La camiseta política de Frank Ocean que todos sus fans quieren vestir

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La pasada semana, en su actuación dentro del Panorama Music Festival, Frank Ocean vistió una camiseta que volvía locos a sus fans más comprometidos. “¿Por qué ser racista, sexista, homófobo o transfobo cuando podrías estar callado?”, rezaba la prenda, negro sobre blanco prístino. 

La camiseta es obra de Green Box Shop, una firma independiente de Kayla Robinson, diseñadora afrolatina de tan solo 18 años. Robinson, que se define como bisexual, revela en su página web que diseñó la camiseta para expresar “la forma en la que el discurso del odio dejará de tolerarse entre aquella izquierda que se define a sí misma como tolerante”.

Ésta no es la única prenda de Green Box Shop cuyo mensaje es claramente político: todas lo son. Otras de sus camisetas contienen serigrafías tan contundentes como “el cambio climático es real, Trump una farsa”, “calma con esa misoginia” o “no tengo que para: el odio, el racismo, la misoginia, el prejuicio contra discapacitados, la homofobia, la islamofobia, la transfobia, el fanatismo”.

“Es muy excitante”, declaraba Robinson en The Fader, “ver a un icono queer como Frank Ocean dando voz a grupos marginados; utilizando las plataformas a su alcance para, mediante una de nuestras camisetas concienciar sobre asuntos de orden social”.

“Mi negocio se basa, esencialmente, en comunicar mi mensajes. Quiero que otras empresas entiendan que, haciendo uso de prácticas sostenibles y no agresivas con el entorno (comercio justo, productos orgánicos), sus negocios también puede ser rentables. El hecho de que Frank Ocean, en cierta menera, esté contribuyendo a esa realidad, es surrealista para mí; estoy muy agradecida”.

Estrellas pop poniendo de moda fenómenos marginales mediante camisetas serigrafiadas ha habido muchas –pensad, por ejemplo, en cómo Kurt Kobain popularizó al alien de Daniel Johnston. Sin embargo, la elección de Ocean va más allá de lo puramente estético o musical: el mensaje que transmite es claro, vehemente y comprometido.

Eso, como hace Robinson, hay que celebrarlo.