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La ciudad rusa que está siendo tragada por la tierra

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Una ciudad fantasma, ya casi abandonada, que le debe su trágico destino a la explotación negligente durante décadas de sus minas de sal

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23 Mayo 2018 09:14

Quizá no hayas oído hablar de la ciudad rusa de Berezniki. Y no es de extrañar. Lo que queda de la ciudad va desapareciendo lentamente. Poco a poco se va hundiendo en el suelo. Grandes superficies de tierra se desploman creando gigantescos cráteres, los edificios se agrietan y caen dejando apenas cascotes y ruinas

Berezniki es hoy una ciudad fantasma, ya casi abandonada. Pero no siempre fue así. La estación de tren está cerrada porque está cerca de las zonas colapsadas y la propia iglesia está a punto de ser engullida. En algunos de los grandes cráteres, el agua ha hecho presencia y parecen lagos que anegan construcciones cercanas.

Pero nada de esto es natural, sino el fruto de una codicia desmedida y de la falta de responsabilidad de los gobernantes de la era soviética, aunque muchos ciudadanos siguen culpando a los actuales responsables.

Lo cierto es que la ciudad de Bereznike, en los Urales, está sobre unas minas de sal de potasio cuyas dimensiones, según algunos, multiplican varias veces el tamaño del pueblo. Estas minas, que fueron la principal fuente de riqueza y prosperidad de la zona, y su explotación ilimitada, son ahora la causa de la desaparición de esta ciudad que llegó a tener casi 150.000 habitantes.

Desde los años ochenta, han ido apareciendo grietas. Las grietas se han ido incrementando hasta aparecer los inmensos cráteres que han desgarrado la superficie y engullido edificios e industrias. Pero en 2006, una explosión en uno de los túneles terminó por precipitar el desastre, obligando a buena parte de la población a abandonarlo todo. Hoy, los drones sobrevuelan el avance inexorable de destrucción que avanza sobre esta ciudad fantasma a orillas del río Kama.

Durante décadas, la explotación descontrolada de las minas dio lugar a túneles y simas de más de cuatrocientos metros de profundidad. Hablamos de vacíos en cuyo volumen se estima que cabrían más de diez mil edificios de cinco alturas.

Hace algo más de diez años la entrada de agua en la mina causó una erosión en las paredes y soportes de los túneles que hizo que las cuevas empezasen a colapsar, como en un gigantesco dominó o un castillo de naipes, abriendo una sima tras otra que engullía trozos enteros de lo que una vez fue una hermosa ciudad.

La empresa Uralkali es la actual responsable de la mina y afirma que ha estado trabajando para reforzar la seguridad, por lo que ellos sostienen que las zonas no evacuadas no tienen problemas y pueden seguir siendo el hogar de cientos de familias. Pero son muchos los ciudadanos que invirtieron en una casa y que hoy miran horrorizados el avance de las grietas y la destrucción.

Aunque algunos de los que lo han perdido todo ya han sido indemnizados, muchos otros no han recibido nada y esperan, con el corazón en un puño, que se impondrá la razón y llegarán a un acuerdo para poder empezar otra vez, en otro lugar, muy lejos.

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