'Llámame': la angustia de la Zowi que será también la tuya

Hace justo una semana se publicaba Me perdí en Madrid, el primer adelanto del A.D.R.O.M.I.C.F.M.S. 4. En la pista, como ya adelantaba su título, Yung Beef hablaba de una escapada en Madrid que incluía tiros de coca, devaneos nocturnos y taxis perdidos.

Aunque no lo explicitase de forma literal, todo parecía indicar que Zowi, su pareja y compañera del sello La Vendicion Records, no lo acompaña en esta incursión madrileña.

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Llámame, el nuevo single de la trap queen, se antoja como una respuesta obvia a Me perdí en Madrid: la Zowi, sola en casa, enciende pitillo tras pitillo, retoza en su cama, el teléfono siempre cerca; comunicando. “Cuando llegues, llámame”, repite la cantante, en forma de estribillo.

No sólo la tipografía de los créditos remite a los de ¡Átame! (Pedro Almodovar, 1990), sino también ese atisbo de una relación sentimental que, pese a los colores pastiche, puede volverse tortuosa –en este caso, por la escucha reiterada del (cruel) mensaje pregrabado en un buzón de voz.

Aunque, antes de hacer play al tema, el título nos remita directamente a Call Me, la efervescencia y la euforia de Blondie son sustituidas en Llámame por angustia y desazón. Entre medio, algunas líneas imbatibles: “Todas quieren verte muerto, quieren cazarte en el huerto y, cada vez que no has vuelto”, canta la Zowi, “yo en la calle, como un gato tuerto”.

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En, por ejemplo, una maravilla absoluta como Mi Chulo, podemos fabular que entre Yung Beef y la Zowi hay una suerte de relación poliamorosa –“tráete a otra puta y lo hacemos los tres”–, y toda relación no-monógama trae consigo una consecuente gestión de los celos.

Llámame no hace otra cosa que, con honestidad, poner todo eso encima de la mesa y, a la vez, con cada fajo acuchillado, con cada billete planchado, quitarle hierro.

Lo dijimos el año pasado y lo mantenemos éste: no hay nadie más grande que la Zowi.