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Somos nosotras las que salimos de la discoteca después de haber tomado unas copas, pensando: “ten cuidado” #diacontralaviolenciadegenero
25 Noviembre 2017 06:00
Lo sabemos todos: no hay relación objetiva entre el consumo de alcohol y la violencia sexual. Ni para hombres ni para mujeres. Y a pesar de todo, somos nosotras las que tenemos que vivir con el miedo de que si bebemos, nos pueden pasar cosas fatales. Ellos se pueden tomar más licencias, conquistar más terreno; nosotras, lo perdemos, y nos convertimos en presa fácil.
Somos nosotras las que salimos de casa y del bar y de la discoteca y del restaurante, después de haber tomado unas copas, pensando: “ten cuidado”.
Ten cuidado, Rosa, al volver a casa, porque te has tomado unas copitas de ese vino sardo mágico que tanto te gusta y ya sabes que te pones torpe en seguida. Ten cuidado, porque si te toca correr o reaccionar rápido, tal vez no puedas hacerlo. Ten cuidado porque si un tío viene a molestarte, a sobarte, a violarte, dirán que estabas borracha, que no te resististe, que vaya irresponsable andar sola, de noche y con unos grados de más en las venas.
Hoy 25 de noviembre, Día Contra la Violencia de Género, cabe decirlo una vez más:
El alcohol no viola. Algunos hombres, sí.
Y es injusto que la mitad de esta sociedad no pueda hacer algo con la misma libertad que el resto, dejando de lado juicios sobre lo perjudicial que sea beber una o diez copas. No sé si la otra mitad se puede llegar a imaginar lo que pasa por nuestra cabeza después de risas, conversaciones, bailes y brindis. En mi caso, el miedo siempre burbujea más fuerte que los gintónics que me he tomado.
Para visibilizar esta vulnerabilidad con la que el alcohol nos cubre a ojos de los demás, he preguntado a 12 mujeres cercanas a mí, que tienen entre 23 y 35 años, y viven en España, Suecia y Países Bajos, sobre sus vivencias y reflexiones acerca de beber y ser mujer en un mundo en el que disfrutar el alcohol con total libertad sigue siendo una licencia masculina.
1. Marga
No bebo alcohol JAMÁS si voy sola de viaje. Solamente me pillo el ciego cuando salgo con mi novio o mis amigas, sabiendo que no volveré a casa sola. De lo contrario, la autocensura hace que no esté cómoda ni relajada. También he llegado a decir que NO a salir a tomar algo si sabía que tenía que volver a casa sola. O a no ponerme tacones si sabía que iba a volver a casa sola y ponerme zapatillas POR SI TENÍA QUE CORRER a las 4 de la mañana.
Y desde que tengo edad de salir, sigo manteniendo la costumbre de avisar a mis amigas que he llegado a casa. Lo fuerte es que ellas también lo hacen. Todas las mujeres con las que he salido a tomar algo, luego me han mandado un mensaje de "eh, estoy bien, has llegado?".
He tenido experiencias en las que SÍ se han aprovechado sexualmente de mí por ir borracha en una discoteca. Tíos que te atraen hacia ellos, o que te plantan un beso porque sí. En una ocasión, con 17 años y solo llevando media copa encima, un grupo de 6 tíos me acorralaron para poder manosearme en una discoteca, y cuando me quejé en la barra me miraron en plan: '¿No sabías de esto cuando te dio por venir aquí?'.
2. Angie
Recuerdo una vez que tenía como 18 años y tomé 5 tequilas. Mis amigas me metieron dentro de un taxi y me acompañaron a la casa de mis padres. Mientras nos llevaba, la taxista que era mujer no paraba de decirme que no podía entender cómo mis padres me dejaban hacer eso, que era una verguenza y que una "señorita" no podía estar así, que era un peligro. Ahi entendí que el alcohol es considerada la razón por la que te agreden, como si tenías minifalda o no. También me pasó de salir en una cita con un chico y que no pare de invitarme tragos para ponerme "feliz". Creo que hasta los hombres saben que el alcohol te va a volver más vulnerable. O cuando te invita el barman, esto me sucedía siempre en un bar... El barman me sacaba tragos uno tras otro... ¿Por qué por ser mujer te regalan alcohol?
