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'Star Trek: Discovery' es todo aquello que no esperabas de 'Star Trek'

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La última frontera no era el espacio: era la brecha de género. 'Star Trek' explora sus límites en una nueva serie, heredera directa de las últimas películas de la saga

víctor parkas

30 Septiembre 2017 06:00


Tras un gutural speech en klingon –que llama a aliarse contra aquellos cuyo fatídico saludo es “venimos en son de paz–, entra un plano aéreo: la cámara recorre, con rapidez de dron predador, un desierto en el que distinguimos, avanzando, dos figuras humanas. Por sus voces, las reconocemos como mujeres; por su conversación, como capitán y comandante de la Flota Estelar.

Cuando la cámara baja y ellas descubren sus caras, exponiéndolas así a la ignota arena alienígena, se nos revelan rasgos inesperados: la capitán Georgiou está interpretada por Michelle Yeoh, una actriz malaya de origen chino; la comandante primera Michael Burnham, por la afroamericana Sonequa Martin-Green.

En menos de dos minutos, el piloto de Star Trek: Discovery ya ha roto con tres clichés de la saga: por un lado, es la primera vez que la serie presenta un tándem capitán/comandante netamente femenino; en segundo lugar, y aunque ya habíamos visto capitanes mujer (Kathryn Janeway) y no caucásicos (Benjamín Lafayette), ésta es la primera ocasión en que la Flota Estelar está dirigida por alguien que cumple ambos requisitos.

Por último, Star Trek: Discovery arranca al aire libre, fuera del espacio opresivo y anquilosado de la nave que, como es habitual, da nombre al título. Y es una declaración de intenciones: Discovery, a cielo descubierto, busca oxígeno; orear el olor a cerrado que la saga, en su versión televisiva, arrastra desde hace más de una década.

Nacida a rebufo del éxito cinematográfico del Star Trek firmado por J.J. Abrams –y sus dos pingües secuelas–, Discovery toma de aquel reboot fílmico la trepidanca y el arrojo, elementos sine qua non para resultar atractiva al público no-trekkie. En sus dos capítulos fundacionales, la serie relega los soporíferos diálogos de sus predecesoras –“nos acercamos a un campo de asteroides”– para convertirse en un contenedor de motines espaciales, desafíos jerárquicos en el puente de mando, y batallas interplanetarias que se saldan con bajas. Mortales.

A lo largo de sus 700 horas de ficción televisiva, Star Trek ya había conseguido antes transgredir su propia fórmula, pero nunca tan rápido –y en su obertura– como Discovery.

Lo más excitante de 'Discovery' es su capacidad no ya para desprogramar la saga a la que pertenece, sino para deshacerse su propio mecanismo interno

Ese conflicto entre el clasicismo de la serie y el necesario relevo que representa Discovery tiene su máxima expresión cuando los klingon amenazan la Flota Estelar: un almirante, en forma de holograma, insta a la capitán a dialogar con los extraterrestres; Michael Burnham, por su parte, apuesta por una solución, digamos, algo más expeditiva.

“Debemos atacar a esa nave con todo lo que tenemos”, insiste la comandante.

La supuesta diversidad de la que siempre ha hecho gala Star Trek, será aquí puesta en discusión: aunque la alternativa de Burnham se revelará más tarde como la más sensata, podrá más la orden de un superior varón que, directamente, habla dándole la espalda a la comandante. Porque no, quizás en el espacio no puedan oírse nuestros gritos; el mansplaining sin embargo, se oye alto y claro.

En este negarse a sí misma –tres veces, y las que haga falta–, Discovery no muestra, contra pronóstico, la propia nave Discovery, reservándola para los capítulos que vendrán. La hora y media de show que suman los dos primeros episodios, así, funciona más como prefacio que como presunto episodio uno.

¿Por qué prologar? Para presentarnos a Michael como es debido; para verla caer, hundirse, y nosotros con ella. Porque, pese a terminar tocada y hundida por el fuego klingon, el personaje de Sonequa Martin-Green promete llevar el peso protagónico de Discovery –otra osadía más, teniendo en cuenta que Star Trek es, popularmente, coral.

Con todo, el status quo de la serie puede, tiene, por fuerza, que cambiar este domingo; rizar el rizo vulcaniano de su propia premisa. Lo más excitante de Discovery es justamente eso: su capacidad no ya para desprogramar la saga a la que pertenece, sino para deshacerse su propio mecanismo interno y las constantes de éste. ¿Acelará esto su sublevación? ¿La moderará?

Sea como sea, Spock lo dijo mejor que nadie: “Larga y próspera vida”.

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