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Cometió un error fatal al decidir correr hacia el agua. Sus amigos lo vieron todo, impotentes, desde la otra orilla
Playground community
14 Junio 2018 19:37
Disney ha hecho mucho daño. No lo decimos nosotros, sino expertos de campos que van de la Psicología a la Comunicación. El proceso de antropomorfización de todo el abanico de animales que han representado (patos, ratones, leones, perros, gatos, toros…) y la manera en que hemos comulgado con ello con un cierto “ternurismo” carente de todo sentido crítico, han implantado en nuestro subconsciente la idea de que la comunicación con toda especie animal es ya no posible, sino potencialmente plena.
El vídeo que acompaña estas palabras muestra —aún con los nervios y pulso inseguro propios de una grabación de estas características— que la naturaleza es implacable y no puede ser domesticada a capricho del hombre, y que éste debe conocer cuáles son sus límites en plena naturaleza.
Lo que pasó fue que, el pasado 6 de Junio, un pescador de la aldea de Kovran (Kamchatka, en la Rusia Oriental) se encontró con un oso hambriento en las inmediaciones de un río. Al principio el hombre se encaramó a la loma que tenía a un lado para buscar distancia con el animal, que no tenía muy buenas pulgas (el hambre es lo que tiene). Pero cuando el oso empezó a alejarse —o eso parecía—, el pescador escogió correr hacia su bote. Y el oso escogió perseguirle.
Con un comprensible pánico, el pescador opta por lanzarse al río que, presumimos, no debía ser muy cálido. Lo hace además con equipamiento y vestuario de pesca fluvial, que incluye botas altas de goma. Su cuerpo, ahogado, apareció al día siguiente.
No le mató el oso: le mató el miedo.
¿Qué hubiera podido hacer Sergei Zhirkov (que tal era el nombre de la víctima) ante la inesperada situación?
Distintos especialistas en osos exponen que lo primero de todo es intentar evitar el contacto con estos bellos y salvajes seres. No es ocioso recordarlo: hay gente que en paseos por reservas o por entornos rurales sienten la irresponsable tentación de acercarse, observar, hacer fotos y en los casos más desinformados, lanzar comida. No, no y no.
Hay que evitar el contacto. Si los ves y ellos a ti, retrocede. Con cuidado y en el mayor silencio posible.
Si te ven, no grites: lo tomarán como amenaza. No corras: corren más que tú. La única opción que habla a favor de correr consistiría en la posibilidad de que tengas cerca de ti un refugio, una cabaña o un vehículo. De la misma manera, los expertos añaden: no trepes. Si te superan corriendo, ni te imaginas trepando.
Si llevas un arma de fuego, no pienses en disparar al aire: les provoca. Si llevas contigo un perro, domínalo y sujétalo. Hay que tener cuidado caminando por esos senderos dónde pudiera haber osos (o jabalíes) con tus perros; pueden atraer e incitar a estos animales.
Luego, y sobre todo, si te encuentras con una osa y sus crías, jamás, jamás, te interpongas físicamente entre los oseznos y su madre.
Dicho todo esto, para ayudar a mantener la calma, los osos han aprendido —quizá mejor que nosotros— que no hay nada que ganar en estos encuentros y tienden a evitar y apartarse de los humanos en cuánto huelen nuestra proximidad.
En España en los últimos 25 años tan solo se han registrado cinco asaltos a humanos por parte de osos. Y ninguno ha culminado en muerte. A escala mundial, hay de cinco a diez muertes anuales de humanos a manos, o mejor dicho, zarpas, de oso. Así que es improbable que te pase.
Ante todo, respeta y conoce. Esa es la mejor respuesta para casi todo.
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