Oh! Parece ser que estás usando adblocker y lo respetamos. Por eso podrás seguir disfrutando de nuestros contenidos sin problema pero quisiéramos pedirte que lo desactivaras para nuestro site. Ayúdanos a seguir adelante y a luchar por aquello en lo que creemos.
Content
Este can podría trabajar en Hollywood
Playground community
12 Junio 2018 19:06
Los humanos a veces nos descalificamos diciéndonos eso de “eres más falso que un Judas”. Nos acusamos de mentir o de fingir toda clase de tristes penas con tal de salirnos con la nuestra. Pero nunca diremos “mientes como un perro”. Primero porque, afortunadamente, usar “perro” como insulto cada vez está más en desuso, es muy de tiempos pasados que, esperemos, no vuelvan. Segundo, porque no es el fingimiento ni la actitud falsa y traicionera la que identifica a un can. Más bien al contrario, suelen ser el ideal de la bondad, la generosidad y la honestidad sin límites.
Y sin embargo…
Tal como vemos en este caso, ciertamente extremo, recogido por este vídeo grabado a principios de junio en Tailandia, este perro se arrastra con notables dificultades por una calle. Usa la tracción que logra obtener de sus patas delanteras mientras arrastra sus cuartos traseros, inertes, tiesos. ¿Cómo no va a provocar esta imagen empatía, ternura, piedad en cualquier humano medianamente… pues eso, humano?
Luego llega la sorpresa: todo es mentira.
Al perro no le pasa absolutamente nada y finge como un actor profesional. Tiene pleno uso, en todas facultades, de sus cuatro patas. Puede caminar y correr. Lo de arrastrarse, actuar, es un don a mayores que adorna todas las dotes habituales de nuestros amigos y mascotas.
¿Qué intenta conseguir? Puede ser atención. Puede ser alimento. Probablemente, ambas cosas, indiferentemente del orden en que las obtenga. Probablemente, el can ya haya aprendido que ambas cosas suelen ir juntas.
Los cuidadores hemos visto que nuestros compañeros hacen cosas así, aunque no todos logren esta interpretación de Óscar. Nos miran fijamente cuando vamos a la nevera a por un poco de fiambre; lanzan esas miradas y gemiditos tan suyos para llamar nuestra atención y buscar afecto, caricias... y chucherías. Se han conocido casos de fingimiento de síntomas como toses, cojera o poses exhaustas para lograr mayor atención de sus cuidadores.
Quizá sea complicado en esta cuestión discernir dónde está el límite de la actitud que ellos adoptan y aquello que nosotros leemos —o creemos leer— en sus expresivos rostros y en las actitudes que desarrollan ante nuestra atención o falta de atención. Probablemente sea un ciclo que se realimente.
Comida, mimos, compañía o cariño. Recompensas. ¿Pero qué queréis que os diga? Lo más probable sea que las merezcan. Así que se lo perdonamos todo. Porque les queremos. Porque nos quieren. Y porque sí.
share