicio y enfermedad (niño no mires eso o te quedarás ciego). Tanto nos lo negaron que con el paso de los años no se puede hacer otra cosa que devorarlo. Compulsivamente. Por si nos lo vuelven a quitar.
El sexo como tema de conversación
Para la moral biempensante el porno vive en una cueva, pero cierta gente lucha por sacarlo de ahí. Cindy Gallop es una de esas personas. Hace 9 años esta británica acudió a una TED Talk con la intención de presentar un proyecto humilde, apenas esbozado, de nombre MakeLoveNotPorn. Pues bien, en ese marco incomparable, ante decenas de cientos de personas, Cindy Gallop explicó lo incómodo que resulta que los jóvenes se te corran en la cara. Logró una ovación cerrada, claro.
La británica de 61 años aprovechó sus cuatro minutos de conferencia para contraponer el sexo real a los comportamientos creados por el porno, como el mencionado desfogue facial; una charla exitosa que inspiró a la prostituta y activista Natalia Ferrari: “Creo que Cindy Gallop hace una labor maravillosa dejando constancia de que el porno es fantasía y que en las relaciones sexuales debemos hablar, escuchar, pactar y respetar lo que cada parte quiere. Fue lo que encontré en su charla TED y su web con las ilustraciones de "Porn World vs Real Word”.
Cindy Gallop en su charla TED
El crecimiento del porno violento responde al miedo de los empresarios hacia el hecho de dejar de amasar dinero.
Esas ilustraciones componen los cimientos de lo que ha terminado siendo MakeLoveNotPorn (MLNP), la primera red social del sexo. Lo cuenta para PlayGround la propia Cindy Gallop: “MLNP es una plataforma social de vídeos sexuales diseñada para actuar como contrapunto del porno. Queremos que la gente pueda hablar de sexo abiertamente, que las conversaciones sobre sexo estén socialmente aceptadas; para ello seguimos el mecanismo de las redes sociales y construimos un sitio totalmente abastecido por el usuario. Nuestra competencia no es Pornhub o Xvideos, nuestra competencia serían Facebook y Youtube si éstas permitiesen colgar experiencias propias de carácter sexual”.
Una red social, sí, pero con contenido de pago. ¿En qué se diferencia MLNP de una web de porno amateur? “Los vídeos de nuestra plataforma no se graban pensando en la cámara. Funciona como una red social en el sentido de que recogen todo lo que ocurre en el mundo real, aunque esto aparezca de manera desordenada. Tenemos a gente que se dedica a garantizar que esas grabaciones sean 100% real. Después, los usuarios pagan por ver esos vídeos y nuestros colaboradores (quienes protagonizan los vídeos) se llevan la mitad de los ingresos generados”.
Pulso a la industria
El proyecto de Cindy Gallop crece en paralelo a una industria vieja y conservadora que, según la británica, lleva tiempo cayéndose a pedazos. Gracias a esas grietas está consolidando su proyecto, pero antes conviene tener presente el diagnóstico:
“Muchos de los problemas que conciernen a la gente respecto al porno son en realidad heredados de su modelo de negocio. La vieja pornografía convencional ha sido destruida por la llegada del porno gratis online, pero aquella sigue en la misma posición, estática, sin nada interesante que ofrecer. Si acaso porno duro cada vez más subido de tono”.
Convirtamos la industria del porno en un negocio del que todos los países puedan sentirse orgullosos.
Según la británica, el crecimiento de la pornografía violenta o extrema no es el resultado de que fuerzas malignas y retorcidas operen dentro de la industria, ni tampoco refleja un mayor volumen de usuarios depravados. “Ese crecimiento responde al miedo de los empresarios hacia el hecho de dejar de amasar dinero. Y, ¿qué hacen cuando eso sucede? Mirar lo que todo el mundo hace y reproducirlo. La analogía más obvia podemos encontrarla en los reality shows de la televisión con programas de mayor voyeurismo y artificialidad. ¿Cuán lejos podemos llegar? Parece que se preguntan. Con el porno sucede lo mismo”.
Frente a esta situación, Cindy Gallop propone un crecimiento responsable a la vez que se favorecen condiciones laborales y de consumo extrapolables al conjunto de la sociedad: “Hagamos de la sexualidad un entretenimiento saludable y convirtamos la industria del porno en un negocio del que todos los países puedan sentirse orgullosos. Parafraseando la infame cita del presidente de la NRA, Wayne LaPierre: “Lo único que detiene a un tipo malo con un negocio, es un tipo bueno con un negocio mejor"”.
