Fue la última imagen que vi antes de cerrar los ojos. Sergio Ramos cantando con parte de la Grada Joven del Madrid, con el micrófono que uno de ellos le sujetaba. El caso es que he soñado con una especie de concierto de Cecilio G montado por Hogar Social en Kiev.
Si cuando se juntan en imagen Nacho, Asensio, Isco y Lucas veo a Taburete, ahora veo a Ramos y veo a un tío que mientras trata de defender un córner le dice a Lewandowski 'tengo tres champions, que te den por culo'. Es el corte de pelo, los tatuajes, la actitud y el escudo, supongo.
Ese Reyes duropa, somos los reyes duropa que canta ha sustituido hoy en mi cabeza al chicle Balenciaga de Ozuna. "Si se te pega es buena", podría decirme un fan del puertorriqueño. "Un antimadridista es un madridista de guardia", diría Jabois.
"La diferencia entre ser del Barça e ir contra el Madrid es evolutiva", dice Manel Vidal Boix -de La Sotana y Què t'hi jugues de la Ser-. "Querer que ganen los buenos lo sabe hacer un niño de 3 años. Querer que pierda siempre el Mal requiere mucha más inteligencia, más bondad y tener un alma más honda". El antimadridismo como fase superior del ser de tu equipo, parafraseando a Lenin.
Para eso, lo sabemos, hay que no ser del Madrid. Quizá esos solo queremos novedad. El ser humano necesita novedad, lo demuestra empíricamente ese buscar a la chica -o chico- nueva el primer día de clase o incluso los votos que se llevó Rosa Díez cuando sacó UPyD. También está demostrado empíricamente que los madridistas ya están bien así, como el que sigue riéndose con los Simpsons o el que coge el noveno trozo de pizza. Cómo no te voy a querer si has vuelto a hacer lo de siempre. El Madrid además tiene un don, aplasta pareciendo que no está y eso le hace quemarse poco. Es la derecha latinoamericana, que puede gobernar décadas figurando oficialmente en la oposición.
Intento no pensar en el batallón Azov y su rollito con Hogar Social. Intento no pensar en las decenas de fotos que se harán cientos de madridistas de bien en la plaza Maidán y que serán enviadas por Whatsapp con el pie "aquí hubo la revolución democrática esa del Euromaidan, el Euromadrid ese, jejeje".
Quizá no esté tan mal abandonarse a todas estas absurdas imágenes. La alternativa es afrontar que el Madrid, como Doraemon, siempre gana.
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