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Culture
Hablamos con el director de 'Los Increíbles' sobre la nueva entrega de la saga, John Lasseter y por qué la animación es "salvaje"
11 Mayo 2018 14:12
“¿Si habrá tercera parte de Los Increíbles? Si me preguntas ahora mismo te diré que no, pero no deberías preguntarle a nadie si desea un embarazo cuando está en el paritorio”.
Su forma de alzar voz provoca picos de audio en la grabadora. Lo hace para bromear, como las voces: de pronto, se pone a hablar como Edna Mode, la carismática diseñadora de Los Increíbles. De hecho, a todos los efectos, se podría decir que él es Edna Mode. “No fue decisión mía doblar a Edna”, asegura Brad Bird, esta vez, y sin que sirva de precedente, en una tonalidad ortodoxa. “Fue John Lasseter quién me dijo que yo debía interpretar al personaje”. A John Lasseter volveremos luego. A Edna, también.
En los Pixar Animation Studios de San Francisco la gente va de un lado a otro en patinete, de un lado a otro en miniskate; lo veo desde la ventana que queda a la espalda de Brad Bird. Sobre ella –sobre su espalda– descansa una filmografía que incluye El Gigante de Hierro, Ratatouille y la cuarta entrega de Misión: Imposible. “La vieja versión televisiva de Misión: Imposible, la serie de Los Vengadores, las películas de James Bond y Operación U.N.C.L.E. eran el tipo de material al que teníamos que acudir, los niños que crecimos en los sesenta, cuando queríamos ver heroísmo y villanía a gran escala, decorados asombrosos, peleas a muerte, música épica, gadgets increíbles”, recita Bird.
“Aunque existiesen series de Superman y de Batman entonces, eran demasiado paródicas, y cuando los lectores de cómics queríamos ver ese tipo aventuras plasmadas en una pantalla de manera convincente, teníamos que recurrir a las series y las películas de espías”. Sobre ella –sobre la espalda de Bird– descansa también Los Increíbles, ¿y qué demonios se supone que es Los Increíbles, sino una película de espías?
Respuesta corta uno: Los Increíbles es una cinta de animación estrenada en 2004 que hizo una recaudación de 633$ millones. Respuesta corta dos: Los Increíbles es una película de superhéroes cuya secuela prevé dominar la taquilla este verano. Respuesta corta tres: Los Increíbles es una película que podría no haberse estrenado jamás, invalidando las dos respuestas cortas anteriores. “Cuando les presentamos Los Increíbles, en Disney no querían hacerse cargo la película”, confiesa Bird. “El tipo que nos atendió no comprendía el proyecto: pensaba que queríamos hacer una especie de Spy Kids”, añade el realizador. Sin contexto, su relato parecería de ciencia-ficción: ¿La productora de Infinity War despreciando una película de superhéroes? Bienvenidos a los primeros dosmiles.
“El paisaje cinematográfico ha cambiado mucho desde entonces”, señala el productor John Walker, a la derecha de Bird. “Cuando nos pusimos a trabajar en esta secuela, no dejábamos de preguntarnos si el mundo necesitaba otra película de superhéroes, y la respuesta siempre era la misma: probablemente no”, concluye Walker. ¿La solución a la encrucijada? Convertir los superpoderes, como ya hicieran en 2004, en algo colateral.
“Cualquier película de superhéroes exitosa lo es, no por los efectos especiales, sino por sus personajes”, defiende Bird, adhiriéndose a la máxima Marvel. “Son personajes con los que, pese a sus asombrosos poderes, podemos reconocer en nuestro día a día, personajes con los que podemos conectar. En el caso de Los Increíbles 2, esa conexión vuelve a ser la familia y los retos que ésta supone. Una de las cosas que más me satisface de estas películas es que ofrecen múltiples vías para empatizar con los personajes: yo fui un hermano pequeño irritante que molestaba a sus hermanas; vi como mi primogénito se convertía en un hermano mayor territorial; mi matrimonio pasó por la desconcertante fase que precede a la paternidad, con sus mi-madre-solía-hacer-esto y sus pues-mi-padre-solía-hacer-lo-otro”.
“Sea de una manera, sea de otra”, asegura Bird, “puedo ponerme en la piel de cualquier personaje de Los Increíbles 2”.
Los Increíbles 2 (Brad Bird, 2018)
Bird habla de la invisible Violeta y del veloz Dash como lo haría –y lo hace– de sus propios hijos; en parte, bien es cierto que ellos lo son. El tiempo no ha pasado para la familia protagonista de Los Increíbles, pero no podemos decir lo mismo de sus roles domésticos: si en la primera parte era Bob quién daba el paso inicial para volverse a poner las mallas, esta vez será su mujer, Helen, quién se lanzará a la aventura, mientras el padre se queda en casa al encargo de los cuidados. “Más que feminista, te diría que Los Increíbles 2 es una película que retrata temas universales que competen a madres y padres”, responde el director, sobre el publicitado halo de empoderamiento que rodea a éste, su nuevo título.
