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Budistas y pescadores se enfrentan en China por la vida de los peces

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Budistas 1 - Pescadores 0

Rosa Molinero Trias

31 Mayo 2017 11:00

"Estamos liberando animales cautivos ¿Por qué los liberamos? Son como nosotros, todos somos seres vivientes", dice Shen, un chef budista para NPR.

A su paso por Shanghái, el río Yang Tsé es el escenario de un suceso inaudito en el que está en juego la vida de miles de seres vivos: los budistas se pelean con pescadores para asegurarse que ningún pez pierde la vida. Porque resulta que los creyentes están comprando pescado vivo en el mercado para luego soltarlo en el río. Y los pescadores se aprovechan para tender las redes y cazarlos.

Practican el fang-sheng, una enseñanza del budismo que se cree que data del siglo VI, cuando los monjes organizaban ceremonias en las que peces y tortugas se liberaban en los estanques de los templos. Pero da igual que animal sea, porque la finalidad es crear buen karma y mejorar el universo.

Fang Sheng Tian lidera uno de los grandes cuadrillas de budistas que recogen donaciones para comprar pescado en el mercado y luego liberarlo. Tiene 68 años, era profesor de matemáticas y ahora organiza este ritual. En la ceremonia final, dice que los peces salen a la superfície para agradecerle su gesto. “Mira, presta atención a lo que hacen los peces cuando digo Amithabha, Buda de la vida infinita”, dice para el Wall Street Journal.

Su grupo está muy organizado: mientras unos budistas rezan cánticos, otros, los llamados “guardianes”, patrullan la ribera con walkie-talkies para avisar de la presencia de los pescadores, usan arpeos para sondear el fondo del mar en busca de redes de pesca ocultas y cuando las encuentran, las sacan y las destruyen. Es ahí cuando se calientan los ánimos y budistas y pescadores se encaran.

Los pescadores, que querían hacerse con el botín, alegan que devolver los peces al río cuando tanta gente pasa miseria es un desperdicio. “¿Quién arrojaría su dinero al río?”, se preguntan ellos. Además, cabe destacar que los que pescan en los fines de semana son pescadores ocasionales, que tienen otras profesiones con sueldos muy bajos y ven en el río una fuente de alimento.

“Se llevaron mi red y me dijeron que me fuera”, dijo Zhan Jianquan, un lavaplatos emigrado que gana 400 dólares mensuales.  “Intentaba pescar uno o dos peces para la cena”, añadió.

Por otro lado, los más críticos señalan que el fang-sheng es un negocio que permite a los líderes de los grupos vivir de las donaciones que entregan los fieles para comprar pescados. El líder del grupo entrevistado afirma que llega a conseguir 25 mil dólares solamente para una de estas liberaciones de peces, pero que no se queda nada para él.


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