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El hombre alegó que padece 'sexambulismo'. ¿Puede un trastorno del sueño ser eximente en caso de violencia sexual?
28 Octubre 2017 16:27
Todo iba bien entre Lawrence Barilli y su nueva pareja (a la que llamaremos Diana, a falta de una identidad real) hasta aquel día. Se habían conocido unos meses antes y se habían dejado llevar por la química. Ambos salían de relaciones previas largas con final infausto y habían encontrado en la compañía del otro un bálsamo para esa vida-después-de-él/ella. Pero aquella noche todo empezó a enturbiarse.
Madrugada profunda y Diana despierta. Se siente incómoda. Cuando intenta moverse descubre que Lawrence está agarrado a ella.
“Me desperté y vi que estaba teniendo sexo conmigo, me estaba penetrando. En aquel momento no supe qué pensar. Pensé que era algo que estaba intentando para animar nuestra relación. Me quedé en silencio mientras él seguía... No me gustó”, ha relatado Diana durante el juicio.
A la mañana siguiente, llegó la inevitable pregunta.
—¿Qué fue lo de anoche? —inquirió ella.
—De qué estás hablando.
—Me refiero a lo del sexo en mitad de la noche.
—¿Qué sexo? ¿Tuvimos sexo? Yo no recuerdo nada de sexo...
—¿Cómo que no lo recuerdas?
—Solo recuerdo... ¿dormir?
La charla no dio más de sí. Pero a los pocos días, volvió a pasar.
Diana duerme plácidamente. Diana despierta en mitad de la noche para descubrir que él la está penetrando. Trata de apartar su cuerpo con las manos, pero siente que no puede pararle. Él se resiste. La agarra con fuerza. Sigue empujando.
A la mañana siguiente, Diana encara a Barilli para decirle que lo que está pasando no es de su agrado, que no tiene gracia, que no lo disfruta, y que por favor no lo vuelva hacer.
Ahí llegó la sorpresa: “Eso que dices que pasó... es por una condición que padezco y que me lleva a hacerlo. Lo llaman 'sexsomnio'”.
Diana nunca había oído hablar de aquello. Buscó en internet y vio que, efectivamente, el trastorno existe. En cualquier caso, ella quería que aquello parase. Y no paró.
Sus despertares como muñeca sexual de Barilli se repitieron con regularidad. Igual de frecuentes fueron sus quejas a la mañana siguiente. La situación se volvió tan incómoda, tan desesperante, que ella acabó lanzando un ultimátum: “O esto se acaba, o te denuncio por violación”.
Al final, Diana denunció.
Empezaba así el camino que nos lleva hasta aquí. Porque ha sido esta semana cuando ha llegado una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia de Escocia que exime a Lawrence Barilli de toda culpa en relación a su comportamiento sexual.
Barilli se enfrentaba a múltiples cargos de asalto y violación. Según la víctima, esos asaltos sexuales no consentidos durante el sueño se repitieron en más de 200 ocasiones entre septiembre de 2011 y octubre de 2012. Ante eso, el hombre siempre ha sostenido la misma versión: “No tengo recuerdos de nada de lo que se me acusa. No me considero culpable de nada. Si lo hice, es porque soy 'sexámbulo'”.
Hace pocos días, un argumento similar no sirvió para librar de la cárcel a Najee A'Ve, un hombre californiano de 24 años acusado de violar a una amiga mientras dormía (en el sofá de la casa él, durante una visita). También su defensa alegó que A'Ve sufría 'sexsomnio'. En el caso contra Barilli, sin embargo, el jurado ha considerado que durante el juicio no quedó probado que su conducta sea constitutiva de violación.
Lo cierto es que, según la literatura clínica, el 'sexambulismo' existe. El término fue acuñado por primera vez en 2003 por el psiquiatra Colin Shapiro, director de la Clínica del Sueño y Alerta del Toronto Western Hospital (Canadá), para caracterizar un extraño trastorno de conducta durante el sueño que lleva a una persona a iniciar de manera inconsciente una actividad sexual, como masturbarse, acariciarse o acariciar a otro, o buscar el coito con quien tenga al lado.
El sexomnio es una forma de parasomnia. Aunque pueda parecer que quienes lo padecen actúan en un estado de vigilia, la realidad es que durante esa búsqueda de contacto sexual no están despiertos, o lo están de forma solo parcial y durante periodos de tiempo tan breves que no llegan a generar consciencia.
Es decir, al despertar los 'sexonámbulos' no recuerdan lo que ha sucedido durante la noche, porque en ningún momento se llega a producir una interrupción importante del sueño. Y eso supone un dilema legal. Un dilema que en los últimos años ha dejado sentencias que apuntan en direcciones contrarias. De ahí que resulte oportuno lanzar la pregunta al aire para el debate público:
¿Debe un trastorno del sueño ser eximente en caso de violencia sexual?
¿Es eso justo para las víctimas?
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