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Culture
‘David wants to fly’ arroja una nueva y sorprendente mirada a la figura de David Lynch
06 Abril 2017 18:26
A poco que se conozca la figura de David Lynch, es evidente que Twin Peaks no es, ni de lejos, lo más extraño que ha hecho a lo largo de su carrera. De hecho, si tuviese que enumerar las tres cosas más extrañas de Lynch, ninguna de ellas sería una película o una serie: la primera es Rabbits, unas píldoras para internet protagonizadas por conejos antropomórficos en un contexto de sitcom, donde apenas hay un asomo de guión; otra es su tema de electrónica a lo Kraftwerk, Good Day Today.
La tercera y última es su fascinación, promoción y auspicio de la meditación trascendental.
David Lynch, bien es cierto, no ha sido la única figura pública en defender a esta comunidad: décadas antes que él, fueron los Beatles los que hicieron mundialmente famoso al fundador del movimiento, Majarishi Majesh Yogui, al convertirlo en su guía espiritual. Los preceptos de la meditación trascendental, no en vano, entroncaban perfectamente estética, musical y, sobre todo, narcóticamente con unos John, Paul, George y Ringo en pleno viraje psicodélico.
Lo mismo podemos decir de otro rockero cercano al gurú indio, Donovan; pero, ¿David Lynch? ¿El director de títulos tan turbios como Cabeza Borradora practicando meditación trascendental?
La respuesta a esa pregunta la encontramos en David wants to fly, un documental alemán que arroja una perspectiva nueva y sorprendente a la figura del director de Dune.
El ‘David’ del título no tiene que hacer, de forma necesaria, referencia a Lynch: David wants to fly está realizada, escrita y protagonizada por David Sieveking, un aspirante a director que sueña con ser algún día como su ídolo; el responsable de El Hombre Elefante y Terciopelo Azul. Cuando por fin tiene la oportunidad de conocer a Lynch en persona, Sieveking entra a su vez en contacto la meditación trascendental y el mundo que la rodea; indefectiblemente, también descubrirá los mecanismos de secta que llevan sustentándola durante décadas.
Durante el transcurso de la filmación, Sieveking entrará, además, en una profunda crisis con Marie, su pareja sentimental.
Y es que David wants to fly, está muy lejos de ser un reportaje periodístico —el carácter sectario de la meditación trascendental, así como la adscripción a este movimiento por parte de Lynch, eran ya de dominio público antes de su estreno. Sí que sirve como experimento sobre el comportamiento del fan acérrimo —Sieveking— que, al obsesionarse demasiado con el objeto admirado —Lynch—, acaba incurriendo ya no solo en la desmitificación de su ídolo, sino en un tsunami emocional que arrastrará todo a su paso —Marie—.
David wants to fly no es un documental sobre la relación de David Lynch con la meditación trascendental: David wants to fly es un documental sobre un director alemán obsesionado con la relación de David Lynch con la meditación trascendental.
Sieveking, que entrevistó a Lynch varias veces para el documental, acabo arrancándole un vehemente “dejadnos-en-paz”. Y es que la visión que David wants to fly arroja sobre la meditación trascendental, sobre sus comunidades y sobre figuras como la de Majarishi Majesh Yogui —la parte dedicada a su entierro es fascinante— resulta, en el mejor de los casos, demoledora.
¿Abusos sexuales? ¿Extorsión a los fieles? ¿Efectividad improbable? Check a todo, según los testimonios que recoge Sieveking en su pieza. Si bien es cierto que problemáticas como ésas también pueden llegar a sufrirse en otras religiones, sorprende ver a iconos pop como los Beatles o David Lynch promoviendo llevar la meditación trascendental a escuelas infantiles, en el que quizás sea uno de los momentos más sensibles de la cinta.
Con todo, David wants to fly funciona más como metacine que como film protesta. Sieveking, que al principio de la película tiene un bloqueo creativo, consigue, partiendo justamente de un estado in albis, levantar una ópera prima increíblemente personal —en el sentido más intrínseco de esa palabra. El documental se nutre de la fascinación que el alemán tiene con Lynch, sí; pero también —y esto es lo que lo hace realmente interesante— de su propia intimidad durante el rodaje.
David wants to fly podrá verse en la próxima edición del Serielizados Fest.
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