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Lit
Un mes después de la publicación de 'Carmen de Mairena. Una biografía', pasamos una tarde en el parque con su autora, el hijo de ésta y Tilda, una perrita jack russell
víctor parkas , Conxita Herrero
20 Julio 2017 06:00
No importa el nombre de la calle, el caso es que la subo. Lo hago con la nariz pegada al móvil, Google Maps en marcha, tras teclear el nombre del sitio en el que me propone quedar Carlota Juncosa, la autora del controvertido Carmen de Mairena. Una biografía. El libro, en el que Juncosa arroja una visión tan única como políticamente incorrecta a la inusual estrella televisiva, generó una polémica inmediata desde que llego a las librerías, hace ahora un mes.
Pero lo importante ahora no es eso, ni tampoco el nombre de la calle: el caso es que la subo.
El lugar de la cita, desde que cerramos esta entrevista y a petición de Carlota, ha cambiado en cuatro ocasiones –en vez de charlar sobre un libro, parecía que fuésemos a elegir el spot dónde cavar un zulo. Si descarto esa posibilidad –cavar, zulo– es porque el lugar en el que me tengo que encontrar con Carlota es un parque infantil
Y porque, ésa que acaba de torcer la calle, tomando la delantera, empujando un carrito al que va atado una perrita jack russell, es –creo que sí, vamos, seguro– Carlota Juncosa.
La saludo, después de mucho tiempo sin verla. Carlota y yo tenemos amigos en común, y aunque intercambiamos 'holas' con diplomacia desde 2012, no somos tan íntimos como para que le haya regalado baberos, patucos y sonajeros. Que ésta es la primera vez que veo a Bruno, quiero decir. Bruno montado en su carrito. Bruno año y medio. Bruno spinner en mano.
A su lado, de escudera, Tilda. Es como la perrita jack russell de antes, pero con nombre. Cuando lleguemos al parque, Carlota le soltará la correa, saldrá corriendo y no volveré a verla hasta dentro de una hora, cuando detenga mi grabadora. Antes de encenderla, Carlota me cuenta que decidió quitarse Facebook un día que Bruno se dio contra el pico de una mesa mientras ella estaba absorta, haciendo scroll down en la red social blanquiazul.
El nombre de mi grabadora no importa. El caso es que la enciendo.
“En este mes, me he visto muy expuesta”, empieza Carlota, cuando le pido un epílogo-del-epílogo a Carmen de Mairena. Una biografía –a partir de ahora, Una biografía. El libro cuenta, con pelos y señales, desde el yo, la concepción, ejecución y resolución de su proyecto pseudo-biográfico centrado en Carmen; pero, ¿qué pasa una vez el libro está en la calle? “Espera, voy a cerrar la puerta”, me dice, del pequeño porticón de la zona de juegos, en la que nos hemos instalado con Bruno. El bebé, en plan Fuga de Alcatraz, está intentando escaparse.
“Mi trabajo se está viendo muchísimo”, me dice Carlota, cerrando la puerta. “Yo estoy acostumbrada a hacer fanzines y, de golpe, esto está siendo muy diferente. La editorial me concierta las entrevistas. A mí, que no he dado una entrevista en mi vida. Para mí, por ejemplo, ha sido muy fuerte tener que hablar en la radio. Quiero decir: yo dibujo y me dedico al diseño, y si lo hago no es porque sea una persona súper sociable. Me gusta estar tranquila; a mis cosas. Y, de repente, me encuentro buceando entre periodistas radiofónicos, que son tiburones del lenguaje”.
'Una biografía' está hecho sin querer hacerle un favor a Carmen, pero mucho menos con intención de perjudicarla
Los tiburones, que pueden oler la sangre a millas de distancias, encontraron en Juncosa una presa fácil. Una biografía, por su retrato no complaciente de una persona en riesgo de exclusión social, ha sido duramente criticado desde que salió a la venta. ¿Cómo encajó la autora estas reacciones? “No he estado muy pendiente de todo eso, la verdad”, me dice, custodiando el porticón de madera, ojos encima de Bruno en todo momento.
“Una biografía está hecho sin querer hacerle un favor a Carmen, pero mucho menos con intención de perjudicarla”, continúa. “El libro es lo que vi, tal y como yo lo vi. Por eso aparezco yo misma como personaje: porque quería que el lector me acompañara a mí a conocer a Carmen, pegándose la misma hostia que me pegué yo al conocerla. La Carmen de la tele ya la has visto: ésta es la Carmen de verdad. La vas a conocer y vas a ver cómo vive; los contrastes que hay entre lo que la televisión ha proyectado en ella y lo que ella expresa en la intimidad”.
Bruno forcejea con el porticón de madera. ¿Con qué resultado? Carlota acaba de decirme todo esto contoneándose involuntariamente, como mecida por el mar. “¿Vamos a pasear un poco?”.
Vamos a pasear un poco.
