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El regadío consume el 80% del agua de toda España, exprime ríos y seca trasvases a cambio de una explotación agrícola insostenible en un país que agoniza en la sequía más grave de su historia
20 Diciembre 2017 06:00
En el Mar de Castilla brotan algas y lodo. La cabecera del Tajo, donde se ubican los embalses de Entrepeñas y Buendía, adolece. En los pueblos ribereños, donde había una gran masa de agua bautizada con ese nombre tan castizo, ahora el viento que corre solo reseca. Los bares de tapas están casi vacíos. Muchas tiendas de souvenirs han cerrado. Desde hace diez años, 400 de los 2.000 vecinos han migrado porque los turistas no asoman. Los habitantes dicen que el trasvase les ha dejado más pobres. Más secos.
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“Aquí amarraban los barcos. Venían familias en autobuses llenos a bañarse cada fin de semana. Una calle se llama paseo marítimo y tenemos una rotonda con la escultura de un ancla. A nadie se le hubiera ocurrido poner un ancla en un desierto. Esto era un paisaje maravilloso, pero el disparate político con el agua ha sido brutal”, lamenta Francisco Pérez Torrecilla, presidente de la Asociación de Pueblos Ribereños (Guadalajara).
Las dos presas en el río Tajo se construyeron en los años 50 para suministrar energía eléctrica a Madrid. Les inundaron los terrenos de cultivo y a la localidad le tocó reinventarse con ese mar de agua dulce. Hoy no tienen ni lo uno ni lo otro. A finales de los setenta, se fijó una enorme infraestructura hidráulica de 300 kilómetros de longitud que se lleva la mayoría del agua para regar los campos de Murcia, Almería y sur de Alicante.
El antes y después del embalse de Entrepeñas (Guadalajara)
A pesar de que los dos pantanos, gigantescos, podrían soportar cuatro o cinco años de sequía, desde mayo no puede salir ni una gota de esos embalses. De los 2.474 hectómetros cúbicos almacenables en las presas, ambas albergan menos del 10% de las reservas. Nunca se ha cerrado el grifo. Por encima de los 400 h3, se ha permitido –y se permitiría- trasvasar todo.
“Se ha destinado más agua para el trasvase que para el cauce natural del río. Al Tajo se le empezó a arrebatar el 60% de las aportaciones hídricas. En vez de suplir a los regadíos que existían, se abrieron miles de hectáreas más”, dice Francisco.
Mientras, los miles de agricultores en el Levante se manifiestan porque sus cosechas se van a pique. El sector hortofrutícola da empleo directo a 77.000 personas solo en Murcia, según la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de la esa región. De ahí la llamada guerra por el agua.
“A la gente se le olvida que somos un país seco, pero es que los políticos han amado la ignorancia. Lo que se ha hecho es cerrar los ojos. Todas las sequías se han gestionado como si fueran una situación excepcional, a golpe de decreto. Ningún Gobierno ha velado por las reservas. Venga a expandir el regadío, que regala los oídos y da votos, y luego viene el lamento”, dice Julián Ezquerra, portavoz de la Coordinadora de Afectados por Grandes Embalses y Trasvases (COAGRET).
Los datos de AEMET le respaldan. Excepto en el noroeste, España se ha pasado el 54% del tiempo desde 1981 en sequía. Forma parte del clima mediterráneo: meses sin una gota y luego días de lluvia con ganas. Con el cambio climático, las predicciones hablan de que este patrón se acentuará en el futuro. Pasará más tiempo hasta que veamos caer una furia torrencial del cielo. Ahora las olas de calor con temperaturas anormalmente elevadas, como las del pasado junio, las sufrimos cada diez años. Para finales de siglo, en un escenario con 2ºC más, las viveremos cada tres años, explica Ana Casals, de la Agencia Estatal de Meteorología.
La actual sequía no está siendo más intensa que las pasadas- la última duró de 1991 a 1996-, aunque sí es la más grave. Hay más gente, más turismo. Hay un 20% más de superficie de regadío respecto hace treinta años. El regadío consume el 80% del agua del país.
