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La erupción del volcán de Guatemala se parece más a Pompeya que al de Hawái. El infierno tiene una explicación científica
06 Junio 2018 15:05
El último balance habla de 72 muertos, 192 desaparecidos y tres aldeas completamente arrasadas por la erupción del volcán de Guatemala. Las cifras alarman, sobre todo, si se compara con la reciente erupción de otro volcán, en Hawái. En Hawái ha habido destrucción pero no muertos.
Esto ha llevado a que saliera la pregunta: ¿por qué uno sacude con violencia y el otro no ha sido mortal?
Los científicos han explicado que las dos erupciones son muy diferentes. Detrás de las muertes del volcán de Fuego de Guatemala, no se encuentran los ríos de lava sino los flujos piroclásicos. Estos flujos son fragmentos de rocas y gases volcánicos ardientes que han estallado y que son demasiado densos para convertirse en columnas de cenizas.
A diferencia de la lava -que avanza unos cientos de metros de metros por hora-, esta mezcla voraz salida de la caldera del volcán arrasa a una velocidad entre 110-320 kilómetros hora. En Guatemala alcanzaron los 700 kilómetros por hora y su temperatura era un infierno: 1.000ºC. Los pueblos que estaban en las faldas del volcán no tuvieron tiempo de escapar. El otro problema es el humo asfixiante. La vulcanóloga Jess Phoenix explica en una entrevista a Mashable el peligro:
“Si estás en el camino de un flujo piroclástico, estás muerto. La mayoría de la gente muere asfixiada: el polvo obstruye la garganta. Simplemente ya no pueden respirar”.
El volcán Kilauea de Hawái, que solo emitió lava, se ubica en un Parque Nacional. Los hogares que devoró estaban a las fueras del Parque. No había ninguno dentro. La tragedia no solo era menor sino que además contaban con más tiempo.
Los científicos han explicado que las dos erupciones son muy diferentes. Detrás de las muertes del volcán de Fuego de Guatemala, no se encuentran los ríos de lava sino los flujos piroclásicos. Estos flujos son fragmentos de rocas y gases volcánicos ardientes que han estallado y que son demasiado densos para convertirse en columnas de cenizas.
A diferencia de la lava -que avanza unos cientos de metros de metros por hora-, esta mezcla voraz salida de la caldera del volcán arrasa a una velocidad entre 110-320 kilómetros hora. En Guatemala alcanzaron los 700 kilómetros por hora y su temperatura era un infierno: 1.000ºC. Los pueblos que estaban en las faldas del volcán no tuvieron tiempo de escapar. El otro problema es el humo asfixiante. La vulcanóloga Jess Phoenix explica en una entrevista a Mashable el peligro:
“Si estás en el camino de un flujo piroclástico, estás muerto. La mayoría de la gente muere asfixiada: el polvo obstruye la garganta. Simplemente ya no pueden respirar”.
El volcán Kilauea de Hawái, que solo emitió lava, se ubica en un Parque Nacional. Los hogares que devoró estaban a las fueras del Parque. No había ninguno dentro. La tragedia no solo era menor sino que además contaban con más tiempo.
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