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Food
“Id 30 personas al supermercado, llenad los carritos hasta arriba y dirigíos a 30 cajas distintas. Cuando comuniquen el importe, hay que decir: 'me mandas la factura y ya te pagaré'. Igual que hacen ellos"
30 Octubre 2017 12:06
Que Phil Hogan, Comisario Europeo de Agricultura se queje de los “super poderes” de las grandes cadenas de supermercados, no debería tomarse a la ligera. Es más, tendría que hacernos preguntar si realmente somos conscientes de lo que pasa desde que una semilla de trigo se planta en el campo hasta que comemos un bol de cereales.
¿Sabemos que al comprar cereales, el campesino que ha cultivado la avena todavía no ha cobrado? ¿Sabemos que esto, en el futuro, puede significar la destrucción del sector y tener que pagar los cereales a precio de diamantes?
A más de uno le pilló por sorpresa el tweet de la Comisión Europea de Agricultura:
Stakeholders favour EU approach to make the #FoodSupplyChain fairer, as shown in preliminary feedback: https://t.co/A4VA1XzMOr pic.twitter.com/PY2no46TFk
— EU Agriculture🌱 (@EUAgri) October 6, 2017
Esta ilustración de un agricultor haciendo malabares para soportar el peso de la cadena alimentaria es pura realidad. El comisario Hogan así lo hizo saber en la conferencia “Protegiendo la cadena alimentaria”:
“Los beneficios para los ganaderos de aquello que los consumidores europeos gastan en comida están siendo reducidos contínuamente a causa de una clara desigualdad de poder (...) Concretamente, los supermercados en particular hoy están disfrutando un “super poder” gracias al efecto doble de la globalización y de un nivel alto de concentración de ellos en Europa. Esto les da una ventaja desproporcionada frente a los productores primarios".
"La desigualdad en el poder de negociación entre los que fijan los precios y los que los aceptan es durísima, y conduce a una situación donde hay un ‘factor del miedo’ real para los granjeros de represalias comerciales, pagos retrasados y otros dolores de cabeza”, dijo.
No es la primera vez que la Comisión Europea sacar a relucir los trapos sucios de la industria de la distribución. Las Prácticas Comerciales Desleales son uno de los máximos exponentes de estas diferencias en la capacidad de negociación entre productores y supermercados.
Los ejemplos son muchos y preocupantes: plazos de pago de 90 días, cambios unilaterales en los contratos, cancelaciones de última hora de productos perecederos o exigencia de un pago para colocar un producto en un lugar destacado del supermercado.
El último informe destacaba que había que legislar un marco legal a nivel europeo, establecer un mercado de precios más transparente y crear la figura de un adjudicador para multar a quienes cometieran alguna práctica comercial desleal. En este sentido, la recomendación de la Comunidad Europea fue tan sencilla que parece un disparate, pero no lo es, porque no se cumple: informar obligatoriamente de los precios de compra y venta.
A la vista de este panorma, la respuesta del Comisario Hogan fue contundente: “tenemos que reforzar el papel del granjero en la cadena alimentaria con el objetivo de asegurar que obtiene un pago justo por su producción”.
"La desigualdad en el poder de negociación entre los que fijan los precios y los que los aceptan es durísima".
Hablamos de todo esto con tres expertos en materia de legislación agrícola y alimentaria: Geneviève Savigny, representante de la Coordinadora europea de la Vía Campesina; el profesor de Derecho Europeo y especialista en lobbys, Alberto Alemanno; y Gérard Choplin, exdirector de la Coordinación Europea de Agricultores.
Para Savigny, “una medida básica es asegurar unos precios decentes a los granjeros, da igual a quién le vendan, prohibiendo que el comprador pague por debajo del precio de producción, algo que es obligatorio en el resto de eslabones de la cadena alimentaria. Y que nadie ponga la excusa de que es muy difícil calcular esos costes; los supermercados tienen todas las cifras que necesitan, saben cuán bajo pueden fijar los precios para mantener a flote los productores y a la vez garantizar el suministro”.
Recuerda también que los únicos responsables no son los supermercados: “Es cierto que la industria de la transformación alimentaria imprime una fuerte presión a los productores, pero las grandes compañías de la industria alimentaria juegan un papel fundamental y tienen un gran poder de negociación: ¿qué supermercado puede permitirse no tener una marca grande y famosa en sus estanterías?”.
Es algo vital salir de este sistema destructivo y crear sistemas alimentarios alternativas y sostenibles.
Y resume con especial crudeza la realidad de los supermercados: “En una sistema alimentario industrial globalizado, el consumidor pierde mucha de su libertad de decisión. Los grandes supermercados ofrecen comida barata, pero aburrida, estandarizada y en muchos casos de baja calidad. Colateralmente, pagan salarios bajos y fomentan malas condiciones de trabajo, destruyen puestos de trabajo en pequeñas tiendas y negocios, a la par que granjas, y material rural en muchas regiones. Lo que a su vez se convierte en más pobreza, necesidad de comida barata, y así contínuamente”.
