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Artículo Al nuevo coche presidencial de Donald Trump le dicen ‘La Bestia’. Así es por fuera y por dentro Content

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Al nuevo coche presidencial de Donald Trump le dicen ‘La Bestia’. Así es por fuera y por dentro

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'La Bestia 2.0' es prácticamente indestructible

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18 Abril 2018 19:19

Si los misiles del presidente Trump son “bonitos e inteligentes”, ya te puedes imaginar cómo será su nuevo coche presidencial. Y cómo en La Casa Blanca no escatiman cuando de la comodidad de sus mandatarios se trata, han encargado una docena, no sea que algún día se averíen once limusinas de golpe.

Así, cada Cadillac One presidencial es poco menos que una máquina de guerra. Sus puertas ostentan un blindaje de 20 cm de espesor, posee cristales anti-balas perforantes y una placa inferior de acero como primera defensa ante bombas lapa y cargas terrestres.

Como los ataques químicos están tan de moda, el vehículo también está dotado de un sistema de sellado y ventilación interna para que los ocupantes puedan respirar sin problemas en cualquier circunstancia.

En caso de que el presidente reciba un balazo y necesite de una transfusión urgente, en el maletero han ubicado varias bolsas de plasma de su tipo, así como otros elementos básicos de atención primaria.

Completando la lista de extras, también dispone de una cámara de visión nocturna y cañones delanteros de gas lacrimógeno para dispersar aglomeraciones en torno al vehículo. Además, sus neumáticos están reforzados con kevlar, de modo que pueden aguantar perforaciones de bala y las llantas de acero permiten que el coche siga circulando en caso de huída.

Unos tanto y otros tan poco

A pesar del flow que tiene la Limo One –nombre en clave para el vehículo donde viaja el presidente–, los comienzos de este servicio “tan presidencial” fueron más bien accidentados. Hasta el año 1918, los presidentes predecesores de Woodrow Wilson tuvieron que pagarse sus coches oficiales ellos mismos y ni siquiera pudieron aparcar dentro del recinto de La Casa Blanca hasta 1909, siendo William Howard Taft el primero en poder hacerlo de forma legal.

Sin embargo, Wilson, que tenía a su disposición un tren listo para salir de la estación de Washington en cualquier momento, se dio cuenta de que el mundo había cambiado y solicitó al Congreso un permiso especial para adquirir el primer coche presidencial, concretamente un Pierce-Arrow Serie 51 fabricado por la Car Company of Buffalo de New York.

Desde entonces, muchos han sido los modelos que han encarnado este símbolo del poder legítimo estadounidense. Algunos de ellos, tristemente célebres, como es el caso del Lincoln Continental X-100 del 61, el coche donde John Fitzgerald Kennedy fue asesinado el 22 de noviembre de 1963.

Al parecer, el vehículo estaba fuertemente blindado en los laterales, pero la capota era de plexiglás y favorecía la acumulación de calor en el habitáculo. Esto precipitó la decisión de JFK de acudir al desfile de Dallas con el techo desmontado y el resto, como suele decirse, es historia.

Lástima que el servicio secreto tuviera que aprender la lección “por la malas”. No obstante, a partir de ese momento, las mejoras en el coche presidencial han ido sucediéndose una tras otra hasta conseguir el nivel de seguridad que ofrece actualmente “la bestia”.

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