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Artículo Esta extraña criatura ‘peluda’ aparecida en una playa ha traído el temor a Filipinas Content

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Esta extraña criatura ‘peluda’ aparecida en una playa ha traído el temor a Filipinas

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Los lugareños más supersticiosos han interpretado el extraño hallazgo como una señal de mal agüero llegada desde el más allá

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17 Mayo 2018 18:31

Romper un espejo, que se te cruce en el camino un gato negro, que te hospeden en la habitación número 13… situaciones que pueden entenderse como advertencias, tentar a la mala suerte. En algunos pueblos costeros de pescadores de las Filipinas han añadido otro evento ominoso a la lista: la aparición de un “globster”, un monstruo marino.

Durante la noche, la marea comenzó a arrastrar hacia la playa unos restos de naturaleza indeterminada. El olor que desprendía su putrefacción era atroz. Es sabido que cuando se hallan cadáveres de calamares gigantes -los arquiteuthis, calamares de Humbodlt o cefalópodos gigantes que a muchos evoca al mitológico Kráken- la composición de su carne lleva tal grado de amoníaco en ella que, aparte de hacerla incomible, aporta un hedor atosigante. ¿Se trata entonces de un arquiteuthis?

Los expertos, en el caso de los restos hallados en Filipinas, se inclinan más bien por aventurarse a señalarlos como restos de alguna clase de cetáceo, probablemente balénido. O sea, ballena. Aunque aún no se han aventurado a dar una respuesta definitiva.

El operario encargado de tomar muestras para el análisis de ADN casi no pudo contener las arcadas al cumplir su deber y el olor le persiguió durante días, impregnado en su ropa, en su pelo, en los poros de su piel, en su nariz, omnipresente.

En su parte más ancha, esta carcasa orgánica mide un metro y medio y en el otro extremo, más estrecho, algo más de 30 centímetros. La masa desplegada y putrefacta era de tal entidad que ha bastado para disparar las alarmas. Porque poco parece importarles a los habitantes de esas aldeas costeras lo que digan científicos marinos, biólogos e ictiólogos: las gentes sencillas del lugar han llegado a la conclusión de que se trata de un vaticinio ominoso, amenazante y lúgubre.

Ese ser apestoso y como cubierto de un extraño pelo blanco les hace pensar en maremotos y catástrofes, en huracanes y tempestades, en un mal terrible que está por venir. Un aviso del más allá en forma viscosa, pulposa y maloliente que les envía la marea. Una pútrida carta de desahucio que hubiera podido ser escrita por el mismísimo H. P. Lovecraft o por un Jacques Cousteau ebrio de mescalina.

El mar, como parte de una Naturaleza no del todo desvelada, nos entrega a veces materiales así. Retazos de ecosistemas aún sin explorar, de ejemplares de vida que siguen siendo un misterio. Y en estos casos, algunos prefieren dejarse llevar por la superstición, en vez de por la ciencia, aunque sin renunciar a la moderna tecnología que nos permite grabarlo y compartir el asombro, al subirlo a Internet.

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