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En Venezuela hay fake news más que en ningún otro sitio

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Ni Leopoldo es chavista ni Maduro se exilia: cómo entender la guerra informativa en el país sudamericano

Héctor Estepa

28 Julio 2017 06:00

Arte PG

Maduro se exilia de Venezuela. En el palacio de Miraflores activan baterías antiaéreas. Un diputado opositor lanza consignas a favor del chavismo.

Son algunas de las noticias falsas emitidas en Venezuela durante los últimos meses de crisis política. El país sufre una auténtica epidemia de posverdad, proveniente tanto del oficialismo como de la oposición.

“Los venezolanos no sabemos muy bien qué creer”, admite Miguel Latouche, docente de la Universidad Central de Venezuela.

La noticia de la falsa muerte del líder opositor Leopoldo López fue, para muchos, la gota que colmó el vaso.

El periodista de Globovisión Leopoldo Castillo, exiliado en Miami, fue el primero en lanzar la noticia. Lo hizo a través de Twitter, a principios de mayo.

Un hombre mira un periódico durante la votación por el cambio constituyente que propuso el gobierno de Nicolás Maduro / Getty

Minutos después, el congresista norteamericano Marco Rubio daba, por medio de la misma red social, veracidad al pronunciamiento, ‘confirmando’ que López se encontraba en un hospital militar y en estado crítico.

No era cierto. Al día siguiente el líder chavista Diosdado Cabello difundía un vídeo en el que aparecía López dando una prueba de vida en un aparente buen estado de salud, extremo confirmado por Lilian Tintori, su esposa, cuando cuatro días después le permitieron el acceso a prisión para reunirse con su marido.

La realidad se difumina en Venezuela debido a la masiva existencia de información tendenciosa, sin confirmar, o directamente manipulada, emitida con interés político.

“Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. La frase, atribuida al dirigente nazi Joseph Goebbels, vuelve estar de actualidad en el país sudamericano.

El gobierno

La desinformación ejercida por los principales actores políticos ha producido cambios en la forma de acceder a los contenidos periodísticos.

De lado gubernamental, los expertos destacan el profundo control que el oficialismo practica en los medios públicos, pero también en los privados en manos de grupos de poder afines.

“Existe una desconfianza hacia los medios de comunicación tradicionales, especialmente hacia la televisión, que opera completamente censurada o autocensurada”, comenta el periodista venezolano Pedro García Otero.

La TV pública manipula de múltiples maneras. Primero, falsea la realidad con efectos especiales o con tomas de archivo. Tiene periodistas completamente parcializados hacia la versión oficial de los hechos y muestra un país donde no hay asesinatos, ni hambre, ni violencia”, apunta el experto.

La policía reprime a manifestantes durante las primeras protestas contra Maduro en 2014 / Getty

“También invisibiliza al otro país, el de los millones de ciudadanos que están exigiendo un cambio democrático”, añade Otero.

El plebiscito opositor contra las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente apenas fue retransmitido por los medios oficiales. El oficialismo convocó un simulacro electoral que sí fue seguido exhaustivamente por la televisión pública.

Los medios privados denuncian que trabajan bajo vigilancia, señalan el encarcelamiento de editores, o su exilio, y temen perder concesiones o incluso que se les restrinja el acceso al papel o a tinta. Hasta 13 cabeceras han echado el cierre en los últimos dos años.

Redes sociales

Por eso muchos venezolanos se han dirigido a internet para llegar a las noticias. El 60% de los venezolanos tiene acceso a la red, la mayoría a través del teléfono, y su uso como plataforma de información se ha extendido por todo el país.

“Han surgido medios digitales como setas después de la lluvia y, aunque muchos son confiables y hacen buen periodismo, se han creado medios con nombres similares a estos y completamente manipuladores hacia la oposición, pero mayoritariamente hacia el chavismo”, explica Otero.

No es más sencillo encontrar información veraz en redes sociales, bastión de las noticias falsas, sobre todo en Twitter, Facebook y Youtube. Allí han llegado a aparecer actores disfrazados de López y Tintori proclamando alabanzas al chavismo.

El ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas, llegó a crear en abril una “milicia digital” para “dar la batalla” en las redes.

Oposición

Los contrarios al oficialismo también han sido acusados de desinformar en internet: “La oposición tiene un ala radical, con un peso en Twitter mucho mayor que en la oposición real, a la que se ha llamado ‘la oposición de la oposición’ y que muchas veces pareciera orientar los debates”, señala Otero.