3. Anna
Empecé a beber siendo ingenua, creyendo que podría beber igual que mis amigos chicos y que no habría consecuencias distintas para los dos. Pero claro que las habría y eso lo fui aprendiendo con el tiempo. (...) me fui dando cuenta que esos días en los que quizás me pasaba sucedían cosas que por la mañana recordaba vagamente y no me gustaban: amigos que se habían acercado más de la cuenta, babosos, pelmas que te daban la chapa y se pegaban a ti. Entre las amigas nos chivábamos y decíamos "fulanito te sobó mucho anoche, ¿te acuerdas?".
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En las discotecas las chicas hacíamos corrillo para protegernos de babosos y, sobre todo, proteger a la que estaba más borracha. Nos cuidábamos entre nosotras porque ellos no lo harían. Porque si alguno se quería liar contigo aprovecharía ese momento para hacerlo. Cuando una de nosotras estaba muy mal, taxi y para casa. Y nos metíamos con ella en el taxi para no dejar que se fuera sola con un taxista. Eso lo aprendimos después de que un taxista se atreviera a tocar la pierna de una amiga cuando esta estaba medio dormida. Cuando se despertó, se dio cuenta de lo que estaba pasando, nos lo explicó y ahí aprendimos a tomar otra precaución: la de nunca ir solas, borrachas y en un taxi.
También aprendemos a mantener más o menos la compostura, aunque estemos muy borrachas por si acaso el que está enfrente nuestro quiere aprovechar ese momento para aprovecharse de ti. Por supuesto, si se te ocurre ir a beber sola a una barra, en una discoteca, para descansar, porque te apetece irte un poco del barullo, olvídate. Beber sola en una barra es como llevar un cartel colgado con letras muy grandes en las que pone QUIERO LIGAR.
4. Alba
Por un lado el alcohol me parece un brebaje liberador. Siempre ha servido para desinhibirme, perderle el miedo a hacer lo que me viene en gana, da igual si es bailar por la calle, hablar demasiado alto. (...) Por otro lado también he tenido experiencias malas, porque el alcohol, como propulsor de emociones, a veces propulsa las emociones negativas, y algo que te veías haciendo con la máxima pachorra el fin de semana pasado (ir de noche, por la calle, tambaleándote y con un hombro a la vista) ahora te aterra y te hace llorar. El alcohol me da miedo cuando estoy sobria y veo cómo lo usan algunos. Pero no le temo. No bebo menos por miedo. Al contrario. Creo que debería beber un poco más para alegrarme la vida abstemia.
5. Elena
Ni el alcohol ni nosotras somos las culpables, pero como no quiero que me pase nada, y he tenido unas cuantas alarmas, prefiero no llegar al punto en el que pueda llegar a ser un blanco más fácil para un puto violador.
6. Anna-Rita
Tenemos un miedo injusto. Un miedo al hecho de que, si ya normalmente te consideran un ser débil, cómo te consideran cuando puedes perder fuerza o capacidad de reacción. Miedo constante, vigilancia constante, a diferencia de lo que les puede pasar a ellos.
7. Berta
Adopto ciertas medidas que tal vez si no hubiera bebido, no haría. Por ejemplo, al salir de algun sitio, le mando un mensaje a mi chico para decirle con quién vuelvo, si voy en taxi o en transporte público o a pie. También suelo llevar el móvil en la mano de camino a casa, me hace sentir más segura, incluso pienso a quién podría llamar que estuviera despierto y cerca de donde estoy en el caso de que me pasara algo. Evito siempre ir por calles pequeñas y poco iluminadas y entro mucho más rápido de lo normal al portal de casa, asegurándome siempre que la puerta ha quedado cerrada. Si veo algún hombre que no me da buena espina suelo cambiar de acera. Si estoy en una calle sin muchos coches o personas, bajo la música de los auriculares para poder estar más atenta a mi alrededor. Una familiar suele ponerse las llaves en la mano a modo de puño americano siempre que regresa a casa y había bebido, por si la atacan.
