Hay situaciones en las que resulta imposible echar humor a la actualidad.
La de profesor es una de las profesiones más queridas, asumen el cuidado y nutrición intelectual de los niños y contribuyen con un trabajo muy exigente y estresante, a la construcción de una sociedad y un futuro mejores. Siempre es así, pero con mayor motivo en lugares con problemas, con procesos de violencia, con zonas desestructuradas o en las que las familias deban pensar ante todo en sobrevivir.
Por eso es importante darse cuenta del significado de que una banda criminal tenga a una educadora como enemiga, como persona a abatir o, cuando menos —si se vence a las amenazas— a alejar vía coacción de la zona de influencia.
Eso es lo que se escucha en este audio grabado el pasado 30 de junio en Colombia, en San Pablo, Departamento de Bolívar. Una de tantas zonas de ese país afectada por años de combate entre guerrilleros y fuerzas del Estado.
Un comandante paramilitar llamado Carlos Mario amenaza a una profesora. El aviso es fácil de entender: “aquí matamos a quién queremos”. Toda una declaración de principios en ausencia de la Ley.
Magda Deyanira Ballestas, la profesora en cuestión, ha tenido que abandonar su destino profesional en el colegio La Mixta debido a estas amenazas, aunque ella tuvo el valor en un primer momento de exigir a la voz anónima -por lo tanto, cobarde- que le hablara con el debido respeto. Algo que, por cierto, tan solo logró que el criminal se sintiera provocado y ofendido, bajo su peculiar sentido del respeto y el amor propio.
En Colombia puede haber un “proceso de paz”, pero las guerras por el dominio del narcotráfico han causado en lo que va de 2018, la cantidad de 3.491 muertes, según el Fiscal General Néstor Humberto Martínez.
El caso de Dña. Magda no es el único: hay otros seis profesores que han sufrido amenazas similares. Esto tan solo refuerza la idea de que la educación de los niños, futuros miembros de la ciudadanía, es algo que incomoda, incluso asusta, a las fuerzas del crimen: una persona educada en valores de Libertad y Justicia es más difícil de manejar por cualquier entidad criminal.
Pero por desgracia, en este punto para poner a salvo a esta profesora y su familia -que ya no era la primera vez ni el primer Departamento en que sufrían amenazas y a la que algunos medios, irresponsablemente, han puesto rostro usando fotos- han tenido que desplazarla de nuevo.
A la profesora Deyanira le queda poco tiempo para el retiro ya que supera los sesenta años de edad. Hay que preguntarse, aplicándolo a cualquier sociedad, qué pasará si terminan retirados o asustados todos los maestros capaces de exigir cuando menos respeto a los elementos criminales.
Pero ella aún está en activo y su propagación de la libertad y del conocimiento es objeto de amenazas porque es la mejor arma contra las mafias criminales y los gurús de la violencia. Ellos lo saben. Y ella también. Desde aquí nuestro reconocimiento a ella, y a todos los que son como ella en los lugares más difíciles del mundo. ¡Héroes!