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El republicano pretende así revitalizar la industria siderúrgica estadounidense... a costa de cargarse las relaciones comerciales con un puñado de países
02 Marzo 2018 12:18
Entre las muchas cosas que prometió Donald Trump durante la campaña electoral se encontraba el firme propósito de proteger la industria siderúrgica de Estados Unidos. Este sector emplea a 385.000 personas en EEUU y es uno de los más afectados por la destrucción de empleo. Sin embargo, el presidente norteamericano no había dado ningún paso concreto para cumplir su promesa electoral. Hasta ayer.
Donald Trump anunció el jueves su intención de imponer aranceles para las importaciones de acero y aluminio. Aunque la medida no se formalizará hasta la semana que viene, el republicano ha adelantado que se gravará con impuestos del 25% el acero extranjero y con un 10% el aluminio.
La decisión fue tomada tras una reunión con ejecutivos de la industria siderúrgica estadounidense y supone hasta la fecha la medida proteccionista más agresiva de la administración Trump. El nuevo arancel afectará al acero que EEUU importa de países como Canadá, Brasil, México, Alemania o China, entre otros países.
El presidente también confirmó su intención a través de su medio de comunicación favorito, destacando lo mal que había sido tratado históricamente EEUU en este tipo de acuerdos comerciales.
Our Steel and Aluminum industries (and many others) have been decimated by decades of unfair trade and bad policy with countries from around the world. We must not let our country, companies and workers be taken advantage of any longer. We want free, fair and SMART TRADE!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 1 de marzo de 2018
“Nuestras industrias del acero y del aluminio se han visto diezmadas por décadas de comercio injusto y malas políticas con países por todo el mundo. no debemos seguir permitiendo que se tome ventaja de nuestro país, de nuestras compañías y de nuestros trabajadores. Queremos un comercio libre, justo e inteligente”.
El Gobierno republicano también ha apelado a la seguridad nacional. Para ello, se hace eco de un estudio del Departamento de Comercio que concluye que las importaciones de acero minan las necesidades militares de EEUU.
Aún con todas estas medidas proteccionistas, los expertos mantienen que el aumento de los empleos no sería muy alto (muchos de estos trabajos están muy tecnificados y aunque se aumentara la producción interna esta no llevaría a más trabajo). Además, este tipo de aranceles elevarán los costes de producción y el precio que paga el consumidor. "Es una vía muy cara de preservar empleos en industrias en declive o menos competitivas", explicó al respecto el presidente de la Reserva Federal de Nueva York, William Dudley.
Tras anunciarse la decisión de Donald Trump, las consecuencias para la economía internacional no tardaron en llegar. Las bolsas se desplomaron. El índice Dow Jones perdió 500 puntos o alrededor de un 2%, muestra de la preocupación que generan este tipo de medidas en la industria estadounidense. El índice Nikkei en Japón cayó un 2.4%, Hong Kong y Corea del Sur cayeron un 1.6%, y el ASX200 en Sydney bajó un 1%. Y las acciones de productores asiáticos de acero como POSCO o Nippon Steel también cayeron.
Pero sobre todo, el afán proteccionista de Trump puede tener un alto coste diplomático. La UE advirtió que tomaría medidas de represalia si aumentaban los impuestos para el acero y el aluminio. La Organización Mundial del Comercio podría incluso considerar la medida ilegal. Canadá ha mostrado su rechazo a la medida, a través de un comunicado emitido por su ministra de Asuntos Exteriores, Chrystia Freeland: "Si se imponen restricciones a productos canadienses de acero y aluminio, Canadá tomará medidas de respuesta para defender sus intereses comerciales y trabajadores". “Cualquier restricción perjudicará a trabajadores, al sector y a fabricantes a ambos lados de la frontera", ya que la industria "está muy integrada y apoya cadenas de suministro críticas para el sector manufacturero norteamericano".
La decisión de Trump también podría afectar a las negociaciones del Tratado de comercio entre México, EEUU y Canadá. Y provocar una guerra comercial con China, país que destaca como uno de los mayores exportadores de acero a EEUU.
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