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Esto que ves es un barco velero, y esos ‘tubos’ son sus velas

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Una forma revolucionaria de usar el viento para navegar

Playground community

05 Septiembre 2018 18:18

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Exceptuando a los más recalcitrantes escépticos del cambio climático, es sabido que una buena parte de los esfuerzos de cualquier gran empresa hoy en día pasa por acomodar su actividad a un régimen en el que se produzca un menor consumo de energía tradicional. La tendencia, casi obligada, es a evolucionar hacia energías más limpias que produzcan menor contaminación medioambiental.

La energía eólica es una de las más limpias. Existe debate acerca de su capacidad de generación, acumulación y uso. Uno de los tópicos a los que se agarran los menos informados es el de “¿y si no hay viento?”. La misma pregunta que se harán los escépticos al saber que hay una fuerte inversión en la energía eólica para algo tan fundamental aún en el comercio internacional como la navegación.

¿Navegación? ¿Es que va a regresar la navegación comercial a las embarcaciones de vela?

Sí y no.

Sí, porque hablamos de barcos propulsados por el viento. No, porque no hablamos de velas tradicionales, sino de un invento ciertamente asombroso a simple vista. Las han bautizado como “velas de rotor” y su base científica es el llamado “efecto Magnus”. En el vídeo que encabeza estas líneas unos esforzados ingenieros nos explican cómo funciona la cosa.

Vídeo relacionado:


Como salta a la vista, no son velas tradicionales. Son cilindros. Cilindros que giran. A algunos puede evocarles la imagen de un enorme taladro en movimiento rotatorio. A otros una gran chimenea. Afortunadamente, no es ni lo uno ni lo otro.

La base del “efecto Magnus” puede contemplarse en otro vídeo en el que se procede a lanzar dos bolas de baloncesto desde lo alto de una presa, con una leve diferencia en el gesto. Una meramente se deja caer; la otra, se deja caer, pero con un leve giro rotatorio. El resultado del segundo lanzamiento es un impulso multiplicado que aleja el objeto centenares de metros.

Ese sencillo giro provoca un arrastre del aire alrededor mientras gira. Esto causa una pequeña pero decisiva diferencia de presión en un lado del objeto, por lo que se produce un desplazamiento hacia delante. En el barco sucede algo parecido que con esta pelota.


Esas velas tubulares crean energía cinética de avance. Al girar, las velas del rotor empujan a la nave hacia adelante, usando nada más que energía eólica, por lo que las naves pueden prescindir parcialmente —idealmente, podrían llegar a apagarlos— de sus motores. El ahorro de combustible fósil es muy significativo.

La compañía finesa Norsepower está liderando esta nueva opción energética para el transporte marítimo. Ha comenzado a instalarla en algún gran navío de transporte de compañías como la danesa Maersk, la naviera más grande del mundo. Y hasta el momento todo se ha desarrollado con eficiencia y ausencia de problemas. Los recorridos del Pelican, que tal es el nombre de la nave que aparece en el vídeo, lo atestiguan.

Si el sistema cumple con las expectativas durante las pruebas, Maersk propagará el uso de estos rotores entre su enorme flota, que consta de 164 petroleros.

Los más escépticos dirán que al fin y al cabo, Maersk hace esto por dinero, por ahorro en combustible fósil (se estima que estas velas podrían reducir la factura de combustible de cada buque en un 10%), pero bienvenido sea el cambio. Su ahorro económico supondría un ahorro energético y una bendición medioambiental para todos. Así que sigamos confiando en el “efecto Magnus”. Y en el buen hacer de los marinos a cargo.

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