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Artículo Se rompen los brazos al evitar que una niña de 2 años se estrelle contra el suelo Content

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Se rompen los brazos al evitar que una niña de 2 años se estrelle contra el suelo

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La niña se había precipitado al vacío desde la ventana de la vivienda familiar

Playground community

28 Septiembre 2018 14:01

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El Destino nunca te avisa de que hoy vas a ser un héroe. Te pone en situación, sin indicártelo previamente. Y existe tan solo una muy breve franja temporal —a veces de un segundo o de dos, no más— en la que queda en tu mano el flaquear o el saber estar a la altura de las circunstancias.

Este vídeo recoge ese crucial instante para dos sencillos obreros chinos. La ciudad se llama Liushi. Pero hubiera podido ser Lisboa, Creta, Ciudad del Cabo, Méjico DF…

Una niña de dos años se queda sola en casa por unos minutos. Está dormida. Sus padres no se encuentran en casa en ese momento y su abuela, encargada de vigilarla, ha salido a un recado al verla profundamente dormida.

El concepto “profundamente dormida” en un niño pequeño compite en fragilidad con “una mascota no puede hacer esto”, sea lo que sea “esto”, como todo mascotero sabe bien.

El caso es que la niña despierta, comienza a vagar por la casa buscando un rostro reconocible: papá, mamá, abuelita. Nada. Y llega hasta la ventana. “Quizá estén ahí”, debió de pensar en su aún elemental lenguaje.

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Lo que quiso el Destino o el Azar, fue que abajo estuvieran dos trabajadores de una fábrica cercana. Dos hombres de 49 y 57 años que iban a encararse con uno de esos momentos que citábamos. Momentos ante los que hay que actuar sin duda y sin permitir que el asombro o el horror te congelen.

Esos dos hombres miraron hacia arriba y vieron a la pequeña asomándose al vacío desde la ventana de un cuarto piso. Uno de los trabajadores, de nombre Yun Runsheng tuvo el tiempo justo para tener, más que un pensamiento, una sensación: la de que si no intentaba coger al vuelo a la niña lo lamentaría hasta su último día sobre la Tierra.

Así que Yun y su compañero se interpusieron entre la vida de la niña y el mortal impacto que se venía. La frenaron. No pudieron sujetarla totalmente, recibirla en brazos como el mejor portero de fútbol del mundo, pero la frenaron.

La fuerza que arrastraba era tal que el cuerpecito de la cría rebotó de sus brazos al suelo en un golpe. Un golpe, sí, pero ni de lejos el impacto que la hubiera destrozado. En vez de eso, salió del trance con algunos moratones. Sus salvadores arrastran alguna fractura de brazos y muñeca. Pero no lo lamentan.

Los dos héroes han sido condecorados y premiados por el Estado con 6.000 yuanes (una cantidad inferior a los 1.000 dólares). Pero todos sabemos que no es por el dinero ni los reconocimientos que tomaron la decisión correcta. La madre de la niña aportó una cantidad adicional, 2.000 yuanes, como muestra de agradecimiento. También se ha comprometido a costear los gastos médicos que deriven de sus fracturas de huesos. Pero lo más significativo es que anotó sus nombres y direcciones para que en un futuro próximo, la niña les agradezca estar aún aquí. Ahí sí que radica la recompensa.

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