Aunque Bird parece reacio definir Los Increíbles 2 como cine feminista, el agravio comparativo entre la Helen de la película original y la que nos encontraremos en esta secuela es mastodóntico: dónde la primera pasaba el aspirador mientras Bob se repantingaba en el sofá, dónde la primera colocaba bien la corbata a su marido antes de que éste saliese a trabajar, la segunda lo dejará en casa, poniendo biberones y pañales, mientras ella se lanza a combatir el crimen a lomos de una moto. “Como ha hecho el resto de sociedad”, aporta la productora Nicole Paradis, a la izquierda de Bird, “nosotros también nos hemos sensibilizado sobre cómo y qué ponemos en pantalla. En ese sentido, creo que hemos hecho un trabajo muy superior que en la primera parte”.
“Sí”, reacciona Bird, “pero siento que en la primera Los Increíbles Helen ya era una mujer muy fuerte. No hemos hecho otra cosa que continuar por esa senda. Algunos dicen que el enfoque de Los Increíbles 2 se ha fraguado al calor de #MeToo, y me parece bien, porque soy un defensor de ese movimiento”, promete el director. “Pero, para mí, esa sensibilidad ya estaba en la película original; cualquier persona responsable se hubiera encargado de que así fuera”.
Los Increíbles 2 (Brad Bird, 2018)
Responsabilidad, Sensibilidad, #MeToo: es hora de hablar de John Lasseter.
“No sabemos si va a volver o no a Pixar”, dice Bird de John Lasseter. Acreditado como productor ejecutivo en ésta Los Increíbles 2, Lasseter lleva meses ausente de su puesto, en un break sabático que solicitó tras salir a la luz varios casos de conducta sexual inapropiada, en los que el capo supremo de Pixar se vio involucrado como parte agresora. En unos días termina su excedencia, pero nadie asegura que, con la extinción de ésta, John Lasseter retome su puesto. “No hemos estado en contacto con él durante este tiempo”, apuntará Bird.
Aunque tanto el director como los productores de Los Increíbles 2 evitan hacer comentarios sobre la polémica alrededor de su compañero, sí aprovechan la salida a colación de su nombre para dedicarle una hagiografía. “John estuvo muy implicado en Los Increíbles 2, aportando muchas ideas y dándonos feedback cuando nosotros le lanzábamos las nuestras. La primera Los Increíbles ya le debe mucho a John: para hacerla posible, él puso su cuerpo entre nuestra película y los ejecutivos de Disney que no querían hacerla. Fue gracias a él que pudimos hacer unos storyreels de prueba, presentárselos a Disney y obtener luz verde para ponernos a trabajar en el filme definitivo”.
“Nunca habríamos puesto un pie en esta casa sin la intermediación de John”, sentencia Bird, “todavía hoy le debemos mucho”.
Cumplida la promesa de volver a John, solo queda rendir cuentas con Edna. Y es que el personaje más querido y recordado de la primera Los Increíbles está, una vez más, dispuesta a brillar como una supernova en esta segunda parte. “Para nada pensaba que Edna Mode fuera a hacerse tan popular”, asegura Brad Bird. “Durante la promoción de la primera película, me sorprendió mucho que, por cada país que pasábamos, todos insistían en tener una Edna local; en Francia, por ejemplo, la relacionaban con Coco Chanel. Me dejó boquiabierto que un personaje tan extremo fuese, a la vez, tan universal”.
Los Increíbles (Brad Bird, 2004)
Prestándole su voz, Bird hizo de Edna un inesperado icono queer. “No era ésa mi intención”, puntualiza el director, cuyo magnetismo a la hora de hacer los scracthes de Edna –las voces provisionales antes de los actores de doblaje entren a escena– eclipsó a cualquier aspirante posterior. “Dicho esto, para mí sí es muy interesante ver cómo, al traducirse la película a otros idiomas, a veces la doblan otros hombres, a veces la doblan otras mujeres. Dependiendo del país, Edna puede ser un hombre queer, una mujer hetero, un hombre hetero, una mujer queer; quién sabe”, fantasea el realizador. “Cualquiera de esas elecciones me parecería correcta”.
“Lo bueno que tienen estas películas es que los adultos pueden disfrutarlas a un nivel diferente del que la disfrutan los niños”, considera el cineasta. “Hago películas para que todo el mundo pueda verlas, así que categorías como ‘cine infantil’ o ‘cine familiar’ tienen cierta connotación negativa para mí, porque dan a entender que este tipo de cine no tiene nada de interesante. Me pone de los nervios que la gente considere la animación como un medio infantil, o a los niños como espectadores estúpidos”.
“Los dibujos animados son territorio salvaje”, termina Bird. “La animación puede servir para hacer películas terroríficas, románticas, agresivas. Películas de comedia, películas de ciencia-ficción. La clave es hacer aquella película que tú querrías ver. Las películas deberían hacerse siempre así: pensando en un cine con las luces apagadas y un público preguntándose qué va a ocurrir cuando se abran las cortinas”.
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