Los cuatro presos agredidos estaban esposados a una mesa y no pudieron escapar del ataque. Los guardas no aparecen en la escena hasta pasado un minuto
Una escena de verdadera pesadilla. Ocurrió el 4 de junio de 2017 en una prisión de Ohio conocida, supuestamente, por ser una de las más seguras del país.
En las imágenes vemos cómo cuatro hombres están sentados alrededor de una mesa. Los cuatro charlan en un ambiente distendido y tranquilo. Detrás de ellos, otro hombre, que está sentado solo en la mesa contigua, se levanta y sin razón aparente va directo a apuñalar varias veces a uno de los reclusos. Es entonces cuando vemos con claridad que los cuatro que comparten charla están encadenados a la mesa.
Los cuatro hombres corren como pueden alrededor de la pieza de mobiliario a la que están amarrados tratando de esquivar al agresor. Es todo lo que pueden hacer.
El primer agredido, Shamieke Pugh, comienza a sangrar. El atacante, identificado como Greg Reinke, cambia de rumbo y se empieza a ensañar con otro de los presos, que pierde el equilibrio e intenta defenderse con patadas.
Nervios, impotencia… Hasta que uno logra deshacerse de sus cadenas y se lanza a intentar frenar la brutal agresión múltiple.
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Los primeros guardas no aparecen en la escena hasta pasado un minuto. Y cuando por fin hacen acto de presencia, los vemos acercarse por el largo pasillo con una tranquilidad que no es propia dada la grave situación.
Los tres heridos sangran en la mesa en la que siguen encadenados. Tres de los guardias se enfundan sus guantes y parecen comenzar a gestionar lo ocurrido.
El shock es aún mayor cuando uno se entera de que, un día después, las autoridades decidieron no tomar medidas contra el agresor. ¿La razón? Reinke ya estaba cumpliendo una condena de cadena perpetua por asesinato con agravante en un tiroteo producido en Cleveland en el año 2004. O sea, para qué "perder el tiempo" imponiendo nuevas penas por lo sucedido, si el agresor ya va a pasar el resto de su vida en la cárcel. Esa fue su postura.
"Sí, el Sr. Reinke está en prisión de por vida, pero estos reclusos, estos caballeros que estaban allí, independientemente de la razón por la que estuvieron en prisión, tienen derecho a ser protegidos". Así declaraba su oposición ante la actuación de las autoridades el Fiscal del Condado de Scioto, Shane Tieman.
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Pugh, uno de los agredidos, siempre ha mantenido que el ataque estuvo organizado por los guardias de la prisión, pacto que las autoridades negaron rotundamente.
"Esposado de manos, tobillos con grilletes y esposado a una mesa. Se suponía que te sentías seguro al ir a las mesas". Así definía uno de los agredidos la impotencia y la poca explicación que tiene el suceso.
Ocho meses después, Reinke reincidió junto con otro preso apuñalando en 32 ocasiones al guardia de la enfermería, que continúa recuperándose de las lesiones internas producidas por el ataque. Tras los hechos, el nuevo fiscal electo decidió acusar de los dos ataques protagonizados en la prisión a Reinke, que se declaró inocente.
Sin duda, una prisión es un lugar donde cumplir condena pero al que se le presumen unos considerables niveles de seguridad, también para los propios reclusos.
A consecuencia de esta agresión, el sindicato que representa a los guardias de la prisión de Ohio logró que se acabase con la práctica de atar a los presos a una mesa.
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