Contra la cultura falocéntrica
Hasta ahora hemos valorado la pornografía desde una perspectiva estructural, pero ¿qué ocurre cuando la bajamos al día a día? ¿Qué efecto tiene su consumo en la rutina de la gente común? Según Gallop, el porno convencional fomenta una concepción del sexo en la que, por lo general, siempre manda el pene.
“Aprendemos a tener relaciones a partir del porno y éste, que suele estar hecho por hombres y para hombres, nos enseña erróneamente que todo gira en torno al pene. Lo grande que es, lo difícil que resulta manejarlo, el tiempo que dura erecto, el tiempo que aguanta en acción…”
“Por otra parte, es importante enfatizar que el aprendizaje del sexo a partir del porno afecta a ambos sexos. Un hombre de veintitantos años me dijo hace poco que últimamente había estado recibiendo felaciones pornificadas. Se quejaba por no poder diferenciar si su pareja sexual se sentía atraída por él o simplemente fingía”.
El porno nos enseña erróneamente que todo gira en torno al pene. Lo grande que es, lo difícil que resulta manejarlo, el tiempo que dura erecto.
Eso en un contexto de equilibro, pero ¿qué sucede cuando una de las partes paga por ese encuentro? ¿Están condicionados los clientes por el porno que consumen? Preguntamos a Natalia Ferrari: “Esto solo se ve en clientes muy jóvenes. Los hombres mayores de 30 años suelen tener experiencia sexual, buscan comodidad y placer. Aún así, independientemente de la edad y de si son clientes o sexo gratuito, mayoritariamente los hombres entienden el sexo de una forma egoísta y falocéntrica en donde el polvo se acaba en cuanto él se corre y esperan que tú te hayas corrido en algún momento gracias a la penetración vaginal o a la magia divina”.
Natalia Ferrari
El hombre entiende el sexo de una forma egoísta y falocéntrica en donde el polvo se acaba en cuanto él se corre.
Si no terminan o lo hacen enseguida, ¿cómo reaccionan? “En general se frustran si se corren demasiado rápido o si no consiguen tener una erección. Pero no es solo por la influencia del porno, la sociedad suele esperar que los hombres sean machos alfa empotradores en control de la situación. Su reacción conmigo suele ser pedir disculpas y siempre intento dejar claro que no es un problema y que no deberían ponerse esa presión”.
La mala educación
Ambas profesionales coinciden en señalar que, a pesar de los malos hábitos que promueve determinada industria onanística (especialmente la gratuita que tiene como público al hombre heterosexual), el problema de fondo reside en la falta de educación.
“Considero que el porno nos hace tener demasiadas expectativas en cuanto al sexo, pero no creo que sea culpa del porno sino de la falta de educación sexual. Pasa algo similar con las películas románticas. Cuando era pequeña, mis únicos referentes de relaciones eran los de películas en donde siempre triunfa el amor y estamos juntos forever en la monogamia, por lo tanto tenía unas expectativas muy tóxicas sobre cómo debían ser mis relaciones de pareja. De la misma manera, si solo conoces los roles de género y la forma de follar que vemos en el porno mainstream, es normal que creas que es eso lo que tienes que reproducir. Es nuestro deber como sociedad dejar de ver el sexo como tabú e invertir en pedagogía sexual”, opina Natalia Ferrari.
Los niños se encuentran por primera vez con el porno hardcore a los ocho años.
Su mensaje entronca con el de Gallop y su MakeLoveNotPorn, debatir con naturalidad para que la educación sexual de los niños no quede en manos de la industria pornográfica. Una industria a la que cada día resulta más sencillo acceder:
“De medio, los niños se encuentran por primera vez con el porno hardcore a los ocho años. Esto no ocurre porque se dediquen a buscarlo en Internet, sino que su constante exposición al entorno digital le dirige a ello de manera inevitable -explica Gallop a PG-. Lo verán en el móvil de un compañero, en casa del vecino o en la tablet de sus padres al teclear la obscenidad que han escuchado en el patio del colegio". Ya no necesitan asomarse al quiosco o mirar de refilón las carátulas del videoclub, porque lo tienen a un solo click.
Así pues, si su restricción resulta inútil y, más aún, contraproducente. ¿Cómo se puede resolver la cuestión? Según Cindy Gallop “hay que hablar de sexo y hacerlo honestamente. Nunca te avergüences de ello, nunca te irrites, ni despejes la conversación, ni te vayas de la habitación cuando un niño a tu cargo te plantea la cuestión. En su lugar, responde de manera abierta y directa; transmitiendo la sensación de que siempre tendrán ese canal de comunicación abierto para cuando quieran recurrir a él”.
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