Una biografía es cualquier cosa, excepto una biografía. “Fue bastante frustrante”, reconoce Carlota, sobre el proceso de creación del libro. En él, ya se extiende sobre el malentendido que le llevó a convertirse en biógrafa de Carmen, y en cómo, de forma temprana, entendió la magnitud de la tragedia en la que se había visto inmersa –el segundo capítulo, no en vano, lleva el sugerente título Estoy haciendo la biografía de alguien que está senil. “Cuando entendí que las circunstancias eran las que eran y que yo tenía mis limitaciones, tuve que buscar un plan B”, dice, mientras se abalanza sobre Bruno, cuando ve que éste intenta bajar unos escalones del parque.
“Al darme cuenta de que ella me explicaba cosas que no eran verdad, cosas que luego olvidaba, anécdotas confusas, me di cuenta de que yo no podía responder ante ese tipo de relato”. En un ejercicio de honestidad, Juncosa decidió retratar su propia experiencia junto a Carmen, como homenaje al imposible en el que se había convertido el proyecto. El resultado, acaba siendo tan brillante como difícil de asir: las páginas de Una biografía te trasladan con precisión al entorno cruel en el que ha acabado residiendo Mairena; el sudor empieza formarse bajo tu nariz, tu estómago se contrae. El olor a cerrado, aun y en diferido, te asfixia.
Las páginas de 'Una biografía' te trasladan con precisión al entorno cruel en el que ha acabado residiendo Mairena; el sudor empieza formarse bajo tu nariz, tu estómago se contrae. El olor a cerrado, aun y en diferido, te asfixia
Muchos lectores –también, muchos no lectores– han tildado Una biografía de producto transfobo, apoyándose en giros retóricos tan tiernos como crueles –“una flor de mentira para una mujer de mentira”. Carlota estaba esperando que sacase el tema, y éste sale justo cuando estamos en la fuente, mientras Bruno intercambia globos de agua con una niña, creo, desconocida. “A mí misma, el libro me removió mucho según lo escribía”, me dice Carlota. “Escribirlo me afectó, de alguna manera, por lo que entiendo perfectamente que pueda generar amor y odio. Que la gente opine sobre él, en cualquier sentido, me parece que es bueno”.
Es osado negar que Una biografía sea transfobo –su autora, tampoco lo hace–, pero sí cabe marcar distancias entre cómo ha proyectado Carlota a Carmen y cómo lo ha hecho, por ejemplo, Javier Cárdenas durante sus apariciones televisivas. Lo es porque, en ambas proyecciones, los entrevistados comparten protagonismo con la entrevistada: mientras Cárdenas se posicionaba por encima de su interlocutora, dejándola en evidencia, Juncosa, en su libro, acaba convirtiéndose en un personaje tan tragicómico como aquél que intenta abordar.
Cárdenas nunca ha terminado con pis en el pelo mientras entrevistaba a Carmen. Carlota sí.
“Vamos a sentarnos en el banco, que quiere teta”, me dice la dibujante. Nos sentamos, con Bruno, frente a los columpios. “Comparado con cuando estuve con ella”, continúa Carlota, “ahora Carmen está muy bien. Su hermana le encontró una residencia, dónde van a verla familiares y algunas amistades”. ¿Está el Grifota, chantajista malcarado que convivía con ella, entre esas amistades? “Aunque al Grifota no le gusta coger el metro, porque piensa que la gente se ríe de él, la hermana de Carmen me dijo que sí: que el otro día estuvieron haciendo un café él y Carmen. Tienen una amistad muy extraña. Y, dentro de lo trágico, muy cómica también”.
“La relación insana que tienen ellos dos, como todo lo que rodea a Carmen, está fuera de lo políticamente correcto. Tienen una especia de... ¿Simbiosis, sería la palabra? Puedes decir que él es un hijo de puta y que ella es muy buena, o puedes ir más allá y complejizarlo todo. Esa era mi intención con Una biografía, por lo menos: no emitir juicios de valor”, sentencia Juncosa, “dejar que los lectores saquen sus propias conclusiones”. Carmen, considera la autora, “es un personaje muy especial; también, encierra muchas contracciones. Que evidenciarlas genere polémica, es algo normal, sano y que yo veo bien”.
Carlota, me cuenta, a su vez, que Una biografía es deudor del Sin noticias de Gurb de Mendoza. Del Te Elige de Miranda July. De Dr. Slump. “Lo siento: tengo referentes de niña de 12 años”, se excusa, tras definirse como “muy fan” de Arale. “Estoy cansadísima”, añade, cuando Bruno, unilateralmente, da por terminada su merienda. “Dar pecho, parece que no, pero absorbe toda tu energía. Estoy hecha polvo: pesaba 60 quilos y, aunque yo como mucho, después de tener al niño peso unos 54”.
Entre ese evento y la escritura de Una biografía hay cuatro años de separación –se terminó de escribir en 2012. “Hay cosas en el libro de las que ni yo me acordaba; cosas que me chocan cuando me las recuerdan en alguna entrevista. '¿En serio dije yo eso?'. Es algo que me sorprende”, reconoce la autora, que dice haber urdido este trabajo por miedo a romper “una promesa”: la que le hizo a Mairena y a su representante, cuando se comprometió adoptar el rol de biógrafa. “A costa de mantener esa promesa, se generó algo en mi interior que me obligó a ingeniármelas para sacar el proyecto adelante, y a llevarlo”, concluye, “hasta sus últimas consecuencias”.
Texto: Víctor Parkas
Ilustraciones: Conxita Herrero
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