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Experimentar tu propio deceso de forma subjetiva puede enseñarte alguna que otra cosa sobre tus ganas de vivir
Playground community
17 Mayo 2018 17:38
Hay sitios a los que nunca viajaremos, monumentos que nunca podremos contemplar personalmente, momentos históricos de los que nos hallaremos ausentes… La Realidad Virtual pretende ofrecernos un ticket para todas esas potenciales experiencias; pretende plegar el tiempo y el espacio y, como aquella mítica máquina novelada por H. G. Wells, hacer que nuestros sentidos se embriaguen y consumamos ese sucedáneo que nos hace afirmar que todo lo podemos, que a todo podemos estar. Ver en primera fila —por delante de todo japonés— y desde muy cerca a la Mona Lisa, conducir un Fórmula 1, salir a dar un paseo por el exterior de una Estación Espacial en órbita terráquea... lo que sea.
Pero la Realidad Virtual también nos puede acercar a experiencias que, a priori, nadie desea. No nos referimos a guerras, catástrofes y otros eventos negativos, destructivos para las comunidades humanas. Y también a la experiencia definitiva e inevitable: la Muerte.
Hay gente tan impuntual que se dice que podría llegar tarde a su propio funeral. Los creadores chinos de este entorno de RV nos permiten ser más que puntuales: nos permiten anticiparnos. Con este programa, sumergiendo nuestros ojos en las gafas 3D, podremos experimentar los últimos momentos. No habíamos visto nada igual desde la película de ciencia ficción de los setenta Proyecto Brainstorm, en la que un aparato podía grabar la percepción subjetiva de cualquier experiencia y reproducirla en otro sujeto, haciéndole protagonista de la misma. Entonces, el protagonista interpretado por Christofer Walken, apenas sobrevivía a la experiencia de la muerte de otra persona.
Lo que nos muestra el vídeo no ha llegado tan lejos. Es una visión de un infarto, un colapso, un mundo borroso, que se fragmenta y desvanece. Unos destellos indoloros que adornan tu consciencia fatigada, que se va derritiendo, que huye y que se refugia en otras imágenes: aves, cielos, escenarios naturales o construcciones humanas sobrias y tranquilas que te harán pensar, en el transcurso de esa ficcionalización del último instante, en lo bello que dejas atrás.
¿Se puede aprender algo por someterse a esa experiencia de Realidad Virtual? ¿Puede llegar un software a rincones de nuestra mente que jamás se hayan conmovido ante la predecible idea de nuestra desaparición? Si al menos fuera un vídeojuego… Pero no se puede reiniciar la partida.
Sus creadores son los responsables de la mayor funeraria de Pekín, Babaoshan Funeral Parlor. Uno de sus ingenieros, LIao Hongning, afirma que lo que se busca es educar a las personas sobre la vida y la muerte. “Esperamos que esta experiencia ayude a que las personas se den cuenta de que la muerte no da miedo. Que es un proceso natural. Que ayude a pensar sobre la muerte y a apreciar más a familia, amigos y colegas”.
No sabemos si la experiencia digital de la muerte les ayudará a encontrar nuevos clientes, pero no podemos negar que no deja de ser una estrategia de marketing verdaderamente innovadora.
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