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“Si EEUU ataca primero, puede matar a millones. Si falla, puede provocar una respuesta que mataría a millones. Es la estrategia de la Guerra Fría: destrucción mutua asegurada”
16 Agosto 2017 15:21
Empecemos con la frase cliché: escalada del conflicto. En la película In the loop, una sátira de la política británica basada en la serie The thick of it, el ministro de exteriores se lía con las metáforas bélicas y las frases hechas: “eh… para andar el camino de la paz, a veces es necesario escalar la montaña del conflicto.” En el caso que nos ocupa, la escalada es solo verbal (es posible que si no fuera verbal no usaríamos tantos eufemismos y metáforas), entre dos presidentes bocazas: Donald Trump y Kim Jong-un. El segundo amenaza con atacar con armas nucleares la isla de Guam, a 3.500 km de Pyongyang, y sede de una base estadounidense. Trump, por su parte, dice que responderá a la próxima amenaza de Corea del Norte con “fuego” y “furia”.
¿Qué posibilidades hay de una guerra? En un artículo en Project Syndicate, Minghao Zhao escribe que está todo preparado para una posible guerra si la disuasión no funciona. Y, hasta la fecha, ha funcionado. Pero las cosas van muy rápido: “El pasado abril, el senador John McCain dijo que Corea del Norte estaba ofreciendo a Estados Unidos una ‘Crisis de los misiles de Cuba [la crisis nuclear entre la URSS y EEUU en 1961] a cámara lenta’. Es una analogía acertada, pero falla en una cosa: ya no hay nada lento en la situación.”
En El País, Lluís Bassets escribe que “los niveles de riesgo son más altos si se tiene en cuenta que las dos potencias nucleares enfrentadas están encabezadas por líderes estrafalarios”. Es algo en lo que profundiza Gideon Rachman en una columna titulada “América es ahora una nación peligrosa” en el Financial Times: Trump es un líder inepto y caprichoso, y puede usar una guerra en el extranjero para resolver sus problemas domésticos. No sería la primera vez (¿recordáis a Thatcher y las Malvinas?). Rachman cita a Sebastian Gorka, uno de los asesores militares de Trump, que dice que “durante la crisis de los misiles de Cuba todos apoyamos a JFK. Esto es similar a la crisis de los misiles de Cuba. Necesitamos unirnos como nación.”
En su número de verano, la revista The Atlantic explora los diversos escenarios ante Corea del Norte. Son cuatro, y todos pueden acabar mal: ataque nuclear preventivo, girar los tornillos (ataque militar convencional para forzar a Kim a rendirse), decapitación (cargarse a Kim), aceptación.
Si EEUU ataca primero, puede matar a millones. Si falla, puede provocar una respuesta que mataría a millones. Es la estrategia de la Guerra Fría: destrucción mutua asegurada. La decapitación es muy complicada, pero hay planes para ello. La estrategia más probable es la de aceptación, aunque la retórica pueda mantenerse caliente. Una de las grandes esperanzas está en China, “que quizá tiene la influencia económica suficiente para modificar la política de Kim, aunque es posible que no quiera usarla, ya que tener a un vecino amigable causando problemas a Washington y Seúl sirve muy bien a los intereses de Pekín.”
Pero ¿quién es Kim Jong Un? En un artículo en The New York Review of Books, Andrew J. Nathan dice que “Kim Jong-un ha sorprendido a los escépticos. En cinco años ha dado la vuelta a una situación poco prometedora y la ha convertido en una especie de éxito. Ha refutado a aquellos, tanto dentro como fuera del país, que dudaron de su vigilancia y crueldad, ha conseguido una suave recuperación económica, y ha avanzado en la posición de su país como fuerza nuclear.”
Kim Jong Un mantiene el culto a su figura que mantenían su padre y su abuelo, pero le ha dado un toque pop y juvenil, con “exhibiciones de baloncesto con los Harlem Globetrotters, una girl band tocando canciones pop occidentales y con bailarines vestidos de personajes de Disney, un parque de agua, y ha hecho apariciones públicas junto a su bella y joven esposa, una antigua cantante.”
Pero no deja de ser un régimen sanguinario. En 2013, Kim ejecutó a su tío, y Corea del Norte mantiene un sistema de castas o clases según la lealtad al líder, llamado songbun: “la población el país se divide 51 categorías o rankings de lealtad y lealtad a la familia Kim y al Estado norcoreano.” No hace falta decir que nadie quiere estar en el escalón más bajo. Nathan dice que otro de los grandes problemas está causado por la globalización: “Corea del Norte es más como Alemania del Este que como China: hay otro régimen de un tamaño similar al lado que ofrece un modelo económico mucho más exitoso.”
Los coreanos del Norte no tardarán en darse cuenta de la vida al otro lado de la frontera, y si la frontera se abriera emigrarían masivamente.” Cualquier escenario que vaya más allá de la aceptación del statu quo en Corea del norte crearía una crisis humanitaria sin precedentes. A los mandos están dos niños crecidos con aires de grandeza.
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