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'Más ojos y más vida': ¿puede el ganado salvarnos de los incendios?

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Una especialista en ganadería extensiva y un ecologista explican por qué nuestros bosques son un polvorín: " Al ritmo que vamos, en 10 o 20 años no quedará ni hierba"

Rosa Molinero Trias

27 Octubre 2017 10:53

Los incendios en Galicia han dejado miles de hectáreas arrasadas, centenares de personas afectadas y por fin han puesto al descubierto para todos una verdad que resplandece por fin como un diamante forjado por la presión social y el fuego: España tiene una política de gestión forestal funesta.

Con las cenizas humeantes, se empiezan a plantear posibles soluciones a un problema tremendamente complejo, entre ellas, la de devolver a la cabras y ovejas, cerdos y vacas, el papel de agentes forestales que ostentaban hasta hace poco al pastar por el bosque.

Hablamos con María Sánchez, que defiende la ganadería extensiva como parte de la solución, y con Simón Cortés, que desde la ecología contesta con apuesta por el conservacionismo y una gestión menos comercial de los bosques. Ambos coinciden en señalar los mismos problemas y en la necesidad inmediata de un cambio en las políticas forestales, que actualmente ganan terreno a un bosque que podría alimentar nuestra salud y nuestro estómago. Repasamos con ellos causas, culpables y sospechas a la vista de los incendios gallegos.

Ganado: el candidato tradicional para cuidar de los bosques

“Más ojos y más vida”. Para combatir los incendios antes de que empiecen. Así lo expresa María Sánchez, veterinaria y poeta (Cuaderno de Campo, 2017), que colabora en la Cátedra de Ganadería Ecológica Ecovalia de la Universidad de Córdoba.

En otras palabras, se habla de reconocer la contribución que la ganadería extensiva es capaz de realizar para prevenir incendios y por ello fomentarla, puesto que la presencia de ganaderos en las zonas rurales y de un ganado que se alimente de la hojarasca, los matojos y otras hierbas que el bosque genera sería una labor de prevención importantísima que a día de hoy nadie está llevando a cabo.

“Donde hay ganaderos y ganadería, no hay montes abandonados. La ganadería extensiva en nuestros montes es una forma eficaz y sostenible para la prevención de incendios forestales, ya que controla el crecimiento de la vegetación herbácea y arbustiva durante los meses de alto riesgo (de junio a octubre)”, explica María. “Y porque, al crear diferentes compartimentos en el paisaje, hay saltos en el terreno que dificultan la propagación del fuego en caso de la aparición de un incendio”.

Por otro lado y según esta tesis, María señala que los beneficios de la ganadería extensiva para el monte van todavía más allá: su estiércol proporciona nutrición y fertilidad al suelo, así como semillas que garantizan la resiembra y la conservación y recuperación de especies, asegurando la biodiversidad.

Donde hay ganaderos y ganadería, no hay montes abandonados.

María Sanchez, poeta y experta en ganadería ecológica

Igualmente importantes son los ganaderos: “Su presencia es vital en la prevención de incendios porque conservan las infraestructuras necesarios en la lucha contra el fuego, como pequeñas casetas o puntos de agua y facilitan labores de vigilancia del monte, alejando a posibles causantes de incendios”.

Además, indica que, ahora que volvemos a preocuparnos por cómo y dónde se producen nuestros alimentos, la ganadería extensiva “no compite con la población humana por recursos alimenticios”, ya que su alimento no es un pienso de cereales y legumbres.

Pero recuerda algo esencial: “debe realizarse con un manejo adecuado y un equilibrio entre los animales que pastan y los recursos que presenta cada zona, y esto es algo que el ganadero ha ido aprendiendo y perfeccionando a lo largo de la historia. Es un conocimiento que deberíamos mimar y preservar, y evitar a toda costa que se pierda. Insisto: esa simbiosis de animal, paisaje y persona debería ser valorada y reconocida como cultura y patrimonio”.

Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo con que la ganadería vuelva a los montes. De hecho, es un asunto que puede mirarse de tres formas: como María, desde la simbiosis que ofrece la ganadería; como los ingenieros de montes, es decir, en términos de producción y metros cúbicos de madera explotable; y como los ecologistas, que apuestan por la conservación y la intervención mínima.

Ahora mismo hay más monte que ganado. No se solucionaría gran cosa.

