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Culture
David Lynch está dando lo mejor de sí mismo la nueva temporada de 'Twin Peaks', enfadado a mucha gente por el camino, conquistando a otros tantos, y desconcertando a la mayoría
04 Julio 2017 06:00
En el último capítulo de la serie, un espíritu surgido de una explosión nuclear se adentra en una emisora de radio y toma las ondas. “Esta es el agua y este es el pozo, bebe hasta saciarte y baja”, dice, micro en mano. “El caballo es el blanco de los ojos pero oscuro en su interior”. Su speech, al radiarse, causa perturbación en los oyentes, provocando, en el mejor de los casos, desmayos. La analogía es casi obligada: habiendo seguido el programa estas últimas semanas, bien podría decirse que David Lynch es esa presencia fantasmal, el canal Showtime es su micrófono y nosotros, claro, somos aquellos susceptibles a sufrir desmayos con cada nuevo episodio de Twin Peaks.
Porque lo de Twin Peaks es un tema. Lynch, con su regreso triunfal a televisión, no es que esté generando opiniones divididas: está, directamente, fundando hinchadas rivales. Twin Peaks, con su tercera temporada, para bien y para mal, está siendo todo lo que nadie esperaba que fuese. Hay quién la ve más como una película de 18 horas que como una serie. También, por qué no, podría recibirse como se recibe un óleo flamenco. Como El Triunfo de la Muerte. Como El jardín de las delicias. Trabajando a ese nivel, Twin Peaks se ha blindado a males contemporáneos como el spoiler. Si no se puede contar una serie ni siquiera en ese ring, ¿se podrá acaso en alguno?
La nueva temporada de Twin Peaks, como reza esa construcción abominable, “no está dejando indiferente a nadie”. Las razones detrás de la rabia y del amor que despierta la serie son, en muchos casos, las mismas. Un GIF y ahí van diez de ellas.
1) Es lo primero que dirige Lynch es más de diez años. Y la espera ha merecido tanto la pena que podrían haber pasado incluso diez más. Desde Inland Empire, los fans del director tenían que ver saciada su sed mediante breves videoclips y la escucha reiterada de sus álbumes de electrónica Crazy Clown Time y The Big Dream. Lynch, con Twin Peaks, ha respondido a esa sed abriendo una presa: lejos de adoptar únicamente el rol de showrunner, todos los capítulos de la serie están dirigidos por él, en un marco de libertad creativa total por parte de Showtime. ¿Lynch con carta blanca durante 18 horas? Lynch con carta blanca durante 18 horas.
2) No es nostálgica. Y está pagando el precio de no serlo. Los que esperaban ver la fórmula de las dos temporadas originales replicada en una tercera, los que esperaban fanservice como quien espera el pienso en el abrevadero, se sienten profundamente decepcionados. La serie está llena de guiños y referencias a sus temporadas anteriores, sí, pero no busca la complacencia de su público objetivo. Los nuevos capítulos de Twin Peaks, de alguna manera, se posicionan de espaldas con respecto a su propio fenómeno fan, lo que a su vez abre posibilidades a los no-iniciados que quieran adentrarse en este extraño universo. Unos y otros, da igual la condición, están condenados a un desconcierto similar.
3) Kyle MacLachlan. Da vida, 25 años después, al icónico Agente Cooper, sí; pero ésa es solo una pequeña parte de su participación en la tercera temporada. MacLachlan, en pleno tour de force, ha interpretado la friolera de cuatro personajes distintos –a falta de algún rol extra en los episodios que vengan. Impresiona la intensidad del actor en cada uno de sus papeles, hasta el punto que, de una encarnación a otra, crees estar viendo a diferentes intérpretes. ¿Nuestra favorita? Es fácil caer bajo el embrujo de Dougie, un personaje naif con el que Lynch da rienda suelta a su vena más slapstick, urdiendo una especie de versión naturalista y verité de Buster Keaton o Charlot.
4) Surrealismo para las masas. Está claro que la producción de Lynch posterior a Carretera Perdida, con narraciones que sucedían, a partir de entonces, en el subconsciente de sus personajes, no era tan accesible como fue Twin Peaks a principios de los noventa. ¿Cuál de las dos facetas explotaría en los nuevos capítulos de la serie? ¿Apostaría por la ligereza televisiva o por el surrealismo más salvaje? Lynch, lejos de decidirse por una de las dos posturas, nos plantea otra pregunta: ¿Por qué elegir? La tercera temporada de Twin Peaks alterna lo narrativamente asimilable con la experimentación más abrumadora. A veces, ambas sensibilidades se superponen: lo que parecía formalmente convencional puede resolverse, abruptamente, con una solución onírica.
