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"Los activistas del cambio climático tienen una postura extremadamente arrogante"

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Hablamos con el director del documental que incomoda a activistas y a negacionistas ???del cambio climático

Gonzalo López-Huerta

07 Marzo 2017 17:00

Algo está pasando cuando pequeños agricultores de Alemania y Europa Central están dejando de cultivar sus tierras para ser un nuevo eslabón más de la producción de energía. Este nuevo drama alimentario, desconocido por parte de la sociedad, sirve como punto de partida para que el cineasta holandés Marjin Poels busque los pros y contras de los efectos colaterales del cambio climático en “The Uncertainty Has Settled” (traducido como La incertidumbre se ha establecido). Un documental que incomoda por igual a activistas y a negacionistas. 

 Los altos costes de la agricultura, unida a una regulación excesiva por parte de la Unión Europea (UE), ha expulsado a los profesionales de la tierra de la cadena de producción de alimentos. Pero entonces, ¿qué hace un agricultor si no alimenta a la población? El documental muestra cómo muchos pasan a cultivar colza, maíz y soja para suministrar materiales a las centrales de biogás. Es decir, pasan de alimentar a la gente a alimentar a las fábricas.

Marijn Poels nos atiende en mitad de la gira de festivales que lo han llevado por medio medio mundo, con premios a mejor documental en el festival de cine independiente de Berlín y en el Festival de Mindfield de Los Ángeles. Poels sabe que está en boca de muchos, pero no le importa en absoluto.



“El agricultor se ha convertido en un mero especulador del mercado en lugar de un agricultor“, afirma. “Por la globalización, la agricultura depende de los mercados globales y de la inflación. Las cosechas han dejado de tener valor y eso hace que sea un sistema insostenible”.

A estas alturas, a nadie le sorprende ver a agricultores asfixiados con las regulaciones de la UE. La novedad ahora es que "como no es rentable cultivar en Europa, se ven forzados a utilizar cultivos destinados al biogás o la instalación de molinos eólicos que destruyen el paisaje rural".

Lo más alarmante son las consecuencias a medio y largo plazo que puede suponer: “Esta situación de producir cosechas destinadas al consumo energético hace que se tenga una gran dependencia alimentaria y se caiga en una fuerte politización de los alimentos”.

Poels prevee que un posible colapso financiero o una guerra en Europa "podría provocar la hambruna en países que no son autosuficientes en materia alimenticia. Sería catastrófico. Imaginad un país que se encuentre aislado del mercado alimentario global, en el que sólo tuviera colza y molinos de viento…”.


Foto: Grzegorz Mehring


Una guerra en Europa podría provocar la hambruna en países que no son autosuficientes.

El rodaje del documental necesitó un año de larga producción para poder hablar con todas las partes implicadas: ganaderos, activistas y científicos dan su particular versión sobre la bueno y lo malo de la nueva agricultura, la energía y el cambio climático. Para Poels, activistas y negacionistas defienden sus ideales de una manera demasiado hermética: “El principal problema es que el tema del clima y de la energía se han convertido más en un tema religioso que basado en hechos reales. Existe un dogma en ambos lados que siempre lleva hacia el populismo”.

En concreto, describe de una manera muy particular a los activistas del clima porque “no están dispuestos a debatir. Están en una postura extremadamente arrogante. De los 53 científicos a los que invité a dar su visión en una entrevista crítica, sólo 2 accedieron a ello”.  Además señala que “los críticos son demonizados e ignorados por los activistas”.

Los activistas del cambio climático tienen una postura extremadamente arrogante.

Sin embargo, el cineasta holandés, que se define abiertamente de izquierdas, nos muestra algunas contradicciones de su propio discurso en materia de pobreza energética: “Cuando políticas de energía renovable tratan de salvar el clima, mientras 600.000 personas no pueden pagar sus facturas de electricidad (sólo en Alemania), hay un serio debate para ver si son verdaderamente buenas políticas.”

El documental nos muestra que cualquier afirmación con rotundidad sobre estos temas puede inducir al error y a hacer creer falsas verdades a la población: “Las ONG están asustando a la población empujadas por la propia agenda de los políticos. Además, los medios exageran el problema porque el drama vende”.

Poels asegura que su trabajo es crítico con todos para despertar la duda en el espectador y que no de nada por sentado: “las personas que intentan “salvar el mundo” lo hacen por su propio ego. Nadie puede salvar el mundo, sólo podemos hacer pequeños cambios y el que piensa que salva el mundo lo hace porque sufre delirios de grandeza”.

Las ONG están asustando a la población empujadas por la propia agenda de los políticos. Además, los medios exageran el problema porque el drama vende.

El documental hay que entenderlo dentro de una trilogía rodada con un estilo limpio y sobrio, en el que intercala entrevistas con paisajes e interacciones con la naturaleza. Él mismo produce, dirige, financia y presenta sus trabajos. “Quería trabajar de una manera totalmente independiente con las historias que cuento, por eso no hay apoyo financiero externo en estos proyectos.”



El que piensa que salva el mundo sufre delirios de grandeza.




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