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El día después de la borrachera de un gladiador era apto sólo para personas sin corazón
02 Enero 2018 17:54
Resaca. Pocas cosas dan tanto miedo en la vida de un adulto como ese atroz dolor de cabeza, humor pésimo y abatimiento general después de haber bebido más alcohol de la cuenta. De ahí que la cultura popular ofrezca tantas soluciones a las resacas, como esta que los gladiadores llevan a cabo y que tiene a un canario como ingrediente. Spoiler: no, no pensaban que el trinar del pájaro fuera curativo.
En realidad, lo que hacían era coger un canario, descabezarlo, freírlo en abundante aceite, salpimentarlo y comérselo.
O por lo menos así se lo atribuye la cultura popular a Plinio El Viejo, que escribió la Historia Natural, un compendio de 37 libros sobre todos los conocimientos que se tenían en el año 77 dC. Allí Plinio describe otros remedios, porque las bacanales que se pegaban no eran pocas.
Calígula (Tinto Brass, 1979)
Por ejemplo, en el capítulo 59 de su trigésimo libro los huevos de una lechuza que hayan macerado tres días en vino: “producirán una repulsión a esta bebida”.
También recomendaba “los pulmones de la oveja asados y comidos antes de empezar a beber” porque “actúan previniendo la ebriedad”.
Por último, “las cenizas del pico de una golondrina, mezcladas con mirra y espolvoreadas en el vino, actúan como protector de la borrachera: Horus, el rey de Asiria, fue el primero en descubrirlo”.
Y en el capítulo 81 del libro número 21, aconseja el azafrán, no solamente mezclado con el vino para evitar las cefaleas, sino incluso para llevar en la cabeza como corona.
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También hace una descripción impagable del borracho que todos deberíamos recordar antes de volver a llenarnos otra copa nás:
“Del vino viene ese tono azuloso, esos párpardos caídos, esos ojos hinchados, esas manos temblorosas, que no pueden ni coger derecho un vaso a rebosar, que cumplen el castigo de un sueño agitado por las Furias durante una noche sin descanso, y, el mayor premio de la borrachera, esos sueños de deseos monstruosos y placeres prohibidos. Luego, al día siguiente, queda el aliento que apesta a barrica y un olvido casi total de todo, de los poderes aniquiladores de la memoria”.
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