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¿Un esperma de baja calidad nos conduce a la extinción? Habla la ciencia

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Un estudio sobre la calidad del esperma trae de cabeza a la comunidad científica

C.M.

08 Agosto 2017 06:00

Hace un par de semanas investigadores de todo el mundo publicaron un “preocupante” estudio acerca de la efectividad del semen de los hombres occidentales. El estudio, que analiza el esperma de casi 43.000 hombres de 50 países, concluye que la concentración de espermatozoides ha disminuido de los 99 millones por mililitro a 47,1 millones.

Supone una caída del 52,4% en el periodo comprendido entre 1973 y 2011, lo que conduce a la siguiente pregunta: ¿estamos avanzando hacia un escenario apocalíptico?

El doctor Hagai Levine opina que sí. Este epidemiólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén –principal responsable del estudio– considera que los seres humanos podrían extinguirse si los recuentos de esperma siguen bajando al nivel de las tasas actuales.

“Si no cambiamos nuestra manera de vivir, el medio ambiente y los productos químicos a los que estamos expuestos… me preocupa lo que sucederá en el futuro”, explicó. “Podríamos tener un problema con la reproducción en general, y eso puede significar la extinción de la especie humana”.

El estudio se centra en Norteamérica, Europa, Australia y Nueva Zelanda; del resto de países apenas recogen datos. No obstante, Hagai Levine cree que en Sudamérica, Asia y África también hay riesgo de que el recuento de esperma ofrezca resultados desalentadores, puesto que muchos estudios previos han indicado disminuciones similares en economías menos desarrolladas.

Algunos escépticos, por contra, dicen que un porcentaje importante de estos estudios manifiestan deficiencias en su metodología, como el hecho de utilizar muestras sorprendentemente cortas (uno cuenta solo con dos hombres que acuden a clínicas de fertilidad).  

Asimismo, sugieren que los primeros métodos de recuento de espermatozoides por mililitro pudieron sobrestimar el resultado, dando una falsa visión de decrecimiento en resultados posteriores.

Lo cierto es que el estudio de Levine soporta a duras penas el escrutinio de la ciencia. De nada sirve que sea, por volumen de datos, el trabajo más relevante publicado hasta la fecha: parte de la comunidad científica sostiene que estamos lejos de hallar una evidencia.

Así lo cree Harry Fisch, especialista en fertilidad del New York-Presbyterian Hospital que en 2013 revisó exhaustivamente 35 estudios sobre la calidad del esperma publicados desde 1992. El investigador encontró que ocho estudios con 18.109 hombres sugieren una disminución en la calidad del semen; 21 con 112.386 hombres no mostraron cambios en la calidad, y 6 con 26.007 participantes mostraron resultados ambiguos o conflictivo.


“La conclusión –dice Fisch– es que la afirmación de que la calidad del semen ha caído a nivel mundial no resiste el análisis científico”.

Pero, ¿cómo se puede errar con una muestra tan grande? El especialista sospecha que los investigadores podrían no haber considerado los efectos más o menos reversibles sobre la producción de espermatozoides asociados al aumento de peso, el consumo de marihuana, el estilo de vida sedentario o la temperatura testicular.

En cualquier caso, hagamos el ejercicio de imaginar que todo lo que propone Hagai Levine es real. Que su trabajo está en lo cierto. En ese caso tampoco habría por qué alarmarse, pues la OMS considera que 15 millones de espermatozoides por mililitro es una adecuada para la fertilización.

(Vía Reason)

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