“Además, no solamente creemos que se necesita controlar mejor la cadena alimentaria, sino que es algo vital salir de este sistema destructivo y crear sistemas alimentarios alternativas y sostenibles, de circuitos cortos, de granjas agroecológicas y orgánicas, donde los consumidores, los actores y las autoridades locales puedan tener la soberanía completa”, sentencia.
Alberto Alemanno, professor de Derecho Europeo en la Escuela de Estudios Superiores de Comercio (HEC París), cuenta que su poder es tal que “las grandes cadenas de supermercados gobiernan la cadena de suministros alimentarios de manera global. Su rápido crecimiento tiene que ver con la reducción drástica del número de canales alternativos de distribución”. Mientras que los primeros avanzan, los segundos retroceden, comenta Alemanno, y recuerda que los productores, en general, no tienen sus propios sistemas de distribución con puntos de venta.
Los consumidores puedan llegar a pagar más de lo debido y puede que les ofrezcan menos variedad de productos y de peor calidad.
“Los consumidores tienen delante un mercado distorsionado en el que el precio no refleja el valor intrínseco de los productos sino las decisiones de unos pocos sobre la mayoría. Cuando no es la competición lo que mueve la oferta, los consumidores puedan llegar a pagar más de lo debido y puede que les ofrezcan menos variedad de productos y de peor calidad. ¿Qué incentivos tienen los productores pequeños y mediados para invertir en productos mejores si no puede obtener beneficios?”.
"Ha llegado la hora de equilibrar el poder en la cadena de suministros alimentarios global. La iniciativa de la Comisión Europea, a pesar de algunas reservas, hacia falta desde hace mucho tiempo y por eso es bienvenida”, concluye Alemanno.
Por último, Gérard Choplin, uno de los mayores expertos en política campesina y autor del blog ‘Las patatas no crecen en los supermercados’, la solución pasa por enseñar las grietas del sistema actual:
“Ahora mismo los políticos son mucho más conscientes de que los agricultores no perciben suficiente dinero de la cadena de suministros gracias a las grandes movilizaciones campesinas de los últimos tiempos. Y estas se deben al sinsentido que supone tener unos precios globales de los alimentos, cuya decisión se tomó con las políticas neoliberales implementadas en los 90’s: si el volcán más remoto de las islas neozelandesas entra en erupción, la leche se pagará más cara a los ganaderos europeos. Una estupidez".
Pagan a los agricultores hasta tres meses más tarde. Y durante todo ese tiempo, tu dinero circula por el mercado financiero.
También explica cómo es posible que los supermercados tengan tanto poder si su margen de beneficios es entre el 1-2%. A grandes rasgos “son tan poderosos financieramente porque tú, como consumidor, pagas dinero directo, al momento, cuando compras. Pero ellos llegan a pagar a los agricultores hasta tres meses más tarde. Y durante todo ese tiempo, tu dinero circula por el mercado financiero. Por esta razón, el Grupo Operativo recomendó como una de las medidas principales que los pagos se redujeran a 30 días. Pero no creo que sea esa la propuesta del Comisario Europeo”.
Por último, teme la concentración de poder: “Los supermercados están en una mejor posición que el agronegocio porque son muchos más. Y porque los supermercados establecen contratos con ellos a corto plazo, lo que acaba causando estabilidad en el eslabón más bajo, esto es, los campesinos. En el sistema que tenemos ahora, la concentración de poder no tiene fin. Hay rumores que Carrefour, al no tener los beneficios esperados, podría ser comprado por Walmart. El tercer o cuarto supermercado del mundo comprado por el primero”.
Y concluye explicando una acción reivindicativa poderosa: “Propongo siempre a las organizaciones de campesinos una acción simbólica: en un gran supermercado, id 30 personas, llenad vuestras carritos hasta arriba y dirigíos a 30 cajas distintas, más o menos a la vez. Una vez allí, cuando se comunique el importe, hay que decir: 'me mandas la factura y ya te pagaré'. Igual que hacen ellos. Informáis a la gente de lo que estáis haciendo para que sepan que nuestro dinero se usa en mercados financieros y sacan mucho provecho de eso. Habréis bloqueado el sistema”.
Llenad vuestras carritos y dirigíos a 30 cajas distintas. Una vez allí, hay que decir:'me mandas la factura y ya te pagaré'. Igual que hacen ellos.
En la primavera de 2018, cuando los campos europeos den buena parte de sus mejores frutos, finalmente se anunciarán las nuevas medidas de la Comunidad Europea que deben cambiar, para bien o para mal, el futuro de los supermercados y de la agricultura en Europa.
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