“De hecho una crítica frecuente que se le hace a su dirigencia es que tiende a guiarse por Twitter en vez de dirigir la oposición con argumentos. También hay líderes opositores, mayormente radicales, que tienen un peso mucho mayor en Twitter del que tienen en las encuestas y lo aprovechan, en muchas ocasiones maliciosamente”, añade el periodista.


Hay quien peca de ingenuidad en el acceso a la información, pero también quien está inclinado a creer noticias falsas porque están en concordancia con su opción ideológica



Otro ejemplo de desinformación tuvo como protagonista a la líder opositora María Corina Machado. El pasado 24 de abril publicaba en Twitter una supuesta orden de detención en su contra, generando conmoción en la opinión pública.

Tres meses después Machado continúa en libertad. Nadie sabe de dónde llegó la presunta orden, ni cuál era su objetivo. Conjeturas, eso sí, hay muchas, provenientes ambos bandos.

Fuentes interesadas

La pregunta en Venezuela es a quién creer. Las noticias falsas provienen de múltiples fuentes, algunas no identificadas, y con sus propios intereses en el conflicto.

“Puede haber intereses ideológicos o intereses políticos asociados con la búsqueda de posiciones de poder”, comenta Latouche, el experto universitario.

El problema es que la posverdad se produce en un momento de profunda crisis que deja más de cien víctimas mortales en casi cuatro meses de protestas.

La autoría de algunas de las muertes está en entredicho, diga lo que diga finalmente una Fiscalía que hace cuatro meses era acusada por los opositores de ser chavista y ahora es acusada por el chavismo de ser opositora.

Para los oficialistas, la mayoría de los asesinatos sin resolver son culpa de la oposición, y viceversa. Sobre algunas muertes se pueden encontrar versiones sacadas de internet con escaso fundamento forense.

Manifestantes de la oposición en Florida (EEUU) piden la liberación de su líder Leopoldo López / Getty

PlayGround ha sido testigo de cómo en un ambiente chavista creían a pies juntillas que la mujer asesinada el pasado día 16 de julio, mientras votaba en el plebiscito opositor, era realmente una señora oficialista que votaba en un simulacro electoral de la Asamblea Nacional Constituyente, y sus homicidas eran grupos armados opositores. Esto, a pesar de que tanto testigos como familiares de la víctima han asegurado lo contrario.

Por otro lado, una señora, en una manifestación opositora, manifestó varias veces que tenía información de que el presidente Nicolás Maduro se iba a exiliar el pasado 22 de julio. Lo sabía de buena fuente, decía. Estaba absolutamente convencida. Varios días después Maduro sigue en su puesto y no parece tener intención de irse.

El mensaje de la posverdad busca seducir más que orientar. Apela a las fuerzas telúricas del miedo”, explica Latouche.

“En situaciones de profunda incertidumbre es muy difícil, si no imposible, discriminar entre información falsa y verdadera”, añade el docente.

Saber distinguir la realidad de la ficción no es, por supuesto, un mero ejercicio de capacidad del lector. Hay quien peca de ingenuidad en el acceso a la información, pero también quien está inclinado a creer noticias falsas porque están en concordancia con su opción ideológica.


En tiempos de posverdad la gente ha comenzado a mostrar un escepticismo bastante saludable de lo que sobre lo que ve o escucha en las redes sociales



La realidad, eso sí, sigue estando más valorada. “En tiempos de posverdad la gente ha comenzado a mostrar un escepticismo bastante saludable de lo que sobre lo que ve o escucha en las redes sociales. Ha comenzado a seguir a periodistas de renombre más que a medios y ha hecho una selección rigurosa de las páginas web, radios y periódicos que le parecen confiables”, enuncia, por su parte, Otero.

“Estos medios y periodistas, a su vez, han comenzado a ofrecer a la gente mecanismos para defenderse de los medios alternativos”, añade.

Muchos venezolanos han decidido también informarse a través de los medios internacionales, “algo sesgados hacia la oposición” —admite Otero—, pero que arrojan, según el experto, “información veraz”.

Para el oficialismo, es todo lo contrario. Maduro cree que los medios extranjeros, especialmente los españoles El País, El Mundo, Abc y La Razón, de estar agrediendo a Venezuela y querer montar “un escenario de violencia para la intervención militar” foránea.

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