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El conductor del coche de atrás exclama "¡Fuego, fuego!" y el conductor del Lamborghini acelera todavía más, pensando que le gusta el rugido
Playground community
17 Julio 2018 12:03
No podemos evitar que nuestro aspecto influya en lo que los demás piensen de nosotros. La ropa que llevamos o los accesorios que nos ponemos son pistas para que los demás perciban quiénes somos, o mejor dicho, quienes queremos ser. Incluso el coche que conducimos puede reflejar nuestras aspiraciones personales y la imagen que tenemos de nosotros mismos.
Aunque en el siglo XXI también hay mujeres que se preocupan por plasmar su imagen mediante la marca del coche que conducen, la obsesión por los automóviles parece seguir siendo cosa de hombres. Solo hace falta echarle un vistazo a las revistas de este género para ver que todo lo relacionado con el automóvil se dirige más bien hacia los hombres ("¡Adrenalina pura!" o "¡Duelo de titanes!" son lemas bastante trasparentes) y a una idea de masculinidad clásica.
De hecho, Peugeot hizo un estudio en el que 1 de cada 5 hombres jóvenes (de 25 a 34 años) confesó que le preocupaba más perder su coche que a su pareja. Incluso 1 de cada 10 admitió que le fascinaban más los coches que las mujeres...
Pero ¿qué tienen los coches que atraen tanto al género masculino?
Aunque realmente su principal función es llevarte de un lado a otro, en nuestras sociedades simbólicas el automóvil se ha convertido también en una marca de estatus social. Básicamente porque reflejan el poder adquisitivo.
A medida que avanzan los tiempos, las mujeres también pueden alardear de su estatus social a través de un automóvil pero sigue siendo común que la imagen física sea lo más relevante para el género femenino.
Aunque cada vez menos, en los hombres el estatus se suele reflejar a través de posesiones más prácticas o materiales. El imaginario de hombre rico y poderoso como sustitución de la belleza física o moral sigue amplaimente extendido.
Y, por supuesto, la gracia de tener un cochazo es alardear de su potencia. Siguiendo esta filosofía, el protagonista del vídeo que encabeza este artículo decidió demostrar a toda la ciudad de Dubái que había invertido mucho dinero en su Lamborghini haciendo rugir su potente motor.
Poco pensó el pobre insensato que los motores funcionan con combustible inflamable y que no están hechos para acelerar en parada (la siguiente imagen explica como hacer un burnout sin quemar tu coche). Por supuesto, en un abrir y cerrar de ojos comenzaron a salir llamas de la parte trasera del Lamborghini.
Lo mejor de todo es que el conductor de detrás exclama “¡Fuego, fuego!” y el protagonista, seguramente creyendo que se refería a que su coche es muy hot, hace rugir el motor con más fuerza aumentando las llamaradas.
Parece ser que el estatus socio-económico no está directamente relacionado con la inteligencia, sino con la vanidad.
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