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Bart el perro se deshace, y nosotros con él
Playground community
18 Abril 2018 18:10
Las muestras físicas de cariño son fundamentales para el bienestar de muchos animales, empezando por nosotros mismos, y siguiendo por algunos de los más cercanos a nosotros, esos a quienes solemos acoger como mascotas.
El perro Bart, que así se llama nuestro amigo de arriba, es un claro ejemplo de eso. Vemos a Bart recibiendo un masaje en la cabeza, y para todos aquellos que hemos disfrutado alguna vez de una experiencia similar, está perfectamente claro lo que el animal está sintiendo. Placer. Y amor. Mucho amor.
Los perros se han convertido en los mejores amigos del hombre por algo. Hace poco un grupo de científicos de la Universidad de Oregón y de Princeton se pusieron a indagar sobre qué es lo que se esconde detrás de ese comportamiento tan friendly de nuestros amigos los canes y han hallado una posible explicación en sus genes: comparten una similitud genética con las personas diagnosticadas de síndrome de Williams-Beuren, un trastorno que implica problemas de salud pero que su rasgo psicológico es la hipersociabilidad. La exhibición extrovertida hasta con desconocidos.
La respuesta parece estar en la evolución. Los perros tienen su origen en el lobo, un animal al que nos cuesta mucho trabajo imaginarnos recibiendo placenteramente un masaje en la cabeza. ¿Cómo conseguimos, entonces, diseñar unos compañeros tan fieles a partir de un animal tan poco amigable con los humanos?
"Alguna vez se pensó que, durante la domesticación, los perros habían desarrollado una forma avanzada de cognición social que los lobos carecían. Esta nueva evidencia sugeriría que los perros en su lugar tienen una condición genética que puede conducir a una motivación exagerada para buscar contacto social en comparación con los lobos", afirma la científica Monique Udell, que ha codirigido el estudio junto con la bióloga Bridgett vonHoldt.
En su trabajo las científicas explican que no han encontrado un 'gen social' como tal, sino un componente genético en los genes GTF2I y GTF2IRD1 que "configura la personalidad del animal y ayudó a domesticar a un lobo en un perro". Las autoras nos recuerdan también que el consenso científico niega que exista el determinismo biológico estricto en las ciencias biológicas y psicológicas.
Los comportamientos son fenotipos, ya que son el resultado de interacciones complejas entre la biología y el medio ambiente. Los genes marcan, pero existen otros factores que juegan su rol. Nunca serán lo mismo un perro criado en un hogar lleno de amor que otro crecido entre maltratos.
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