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"El dueño va en jet privado mientras nosotros peleamos en una jaula"

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Al Iaquinta se ha convertido en el luchador sindicalista de la UFC. No le tiene NINGÚN miedo a sus jefes

Omar Naboulsi

04 Julio 2017 15:15

Ahora mismo la UFC está en la cresta de la ola. El boxeo ha bajado tanto sus prestaciones que las MMA se ha comido a su público gracias a la espectacularidad de sus peleas y la mayor calidad de sus luchadores. Ese seguimiento se traduce directamente en millones en la cuenta.

Los antiguos dueños de la compañía vendieron el negocio por 4.000 millones hace un año. En 2001 la compraron por 2.

Un acuerdo publicitario con Reebok ha llenado aún más las arcas de la empresa. Por si faltaba líquido, en agosto se disputará el combate de boxeo entre Conor McGregor y Floyd Mayweather, donse se espera una bolsa de 1.000 millones de dólares. Obviamente, la compañía se llevará su parte del pastel gracias a la publicidad.



Todo parece un oasis paradisíaco e ideal, pero un hombre que sale a los combates acompañado por la banda sonora de Los Soprano se está encargando de enseñar las zonas pantanosas de la compañía presidida por Dana White: Al Iaquinta es el antihéroe del circo de la UFC.

Gracias a su cuenta de Twitter y a las entrevistas que ofrece, el público se entera de los entresijos del negocio. No se trata de ningún marginado -ha ganado sus últimas 5 peleas-, es uno de los mejores luchadores de peso ligero que está descontento con el trato que recibe. En 2015 sufrió una lesión de rodilla que le obligó a pasar por el quirófano para recibir el cartílago de un cadáver. Dos años después de la intervención, ha explicado todas las trabas que le puso la compañía.





"Cuando supe que debía operarme, busqué por mi cuenta el mejor hospital del país para esa intervención. A ellos les pareció demasiado caro, pero acabaron pagando", explica en una entrevista en The MMA Hour.



"El hospital que rechazaron ahora es el centro oficial de la UFC. Me pareció una broma. Miré a mi alrededor y pensé: '¿Os estáis riendo en mi puta cara?'. Que os jodan. Tuve que rogarles. Su médico me dijo que no volvería a pelear si me hacía la cirugía que quería. Investigué por mi cuenta. Pasaba el día en el ordenador indagando. Podría haberme hecho una cirugía a mí mismo. Sólo querían pagar 15.000 dólares en un hospital convencional. Como yo quería un buen hospital y el mejor cirujano del mundo, me dijeron que pagarían 15.000 dólares y yo el resto", denuncia Iaquinta.

Tampoco comprende los salarios de los luchadores. Aparte de los millonarios McGregor, Mendes y alguna estrella más, los púgiles de la UFC cobran unos 35.000 dólares de media por combate. La mayoría de ellos luchan un par de veces al año.

Esto quiere decir que los luchadores tienen, como mucho, la expectativa de ganar un millón y medio en toda su carrera, unas cifras que no encajan con lo que genera la empresa.

La promotora invierte millonadas en publicidad mientras algunos de sus luchadores compaginan un trabajo paralelo para poder pagar sus facturas. Algo que el propio Iaquinta vivió en sus carnes durante los dos años que estuvo de baja por la operación, convirtiéndose en agente inmobiliario. Por esa razón muchos de sus compañeros ven necesario un sindicato que ayude mejorar las condiciones de los luchadores: un salario mensual y cobertura médica, básicamente.



La UFC se pronunció al respecto, avisando a los luchadores que si se sindican serían tratados como empleados, perdiendo los beneficios de ser autónomo, así como la pérdida del control de sus derechos de imagen. Iaquinta apunta directamente al presidente de estas amenazas.

"Que les jodan... Dana White ha hecho mucho por este deporte, pero nunca ha sufrido una lesión practicándolo. ¡Viajas en un jet privado mientras nosotros nos peleamos dentro de una jaula! ¡Cierra la puta boca!", ordenó Iaquinta a su jefe. Incluso llegó a amenazarle con que le echasen a través de Twitter: "UFC, despedidme, maricas", posteó.





Ha perdido los nervios con White, un buscavidas que está montado en el dólar gracias a una apuesta que le salió bien. En 2001, convenció a los multimillonarios hermanos Fertitta para que compraran una liga de MMA que estaba prácticamente en quiebra con él como presidente. Antes de su entrada, la UFC estaba prohibida en 36 estados por su violencia. Cambiaron el reglamento hacia un estilo más conservador y crearon el reality show The Ultimate Fighter en la MTV, donde se veía a los luchadores competir en el día a día para ser el mejor participante.



También es un férreo defensor de Donald Trump. El presidente de los EEUU animó a White y sus ricos amigos en su momento con el negocio de las MMA y ahora le devuelven el apoyo con militancia política, participando en discursos del Partido Republicano.

Sus inclinaciones políticas le importan más bien poco a Iaquinta. Solo quiere un trato justo y que les paguen a sus luchadores todo lo que generan.



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