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El momento en que una broma con una manguera de aire comprimido acaba en tragedia

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La broma le costó la vida a un empleado

Playground community

27 Septiembre 2018 20:58

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Las bromas se sabe cómo empiezan, pero no se sabe cómo acaban. Hasta que acaban. Y algunas acaban de todo. Con todo.

Que una broma, algo ideado —que no pensado, porque algunas no son hijas del pensamiento— para accionar la guasa y la risa, derive en la muerte, es algo difícil de narrar. ¿Cómo es posible que algo que en un minuto puede parecer divertido, se vuelva tan trágico en el minuto siguiente? Trágico y con una vida en el debe. Y va a costar otra, porque la vida del responsable, del culpable, ya nunca será igual tampoco.

Pero vayamos con los hechos. Una fábrica en Kolhapur, estado de Maharashtra, India. Un jefecillo va a hacerse el simpático con un subalterno en el trabajo. El supervisor se acerca con un propulsor de aire comprimido en la mano. Proyecta chorros de potente y concentrado aire y se dedica a hacer la broma de quitarle a su compañero pequeños fragmentos metálicos, restos de los materiales de trabajo, del pelo y de la ropa. El subalterno no se opone. Puede que ya le hayan hecho esa broma antes. Puede que acepte para no contradecir a su jefe, ya que está de tan buen humor.

Pero este decide llevar la broma un poco más allá: acercara el tubo del propulsor al recto del obrero. “Jiji, jaja… Mira lo que te hago”.

Aditva Jadhavlos, el obrero, convulsiona, se gira, se deshilvana. Cae. Sus intestinos han quedado destrozados por la proximidad a su recto del proyector. Tal es la potencia del aire que emite.

Todo queda registrado por una cámara de vigilancia.

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Jadhav fue trasladado al hospital. Allí los médicos no pudieron hacer nada por él. Llegó en estado crítico por graves daños intestinales. Al poco tiempo falleció.

De acuerdo al diario Maharashtra Times, después de lo sucedido el supervisor entendió la gravedad del asunto y decidió huir. Desaparecer. La policía aún no ha dado su paradero.

Todo era una broma. Una broma que se ha costado dos vidas. La vida del subalterno, ya finalizada. La del supervisor, de otra manera, también.

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