Simón Cortes, presidente de ARBA

Además, Simón arguye que quienes se dedican a la ganadería extensiva actualmente son tan pocos que “no solucionarían gran cosa”. Sentencia: “hay más monte que ganado”. Y, según él, tampoco hay voluntad de dedicarse más a la ganadería extensiva por la comodidad que ofrece el estabulado: “el ganado engorda más rápido y no tienen que desplazarse con el Land Rover al monte”.

"Limpiando” el monte... ¿de qué?

Desde ARBA también consideran que la idea de la ganadería extensiva en cierto modo está relacionada con esa premisa que tanto se escucha de “limpiar” el monte. “Como si fuera un parque, un jardín o una plantación forestal”, dice Cortés.

“Quieren dejar cuatro árboles pelados sin ninguna vegetación, lo que significaría casi más extinción de especies que en el propio incendio. Si quitamos todo lo que es arbusto y hierba, ¿qué insectos comerían las aves? ¿Dónde nidificarían? ¿Y cuando el fuego venga por las copas de los árboles en lugar de por el suelo, qué haremos, cortar también las copas? No se puede pelar un monte, porque nosotros mismos dependemos de la humedad que generan. Y al ritmo que vamos, en 10 o 20 años no habrá ni hierba”.

'Limpiar' el bosque supondría una extinción de especies mayor que las que ocasionan los incedios.

Simón Cortés, presidente de ARBA

anonymous

Pero es que industrias como Ence, segundo productor mundial de pasta de celulosa y el primer propietario de plantaciones de eucalipto de Europa, generan energía a partir de biomasa y mantienen sus plantaciones como una patena porque lo aprovechan todo. Y porque los árboles que plantan, el pino y el eucalipto, arden rapidísimo por su alto contenido en celulosa y producen mucha biomasa. Por eso son la alegría de sus huerta, por decirlo de algún modo. El error, como suele ser costumbre, está en el exceso: en España se plantaron una gran cantidad de eucaliptos que luego se abandonaron y se han convertido en un polvorín.

Conclusiones: “Los incendios tienen solución, porque las causas están más que sabidas”

Para María, acabamos de sufrir “el resultado de esta política cortoplacista, nefasta y miope, que debería ser agrosilvopastoral, que veía y sigue viendo, lamentablemente, a los campesinos, agricultores y ganadores como enemigos y no como aliados. Esto no es un desastre natural, es un claro desastre provocado por la acción humana, por una política forestal errónea amparada por la administración”.

Por otro lado, lamenta que nuestra sociedad aún no sea capaz de valorar los productos que ofrece la ganadería extensiva: “no está suficientemente informada y concienciada para pagar el auténtico valor de estos mismos. Observamos que los consumidores no reconocen la relación entre un producto de calidad, el paisaje y la ganadería extensiva, ni se cuestionan cómo han sido producidos esos productos ni de dónde vienen. Pienso que conseguiríamos mucho si en cada etiqueta de lo que compramos viniera toda esa información. Insisto mucho: lo que echamos en nuestro carro de la compra también es un acto político”.

Esto no es un desastre natural, es un claro desastre provocado por la acción humana, por una política forestal errónea amparada por la administración”.

María Sanchez, poeta y experta en ganadería ecológica

Simón concluye en líneas similares. Comenta que el origen de los incendios es importante, pero no debería acaparar toda nuestra atención. Lo que debería preocuparnos es que la política antiincendios concentre la mayor parte del presupuesto a medios de extinción y no a medios de prevención. “Los incendios tienen solución, porque las causas están más que sabidas”.

Él habla de repoblar con especies autóctonas, de convertir en comunales muchas tierras y de evitar imprudencias. Pero sobre todo, añade Simón, “Para mí es una cuestión de que la sociedad presione al Estado para que cambie de chip. Deberíamos pedir una política forestal que contara más con la gente de los pueblos, que fuera más ecologista y no tan comercialista, que primara más el futuro que el negocio, más la conservación que la intervención. Porque un bosque autóctono puede dar más recursos que la madera, como la miel, las frutas y las setas”.

Deberíamos pedir una política forestal que contara más con la gente de los pueblos, que fuera más ecologista y no tan comercialista, que primara más el futuro que el negocio, más la conservación que la intervención.

Simón Cortés, presidente de ARBA

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