5) No se parece a ninguna serie en emisión. Tampoco a ninguna serie emitida tiempo atrás. De hecho, mi jurado interno aún está deliberando si es o no una serie. El tono de Twin Peaks es tan sofisticado que, como espectador, normalizas situaciones que en realidad son completamente inauditas. ¿Por qué ninguno de sus conocidos se alarma del estado errático y monosilábico en el que se encuentra Dougie? ¿Por que Frank Truman apunta una dirección de Skype en un papel teniendo, como descubrimos después, el ordenador justo en frente? ¿Quién diablos quiere comprar palas pintadas con spray dorado a 29,99 dólares la pieza?
Lynch, con su regreso triunfal a televisión, no es que esté generando opiniones divididas: está, directamente, fundando hinchadas rivales
6) Ahora eres un árbol que habla. Ciertas decisiones formales de la serie son tan anárquicas y aleatorias que solo puedes aplaudirlas, como se aplaude a un rey absolutista que opera, como opera Lynch, bajo una lógica que solo él es capaz de procesar. Ejemplo: Michael J. Anderson, el “hombre de otro sitio” en la serie original, no fue reclutado por Lynch por discrepancias entre actor y director. Insustituible por su peculiar físico –mide poco más de un metro–, la ausencia de Anderson obligaba a reescribir el guión para eliminar sus intervenciones. Lynch, lejos de ceder ante lo que siempre tiene que ceder un director –la realidad–, decidió sustituir a Anderson por una especie de ramas regidas por un cerebro diáfano. Un árbol que habla sirve también, sí.
7) El censo de Twin Peaks aumenta. Además de recuperar algunas caras conocidas de la producción original, Lynch ha reclutado a nuevos actores para aparecer, ni que sea escuetamente, en esta tercera temporada. Desde la risa incontenible que precede a la intervención de Michael Cera, hasta el furioso cameo de Jim Belushi, o la delicia histérica de Naomi Watts, con cada nuevo personaje aumentan las tramas, las intrigas y las ansias de conocer el background de todos ellos –merecen, sin exagerar, una película cada uno. Brillan con luz propia Robert Forster en el papel de sheriff taciturno –su personaje parece una extensión del que defendiese en Jackie Brown– y Laura Dern como una malhablada ex-agente del FBI, cuya identidad te deja sin aliento según la descubres.
8) En el capítulo anterior... Esa formulación no puede aplicarse a Twin Peaks porque Twin Peaks, ahora mismo, no ofrece ninguna garantía de continuidad. Cada capítulo es distinto al anterior, como el último será diferente al que se emita este domingo. Como espectador, es imposible sentirse seguro con la serie: cuando crees que sabes de qué va, Twin Peaks vuelve a cambiar el paso, y más te vale que tú lo hagas con ella. Puede ser a la vez un thriller a los Hermanos Coen, como la instalación de un museo de arte contemporáneo, de la misma forma que puede tornarse una película de cine mudo en blanco y negro, cuando no directamente una cinta de terror psicotrónico a lo Rob Zombie. Ah, por cierto: te acabo de describir el capítulo ocho entero. ¿El que sale Nine Inch Nails tocando íntegramente She's Gone Away? Ése, sí.
9) Ahora, unos minutos musicales. Ya que hablamos de Nine Inch Nails: si The Young Ones y The Muppet Show tenían a bandas tocando en directo, ¿por qué no iba a tenerlas también Twin Peaks? Y es que Trent Reznor y los suyos no han sido, para nada, los únicos en pasar por el escenario del Bang Bang Bar, el antro en el que tienen lugar los conciertos de la serie. Obviando la importancia de ver a NIN colaborando de nuevo con Lynch, quizás una de las actuaciones más emocionantes del programa haya sido la de Chromatics defendiendo Shadows, una torch song tan aterciopelada que parece haberse compuesto específicamente para la serie.
10) Todo está por hacer y todo es posible. La serie ni siquiera ha llegado a su ecuador; lo hará este domingo. Aun así, da la sensación de que puede ir en cien direcciones diferentes, cambiar de género, no resolver ninguna trama, resolver solo aquellas que nos parezcan irrelevantes. Es capaz incluso de hacer todo eso a la vez, y le bastaría con media hora para ello. De todas las especulaciones, la más atractiva es la posibilidad de un eventual cameo post-mortem de David Bowie –el cantante interpretaba a un agente del FBI en la película Twin Peaks: Fuego Camina Conmigo. ¿Es poco probable que eso ocurra? Puede. ¿Es imposible? Esa palabra, hoy por hoy, no existe en la terminología de Twin Peaks.
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