Oh! Parece ser que estás usando adblocker y lo respetamos. Por eso podrás seguir disfrutando de nuestros contenidos sin problema pero quisiéramos pedirte que lo desactivaras para nuestro site. Ayúdanos a seguir adelante y a luchar por aquello en lo que creemos.
Sports
El portero del Liverpool es el futbolista más ridiculizado que se recuerda. La clave está en una línea roja: la que separa la crítica necesaria de la burla cruel
28 Mayo 2018 11:31
Loris Karius no pudo pegar ojo tras la final de Kiev. Es absolutamente comprensible: sus dos errores en el primer y tercer gol dieron la vuelta al mundo convirtiéndolo en objeto de mofa. Seguramente en el jugador más ridiculizado que se recuerda.
"No he podido dormir. Las imágenes todavía pasan por mi cabeza todo el rato. Pido perdón infinito a mis compañeros, a los aficionados, a todo el equipo técnico. Sé que la cagué con esos dos fallos y que os he decepcionado a todos", escribió en su cuenta.
Para entonces ya circulaban infinidad de memes, chascarrillos y hasta algún hackeo fugaz de su propia entrada en wikipedia. "Nació sin manos", se leía en sus primeras líneas de biografía.
En caliente fue fácil. La disonancia aparece cuando las horas pasan y lo que ha ocurrido en el césped, el hecho o los hechos de los que se deriva todo, se enfría. Tanto para Karius como para los demás. Se forma una bola incómoda entre la imagen de las lágrimas y el gesto desencajado del jugador -que nos lleva a empatizar con un ser humano que lo está pasando mal-, por un lado. Por otro nos hacemos conscientes de que un trabajador cuya labor se somete a un duro escrutinio público acaba siendo amenazado de muerte. Por último, nos surge la pregunta de qué vamos a contestarles a nuestros hijos cuando nos digan el próximo sábado, cuando jueguen su próximo partido infantil, que tienen pánico a fallar y que todo el mundo se ría de ellos.
En realidad todo se resume en ese "¿Nos hemos pasado con Karius?".
Quizá sí y no a la vez. Quizá se trata de algo tan simple como trazar firmemente la frontera entre la burla y la crítica. La primera no es constructiva, no ayuda a progresar al que la recibe. La mofa solo le sirve -para obtener cierto reconocimiento identitario- al que la realiza. Qué ocurrente. Es en ese sentido una acción egoísta.
La mofa continuada tiene un efecto nocivo que puede ser letal para el que la sufre. Puede invalidar a una persona entera por un fallo concreto. Es la historia de los motes en los colegios. Muchos muy crueles, algunos para toda la vida.
Es cierto que Karius no es un niño. Y que es portero. El payaso que recibe las bofetadas, lo definía Galeano. Que sus enormes errores en la noche del sábado van a marcar su carrera laboral también es verdad. Azucararlo tampoco es ayudarle.
share