Cuando acceden al ascensor todo parece normal. Vemos a cuatro hombres adultos, de aspecto talludo, que parecen ir juntos. Dos de ellos llevan botes de cerveza en la mano. Se diría que van un pelín borrachos. ¿Camino de una fiesta casera quizás?
El golpe de realidad llega cuando, cuarenta minutos después —unos pocos segundos en el vídeo, que está convenientemente editado—, las puertas del ascensor se abren y vemos a uno de aquellos cuatro ocupantes tendido en el suelo. Yace inconsciente junto a un charco de sangre a la altura de su cabeza. Sus acompañantes lo cogen de los miembros y lo elevan para colocar el cuerpo dentro de la caja del elevador. Le propinan unas cuantas patadas y ahí lo dejan. Antes, rebuscan en su bolsa y en sus bolsillos —los de la víctima— por si hubiera algo de valor.
La actitud de los agresores resulta escalofriante. No solo por los golpes, sino también por las risas, por el desdén que exhiben. Aún más cuando leemos que, según la información facilitada por el Servicio de Fiscalía de la Corona, la víctima y sus agresores se conocían, eran “amigos de la infancia”, todos habían crecido en la misma zona de Hull, y se habían encontrado en un pub después de 10 años sin verse. Estaban “poniéndose al día”, como se suele decir. Hasta que algo pasó. La motivación del ataque sigue sin estar clara.
La víctima y sus agresores se conocían, eran “viejos amigos”, todos habían crecido en la misma zona de Hull y se habían encontrado en un pub después de 10 años sin verse. Estaban “poniéndose al día”, como se suele decir. Hasta que algo pasó.
Durante toda la escena los ladrones alternan risas beodas con señales de desprecio hacia su víctima, que sigue inconsciente en el suelo. En un momento dado, cuando parece que vuelve en sí, vuelven a pegarle con fuerza.
El horrible vídeo acaba con una última escena terrorífica: cuarenta minutos después el ascensor se abre y vemos que la víctima sigue ahí tirada, en estado de semi inconsciencia y sangrando. Dos de los agresores que toman el ascensor para bajar se sorprenden al ver al tipo aún allí. Se sorprenden y se descojonan. En un momento dado parece que se dirigieran a él, pero no hacen nada por ayudarle. Al contrario. Le cae otra patada. Se largan del edificio entre, en risas.
Como comentábamos un poco más arriba, esto que has visto sucedió en la localidad inglesa de Hull, en un bloque de la Bathurst Street. La víctima tuvo que ser atendida por traumatismos en múltiples partes del cuerpo y por una pierna rota... por varios sitios. Las personas que aparecen en el vídeo ya han sido identificadas y juzgadas. Dos de los agresores tendrán que pasar una temporada en la cárcel por esta paliza.