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8. Astrid
Cuando salgo bebo y muchas veces me emborracho. Lo hago porque me apetece, y mis amigas también. En broma, en el bar de nuestra pequeña ciudad en la que todo el mundo se siente tan seguro, siempre nos han dicho que bebemos como hombres. Qué lástima que nunca podamos volver a casa 'como hombres'. Me preocupa que mis amigas se vayan andando solas casa y me preocupo yo cuando me veo haciéndolo. Camino con el móvil en la mano, marco el número de casa por si de repente alguien me asalta. Aligero el paso. Cuando un hombre va por la misma acera que yo y está cerca me tenso. Me arrepiento de haberme bebido el último trago. Existe una norma: escribe en el grupo cuando hayas cerrado la puerta de tu casa. ¿Cómo podemos vivir así?
9. Gina
No es el alcohol. Son los hombres. Y desde mi punto de vista lo que falla es la educación. No hay que enseñar a las mujeres a no beber, a cubrirse más con más capas de ropa, a no salir tarde... hay que enseñar a los hombres a NO violar. Criar una nueva sociedad donde hay respeto por las mujeres.
10. Claudia
Ve en grupo, y si en tu grupo hay hombres mejor, porque ser un grupo te "protege" (a no ser que que el que luego te acose sea tu amigo, que ha sucedido montones de veces. Nunca cojo taxis si voy sola. Al volver a casa en metro o autobús nocturno, procuro llevar siempre auriculares. De los grandes. Confío en que si miro al suelo y se ve claramente que estoy escuchando música, nadie me va a molestar. Si siento que alguien me habla, finjo que no les oigo.
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Ahora vivo en el extranjero en una ciudad pequeña en la que apenas hay transporte público y tampoco hace falta porque todo el mundo va en bicicleta. Tengo la suerte de vivir en el centro y tener todo lo que necesito a menos de diez minutos a pie y la desgracia de ser mala ciclista. Así que no tengo bici. Si salgo a tomar algo y vuelvo a casa tarde y con un par de cervezas encima, eso me preocupa. Apenas hay nadie en la calle, nadie andando, quiero decir, y eso me convierte en un blanco fácil. Llevo poco tiempo aquí y ya me han parado hombres por la calle, que han bebido más que yo, para decirme algo, simplemente porque soy la única a la que pueden parar porque voy a pie. Empiezo a pensar dos veces si quedarme para una segunda o tercera cerveza cuando salgo, empiezo a cambiar de acera si veo grupos de hombres andando hacia mí.
11. Aïda
Una de las experiencias más complicadas fue volviendo en taxi a casa, mi chico estaba tan borracho que se quedó dormido en el coche, mientras el conductor me daba conversación. La cosa se puso turbia cuando comenzó a hacerme preguntas más íntimas, que si el chico que me acompañaba era mi novio, que si había tenido parejas antes y al final el taxista terminó atreviéndose a proponer que dejáramos a mi novio en casa y que me fuera con él. Me pareció tan fuera de lugar y violento, que me quedé descolocada. Le dije que no, lo jodido es que lo hice educadamente por miedo a que se nos llevará con el taxi a otro lugar. Y cuando paró, por fin, en nuestra puerta, bajé helada. Desde entonces me da muy mal rollo ir en taxi sola, siempre intento hablar con alguien por teléfono o enviar mensajes con mi ubicación.
12. Andrea
Por ser mujer tienes más papeles para que algún machito nocturno pueda transgredir tu espacio vital-corporal. Hablemos de la vuelta a casa a las cuatro, cinco o seis de la madrugada. Tengo que decir que tengo bastante temor a éste momento. Sin embargo, al volver en taxi, intento volver a casa acompañada por amigos, o en el peor de los casos, cojo un taxi con licencia. Para mí, volver a casa continúa siendo algo así como una carrera cada vez que cojo un taxi para regresar a mi hogar, y deseo que sea rápida.
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