Los reptiles son seres fascinantes. Hay quien no soporta su tacto frío y escamoso y se estremece con su mera visión, pero otros muchos los aman y se deleitan en todas esas diferencias que los distinguen de nuestra gran familia de mamíferos. No es raro encontrarlos como mascotas domésticas, aunque a veces duele verlos tan fuera de su entorno natural.
En este vídeo, una pequeña camaleona doméstica juega a atrapar pompas de jabón encaramada al dedo de su dueña que la anima con exclamaciones cariñosas. “¡Explota las pompas! ¡Buena chica!”, le dice. Mientras la camaleona extiende sus patas delanteras hacia las pompas brillantes que flotan en el aire.
Esta hermosa escena no debe engañarnos, los camaleones son una familia de los saurópsidos, un nombre que los enlaza directamente con los grandes dinosaurios ya que se conocen fósiles de camaleón que proceden del Paleoceno. Todos los conocemos por su habilidad para cambiar de color y metamorfearse con increíble exactitud con su entorno. Pero sus características sorprendentes van mucho más allá.
Los camaleones se mueven habitualmente con extrema lentitud, pero cazan con una lengua larguísima que puede ser más larga que su cuerpo y que lanzan como un proyectil a tal velocidad que sólo las cámaras de alta velocidad permiten ver el proceso de caza con detalle. Tienen visión estereoscópica gracias a que sus ojos pueden girar independientemente, brindándoles una visión de casi 360 grados. No tienen oído externo pero tienen la increíble capacidad de detectar vibraciones imperceptibles de baja frecuencia y sus patas traseras tienen los dedos en una dirección contraria a la de las patas delanteras para que puedan trepar por prácticamente cualquier sitio.
Con estos espectaculares superpoderes , sólo podemos suponer lo que nuestra pequeña camaleona doméstica está pensando ante la lluvia de pompas de jabón: “¿Qué es eso? Vaya lluvia más rara. ¿Se podrá comer? Vaya, ha desaparecido. Ahí viene otra! A ver si puedo agarrarme y salgo yo también flotando de aquí… Quizá si puedo sujetarme a una, me lleve volando a una rama de un árbol, a una jungla frondosa bien provista de bichos y otras comiditas ricas. ¡Ha vuelto a desaparecer! Pero ahí viene otra, a ver si puedo subirme… Y, si hay suerte, me veré trepando por un tronco transmutada en marrones, grises y verdes e incluso puede que me encuentre con un guapo camaleón que quiera venir a cazar escarabajos a la luz de la Luna…”
Es una visión aventurera e improbable de este animal asombroso soñando con salir del piso de hormigón y cristal, y llegar flotando a su entorno soñado para el que está diseñada y dotado y que es su destino natural.
Mientras tanto, la dueña de nuestra camaleona sigue exclamando con voz melosa, “¡Buena chica! ¡Buena chica!”, inconsciente de que su mascota no tiene oídos y no le llegan los melosos cantos humanos que creen que este hermoso animal salvaje se divierte en la colmena humana y juega como un niño con las pompas de jabón.
