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Nadie entiende por qué los perros de Bethany, a los que había cuidado y educado desde cachorros, pudieron hacer algo así
18 Diciembre 2017 18:20
Hacía más de un día que Bethany Lynn Stephens, de 22 años, había salido a pasear a sus dos perros y no había regresado a casa. En el pequeño pueblecito de Goochland, Virginia, no hay mucho que hacer. Ni muchas cosas que puedan pasar.
Preocupado, su padre salió a buscarla por el bosque donde ella solía ir con ellos. Primero encontró a los dos perros. En la distancia, parecían estar sentados junto a los restos de un animal. “Para su horror, descubrió que no era así”, explicó Jim Agnew, sheriff del condado. Se trataba del cadáver de su hija.
Según la policía, no existe ninguna duda de que los causantes de esta muerte fueron los dos perros de presa de Bethany los que, inexplicablemente, se volvieron contra ella y la atacaron. Primero en la garganta y en la cara. Luego todo lo demás. Y así hasta matarla.
Solo de imaginar la escena, le recorre a uno un escalofrío por la espalda. Parece propia de una película de terror. Bethany, una chica especialmente menuda y delgada, medía 1,55 cm y pesaba poco más de 45 kilos. Juntos, sus perros, doblaban su peso.
No sabemos qué pudo hacer que los animales sintieran el impulso de agredir a su dueña de esta forma. Lo único que conocemos a ciencia cierta es el lugar donde se encontró el cuerpo, y en qué situación estaba.
Lo que quedaba de Bethany lo encontró su padre en las proximidades de una antigua granja, a algo menos de un km de la carretera principal. “En mis 40 años de servicio nunca había visto nada igual. Espero no tener que ver nada igual”, dijo Agnew al Washington Post.
“Pasamos mucho tiempo en la escena e hicimos muchas observaciones que, por respeto a la familia, no vamos a comentar. Parece que la tiraron al suelo, perdió la consciencia y los perros la mordieron hasta matarla. No había marcas de estrangulamiento. La víctima tenía heridas punzantes en el cráneo, y esto no fue un homicidio”, concluyó.
Barbara Norris, amiga de la fallecida, no cree en la versión que han dado los autoridades. Norris asegura que los perros, criados y educados por Stephens desde cachorros solo podrían “matar a alguien a besos”.
Según comentó Norris a la NBC, las casetas de los perros parecían haber sido abiertas por la fuerza, algo que le hace pensar que, tras terminar su paseo, algo debió sucederle a su amiga. Algo que hizo que los animales abrieran la puerta por la fuerza para acudir a socorrerla.
Cuando el Washington Post preguntó el pasado sábado al sheriff Agnew por las declaraciones de Norris, no tuvo ninguna duda a la hora de refutarlas: las evidencias halladas en la escena, incluyendo las heridas defensivas que mostraba la fallecida, son una muestra inequívoca de que los perros son los responsables de la muerte de Stephens.
Los familiares de la víctima ya han solicitado que se practique la eutanasia a ambos animales.
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