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Vilas: "Las muertes de Lou Reed, Bowie y Cohen demuestran que todo fue mentira"

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Hablamos con Manuel Vilas, que acaba de publicar 'Lou Reed era español' (Malpaso), una oración salvaje para un dios muerto

Xaime Martínez

28 Noviembre 2016 06:01

Johnny Cash, David Bowie, Lou Reed, Leonard Cohen... se están muriendo todas las estrellas del rock.

Las cabezas de ese movimiento contradictorio que fue capaz de incorporar dentro de sí mismo el amor libre, el individualismo brutal, el hedonismo, el elemento contracultural y revolucionario, el capitalismo pop, etc. De ese movimiento que contiene (¿contenía?) algunos de los rasgos más característicos, para bien y para mal, de la época que lo vio nacer.

El sistema industrial del rock dejó de producir "ídolos" a partir de los años 70. Como si el panteón ya estuviera cerrado y hubiera dioses suficientes a los que adorar

Sin embargo, esos ídolos se están muriendo y sus creyentes quedan huérfanos y desconsolados. A fin de cuentas, están viviendo la extinción de sus dioses.

Entre los fieles más desconsolados está el escritor Manuel Vilas, que acaba de publicar en la editorial Malpaso Lou Reed era español, un panegírico salvaje dedicado al autor de Transformer.

En él, Manuel Vilas narra sus propios cruces de caminos con Lou Reed: cómo con 12 años empezó a perseguirlo por una España franquista de autocares polvorientos y bocadillos de tortilla. Cómo viajó a Andorra para conseguir sus discos sin censurar. Cómo engañó a guardias civiles, amigos y parientes para seguir su afición inexplicable.

De esta manera, Vilas construye una biografía ficticia de Lou Reed en la que todo es cierto. A través de las aventuras del músico neoyorquino, Vilas explica su propia vida, y viceversa.

Desde PlayGround hemos querido hablar con él sobre horteras, heroína, la muerte del rock, el sexo, Donald Trump y, por supuesto, Lou Reed.


En tu libro dices que Lou Reed, con su canción “Heroine”, enseñó a los jóvenes a drogarse. ¿Les enseñó algo más?

Abrió una puerta nueva en el muro de la música popular: la relación entre rock y autodestrucción a través de las drogas. Este noviazgo entre droga y rock él fue el que primero lo vio y el que más lejos lo llevó, escribiendo una canción como “Heroine” en un momento en que las consecuencias no se alcanzaban a ver.

Él hacía apología de las drogas porque se chutaba en público y la gente iba a sus conciertos a ver si se moría en directo. Cuando se vieron las consecuencias a finales de los 70 y el mundo se llenó de cadáveres, Lou Reed se echó atrás y dejó de cantar la canción.

Todo ese personaje, que en una entrevista calificó de grotesco, fue clausurado. Pasó página. Pero a mí me interesaba rescatarlo.

¿Sigue siendo Lou Reed peligroso para España, como lo era en los 70?

No, porque Lou Reed ya está muerto. En realidad, el libro habla de la muerte de Lou Reed, de la clausura del espectáculo de su vida. Lou Reed se convirtió en el siglo XXI en un artista de culto, en algo ya sofisticado. Fue el hombre de las mil caras.

Yo hago un paralelismo en el libro, que es la historia de España. Si la España de los años 70 era una España poco presentable, el Lou Reed de los años 70 era un Lou Reed macarra, salvaje, violento, drogadicto, homosexual. Luego España va prosperando y trabaja una imagen más internacional, más europea, de la misma manera que Lou Reed se convierte en un artista sofisticado y finalmente en un artista de culto.

Mejoraron los dos al mismo tiempo.

¿Qué significa que se mueran ahora todas las estrellas del rock? ¿Se está muriendo el rock también?

Es un cumplimiento de contrato. La industria del rock construyó ídolos en donde la exaltación de la juventud era fundamental. Nadie contaba con que iban a morirse. De hecho, la muerte de Lou Reed, de Leonard Cohen, de Bowie y de lo que venga lo que nos está recordando es que todo fue una mentira. Es como una venganza medieval de Jorge Manrique.

La iconografía del rock pasa por la ocultación del paso del tiempo. Lo vemos en los Stones, aunque ya los Stones han hecho una especie de apaño, pero que les resulta vistoso.

De hecho, en el rock es tan central esta ocultación de la decrepitud que Dylan no va a recoger el premio Nobel por los focos, por la imposibilidad de esconder algo que ya es evidente: que es un septuagenario.

¿Quién será el próximo, McCartney o Dylan?

