Oh! Parece ser que estás usando adblocker y lo respetamos. Por eso podrás seguir disfrutando de nuestros contenidos sin problema pero quisiéramos pedirte que lo desactivaras para nuestro site. Ayúdanos a seguir adelante y a luchar por aquello en lo que creemos.
Now
Así es como la masculinidad tóxica está acabando con tu vida
07 Abril 2016 21:26
Imágenes de Andy Jones, Arvida Bystrom y Megan Magdalena Bourne
"Deja de quejarte que pareces una nena".
"Los hombres no lloran".
"¿Y no te has defendido? ¿Y tú eres un hombre o no lo eres?"
Todos hemos oído estas frases salir de la boca de algún padre enfadado, al borde de un ataque de nervios, incapaz de decir nada mejor para calmar a su hijo.
Algunas veces hasta lo hemos pensado inconscientemente, embutidos tal y como estamos de la falsa idea de lo que es masculino y femenino.
Mientras luchamos contra la idea de que una mujer debe ser una mezcla de chica guapa, simpática, servicial y virginal con un punto follable, parecemos olvidarnos de que un hombre tampoco tiene por qué ser fuerte, protector, masculino y, en definitiva, hombre.
Ambas ideas son igual de venenosas.
Ambas ideas son igual de falsas.
Desde niños, educamos a los futuros hombres adultos con una serie de consignas que a veces logran el efecto contrario a lo deseado creando traumas, disociaciones en el comportamiento y depresiones que a la larga se van agravando en la edad adulta
Ahora además, varios estudiosos parecen demostrar que esa masculinidad, la llamada masculinidad tóxica, lejos de ayudar a los hombres los está matando.
Aparte de la muerte que se produce en relación a cuestiones medibles como el número de horas que trabajan los hombres, el alcoholismo o las situaciones violentas que enfrentan a lo largo de su vida, la muerte se está produciendo en un plano espiritual.
Desde niños, educamos a los futuros hombres adultos con una serie de consignas que a veces logran el efecto contrario a lo deseado creando traumas, disociaciones en el comportamiento y depresiones que a la larga se van agravando en la edad adulta.
Inconscientemente, los padres proyectan una especie de hombría innata sobre los bebés para que no se comporten en el futuro de acuerdo a lo que se considera un patrón "femenino".
Lo cierto es que en los recién nacidos apenas hay diferencias de género en el comportamiento. Uno no nace siendo un hombre ni una mujer conductualmente. Son los estereotipos de los padres y de la sociedad los que configuran esa conducta.
El psicólogo Terry Real ya habló de estos comportamientos en su libro No quiero hablar de ello: superar el legado secreto de la depresión masculina, publicado en 1998. De hecho, Real reveló que en las edades más tempranas, son precisamente los niños los más sensibles y expresivos y lloran con más facilidad que las niñas.
Entonces, ¿qué ocurre luego?
Mientras las niñas son libres de mantener esa expresividad, se descubrió que los niños aprendían a ocultar sus sentimientos a la tierna edad de los 3 años
Aquí entra en juego el mito de la sexualidad.
Los niños entran en contacto con sus padres y aprenden que la sociedad quiere que, como futuros hombres, sepan controlar sus emociones, ya que de ellas dependerá su supuesta virilidad.
Mientras las niñas son libres de mantener esa expresividad, diversos estudios sugieren que los niños aprenden a ocultar sus sentimientos a partir de edades tan tempranas como los 3 años.
No es que los niños dejen de sentir. Es que saben que sentir demasiado los convertirá en niñas y seguramente sus padres se enfaden porque "no hay nada peor que llorar como una niña".
Constantemente, el cerebro de los niños es bombardeado con los rasgos que se "deben" valorar de un hombre, rasgos como la fuerza, el valor, la protección o la independencia
Los ejemplos que se podrían poner sobre el condicionamiento de los niños desde la infancia son infinitos. Desde los juguetes hasta el color de la ropa pasando por los comportamientos extendidos en las películas Disney, los videojuegos o lo que se enseña en la escuela.
Constantemente, el cerebro de los niños es bombardeado con los rasgos que se "deben" valorar de un hombre, rasgos como la fuerza, el valor, la protección o la independencia.
Y son precisamente estos rasgos los que acaban acortando la vida de los hombres.
Las investigadoras Diana Sánchez y María Himmelstein han realizado un estudio sobre cómo estos mensajes de virilidad están afectando a la salud de los hombres.
Sus conclusiones, publicadas en las revistas científicas Preventive Medicine y The Journal of Health Psychology, son sorprendentes.
Según las autoras, no hay ninguna condición fisiológica clara que haga que los hombres mueran antes. Pero el hecho de que desde pequeños se les enseñe a no quejarse hace que en su vida adulta incluso les dé miedo quejarse en la consulta del médico.
Su estudio demostró que los hombres más masculinizados preferían que en una consulta les atendiera un médico hombre a una mujer, pero aún así, cuando eran atendidos por un hombre, les daba vergüenza mostrar sus dudas, miedos y debilidades ante ellos. Y esa cerrazón no sale gratis.
Contra la creencia popular de que los hombres son el sexo fuerte, la realidad es que desde niños son genéticamente y biológicamente más frágiles que las niñas
En el lado contrario, los hombres que dijeron que preferían a que les atendiera una mujer revelaron que con una mujer les cuesta menos sincerarse porque creen que son más atentas y no son amenazantes.
El hecho de que los hombres vayan al médico menos por su miedo a expresar el dolor, porque desde siempre les han educado que como hombres deben soportarlo todo, hace que a la larga se sometan a menos analíticas y pruebas.
Los simples dolores en el pecho pueden estar avisando de un futuro ataque al corazón.
Evitar los exámenes rectales te puede llevar a un cáncer de próstata.
¿Merece la pena morir solo por preservar una imagen de hombría, por demostrar tolerancia al dolor, por no exteriorizar los miedos?
Marianne Legato, una especialista en medicina específica de género de la Universidad de Columbia, explicaba en su libro ¿Por qué los hombres mueren antes? que en contra de la creencia popular de que los hombres son el sexo fuerte, la realidad es que desde niños son genéticamente y biológicamente más frágiles que las niñas.
Por ejemplo, los hombres son más propensos a tener trastornos de desarrollo. De hecho, por cada mujer con síndrome de Asperger hay 10 hombres con el mismo síndrome.
Lo mismo ocurre con las depresiones y el suicidio. Aunque las mujeres son más propensas a tener tentativas de suicidio, la proporción de hombres suicidas a mujeres suicidas es de 4 a 1.
Condicionar a un niño para que sea lo que la sociedad quiere que sea, prohibirle sentir o exteriorizar lo que siente, obligarle a mostrar su fuerza, apuntarle a boxeo en vez de a ballet o, en definitiva, contestarle un "cállate" o un "los hombres no lloran" cuando está llorando frustrado por algo, a la larga convierte a ese niño en el hombre que quisiste, pero en un hombre definitivamente frágil, con traumas ocultos, y puede que condenado a pagar tempranamente con su salud.
share