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Bin Laden empezó a odiar Occidente después de visitar la casa de Shakespeare

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Así lo dejó escrito en su diario: "íbamos cada domingo a visitar la casa de Shakespeare. No me impresionó. Vi una sociedad diferente de la nuestra y que eran gente de moral disoluta"

Eudald Espluga

02 Noviembre 2017 15:35

El odio de Osama Bin Laden hacia la sociedad occidental y su moral decadente se forjó en un lugar muy concreto: en la calle Henley de Stratford-upon-Avon, un pequeño pueblo al sur de Birmingham, donde está situada la casa natal de William Shakespeare.

"Íbamos cada domingo a visitar la casa de Shakespeare. No me impresionó. Vi una sociedad diferente de la nuestra y que eran gente de moral disoluta".

Esto es lo que escribía en su diario el seis de marzo de 2006, apenas dos meses antes de ser asesinado. El líder de Al Qaeda estaba escondido junto a su familia en Pakistán y, con la colaboración de su hijo Khalid, se dedicaba a transcribir sus recuerdos de adolescencia en una libreta.

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Aunque ya se sospechaba que había viajado y vivido en Europa, este diario confirma tales teorías. Con 13 años, Bin Laden viajó por primera vez a "occidente" para recibir un "tratamiento" del que, por ahora, no tenemos más información. Sin embargo, sí sabemos que el año siguiente se marchó a estudiar a Inglaterra durante diez semanas y, aunque tampoco está claro qué hizo exactamente durante su estadía, sí se ha confirmado que realizó un curso de inglés en Oxofrd.

"Mi edad no me permitió hacerme una imagen completa de la vida allí", explica en su diario, si bien insiste en la moral disoluta de sus ciudadanos.

El contenido de estas libretas se conoce desde el miércoles pasado, cuando la CIA publicó mas de 470.000 documentos —entre cartas de Al Qaeda, vídeos y archivos de audio— que fueron obtenidos el 1 de mayo de 2011 en la operación de las Fuerzas Especiales estadounidenses para capturar al líder del grupo terrorista.

Este intento de "mejorar la transparencia" de la Agencia Central de Inteligencia ha generado un enorme interés por la vida privada del líder de Al Qaeda. Sin embargo, mientras que parece irrelevante saber qué vídeos virales le obsesionaban o qué videojuegos le divertían, no lo es tanto intentar entender a partir de qué ideas y visiones se configuró su rechazo a la modernidad occidental.

Porque aunque que pueda ser cómico imaginar a un joven Bin Laden, terriblemente aburrido, visitando cada domingo la casa-museo y escuchando exactamente la misma historia sobre el dramaturgo, lo cierto es que el desprecio que años después refleja su diario nos obliga a pensar en cómo las cosmovisiones culturales nos permean a través de nuestra educación, también de la literaria.

¿En qué condiciones debía recibir, interpretar y rechazar la figura de Shakespeare? ¿Qué ideas sobre "occidente" tenía cuando llegó a Inglaterra? ¿Ya veía "occidente" como un bloque indiferenciado o se trata de una interpretación retrospectiva de su experiencia?

Lo anodino de la visita a la casa natal de Shakespeare nos recuerda que los símbolos literarios tienen también un trasfondo político: es a través de la cultura y sus grandes figuras que se canaliza el orgullo nacional. Por supuesto, la realidad geopolítica que esconde la "universalidad literaria" no justifica el odio de Osama Bin Laden, pero éste tampoco puede ser tratado como una mera anécdota infantil que no tenga nada que ver con la elaboración, aquí y allí, de homogeneidades culturales.

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