(Risas) No lo sé. Lo que sí sé es que estamos viviendo un momento sin precedentes. Lo único comparable es la muerte de Elvis, pero fue de otra manera. La orfandad que se genera también es un sentimiento curioso: cuando murió Bowie, la gente no sabía cómo manifestarla. Es una orfandad muy personal, porque el rock creo la idea de que los ídolos del rock te hablan a ti en concreto.

¿Y cómo será el mundo cuando no haya rock? ¿Serán los músicos de hip-hop como Kanye o Drake los nuevos Bowie o Neil Young?

Yo pienso que lo que hubo a finales de los 60 y en los 70 fue algo especial. Fue un momento dorado, una especie de Renacimiento. Un guitarrista de Bruce Springsteen hablaba de esa época como una especie de isla en la historia de la música popular.

En tu novela El luminoso regalo se trata mucho el tema de la sexualidad y, sobre todo, de la sexualidad del rock: el protagonista se cambia el nombre a Víctor Dilan —por el premio Nobel estadounidense—, el espíritu de Johnny Cash lo visita varias veces en su habitación de hotel… Quería saber si tú consideras que el rock y su literatura han cambiado nuestra manera de entender el sexo.

Lou Reed precisamente era en los 70 un icono sexual, y de hecho todo esto del glam rock y la ambigüedad sexual se inventó porque hubo una exploración en el erotismo por parte del rock and roll. Lou Reed participó junto a David Bowie en ese espacio de ambigüedades que era nuevo entonces. Hoy día ya nada nos sorprende, pero en los 70 la ambigüedad sexual era una novedad.  

Uno de los temas centrales del rock es el individualismo, la libertad… ¿qué le diría Lou Reed a Donald Trump?

Si nos atenemos a los hechos, Lou Reed en muchas canciones manifestó su animadversión hacia el partido republicano. Me imagino que no le hubiera hecho ninguna gracia. En aquella canción de “Sex with your parents” dice “aquí a la gente como tú les llamamos motherfuckers”. Estaría bien.

En una entrevista dijiste que Lou Reed es imposible en España, y yo quería saber si su relación con España es similar a la que tenía con la cuajada española, que él llamaba “special yogurt” y se hacía llevar en palés a Nueva York. ¿Es España la cuajada de Lou Reed?

En términos biográficos, y de ahí la razón del título de mi libro, España fue un buen negocio para Lou Reed. Al final de su vida, Lou Reed fue mucho más famoso en España que en EEUU. Yo paso muchas temporadas en el Mid West y allí nadie sabe quién es Lou Reed. Lou Reed fue un fenómeno neoyorquino. Ahora hemos sabido con la victoria de Donald Trump que Nueva York no es EEUU, que Nueva York es una isla. La América profunda no sabe quién es Lou Reed.

Es raro, ¿no? Con lo mal que habla España inglés, entender a un escritor así…

El rock tuvo una mecánica lingüística muy peculiar: no hacía falta saber inglés. Cuando el rock triunfa en todo el mundo la gente no sabía lo que decía. La importancia del mundo literario del rock vino después. Entonces obviamente la gente se interesó por las letras y ahora hemos visto la canonización de ese mundo literario del rock con el Premio Nobel a Dylan..

En alguna entrevista has dicho que tú llevas desde los 12 años recogiendo información sobre Lou Reed, que eres un catedrático en su figura…

Sí, he recabado mucha información, he hablado con gente que lo conoció aquí y en EEUU. Buscaba el testimonio de gente que lo vio haciendo una cosa, gente que lo vio haciendo otra, no solo de biógrafos.

Una de las cosas que yo he querido plasmar en el libro es el forcejeo que tuvo siempre con la industria del rock. Exceptuando los 80, Lou Reed dio siempre a la industria discos de altísima claidad artística, y para venderlos entendió muy bien cómo funcionaba la industria, se convirtió en una estrella del rock pero lejos de hacer una música barata quiso hacer una música elevada.

De ahí que me parezca el artista de rock más singular de toda la historia.

Cuando publicó Transformer y tuvo a la industria discografía a sus pies, ganó dinero, y “Walk on the Wild Side” sonó en todas partes no hizo como los demás, que repitieron el mismo éxito durante 25 años. Lou Reed dio un salto en el vacio y publicó Berlín, que fue un fracaso estrepitoso.

Por eso no es Rod Stewart ni Elton John. No es un hortera como los 50.000 horteras que ha fabricado la industria del rock. Lou Reed siempre decía, y yo se lo hago decir en un capítulo, que probablemente lo que había hecho no lo iba a entender nadie: elevar un entretenimiento estúpido pensado para adolescentes histéricos, como este imbécil de Justin Bieber, a una categoría artística que jamás se había visto.

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