Cómo ha aumentado la superficie de regadío en España. Infografía: Manuel Pastrana, con los datos del informe de Observatorio de Sostenibilidad
Bajo el ala de las promesas políticas, estos cultivos han alcanzado 3,6 millones de hectáreas, según desprende el último informe del Observatorio de Sostenibilidad (OS). Dos millones de hectáreas más que hace 50 años. Encabezan la lista Andalucía, las dos Castillas, Aragón y Comunidad Valencia. Murcia, comunidad uniprovincial, ocupa el octavo lugar. Las reservas en las cuencas del Júcar y Segura, de la que bebe el Levante, agonizan. “La situación no se aguanta”, manifiesta Fernando Prieto, doctor en Ecología en el OS.
Reservas que albergan los embalses por comunidades. Infografía: Manuel Pastrana, con los datos del informe de Observatorio de Sostenibilidad
En época de excesos, ha habido también demasiadas trampas. Desde 2000 al 2013, se invirtieron 2.900 millones de euros en modernizar el regadío en 1.470.000 de hectáreas. Se cofinanció con fondos europeos, principalmente FEADER. Se suponía se ahorrarían hasta 1.813 hm3/año. No fue así.
WWF denunció en 2015 que había aumentado el consumo de agua en seis plantaciones analizadas. En vez de ahorrar agua, la eficiencia “sirvió para implantar dobles cosechas, aumentar el área regada o cambiar los cultivos”, escribió la organización en su informe. Para producir más, exprimir el campo y los ríos. El gasto de agua creció entre un 4%, caso de los regantes de Guadalmellato, y un 42%, caso de Riegos de Alto Aragón. “Lo peor es que la Administración no consideró obligación alguna por su parte evaluar los supuestos ahorros”, concluyeron.
Quienes labran ahora temen por su pan. Solo el trasvase Tajo-Segura mantiene más de 100.000 empleos. “¿Qué hacemos con las plantaciones paradas?”, se queja Miguel Padilla, agricultor de COAG. De la huerta de Europa depende el 25% del PIB de Murcia. En total, el sector hortofrutícula español ingresó en 2016, 12.486 millones de euros. Era la primera vez que se batía el récord. El 84% de todas las exportaciones provenían unicamente de 3 regiones: Andalucía, Comunidad Valenciana y Murcia.
Es probable que lo paguen los pequeños agricultores. Padilla ve que las grandes empresas se marchan a Castilla La Mancha o a Andalucía, que el agua desalada cuesta a 0,44€ el metro cúbico. Que la del trasvase le salía a 0,15 €/m³. Por eso, sí, pide ampliar la capacidad de desaladoras, que una está dando 40 hectómetros cuando permite los 120. Pero insiste en nuevos trasvases. Redotar la cabecera del Tajo a través del Duero o del Ebro. Hacer conexiones del Tajo Medio hacia el Segura, comenta. El Gobierno regional vende esas mismas ideas.
Encima de la mesa, el Gobierno central tiene un Pacto Nacional del Agua que pretende sacar antes del verano de 2018. Se desconoce en qué va a consistir ese acuerdo. La duda hace sospechar a 36 organizaciones ambientales de que la solución sean nuevos trasvases. “Con las crisis se venden mejor los despropósitos”, dice Santi Martín, de Ecologistas en Acción.
El regadío consume el 80% del agua del país
En verano la Junta de Andalucía solicitó un trasvase de 15 hectómetros cúbicos del Guadiana al Gualdalquivir para “aliviar” el estado crítico del acuífero de Doñana. La marisma andaluza peligra. “Nos hemos aprendido nada. Tras años y años, aunque se han cerrado 300 pozos ilegales en la zona, aún quedan 1.000 que bañan 3.000 hectáreas de regadío sin permiso”, recuerda Felipe Fuentelsaz, de WWF.
Dice que no se trata de criminalizar el regadío porque resulta importante para el país y Europa, sino que deje de reinar sin control.
“En España ya no entran más presas. Ya se han inundado demasiados pueblos. Ya se ha visto que los trasvases deben ser la última alternativa y no la primera. Siempre vamos a lo loco”, valora.
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