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Para que lo echen, tendrían que ponerse de acuerdo por lo menos dos tercios de los diputados
27 Junio 2017 18:05
El presidente de Brasil, Michel Temer, ya ha hecho historia. No precisamente por llevar a cabo unas grandes políticas transformadoras. Ni por el desliz que tuvo hace dos días al llamar "soviéticos" a los rusos.
No.
Como era de esperar (o de temer), su principal hito al día de hoy tiene que ver con la corrupción. El fiscal general de la República, Rodrigo Janot, emitió al Tribunal Supremo una denuncia el pasado lunes por "corrupción pasiva" contra el mandatario brasileño.
Después de que Rousseff fuera cesada en agosto del pasado año por delitos fiscales, Temer es el primer presidente de la historia en ser denunciado por un delito penal.
Ahora, la Corte abrirá un plazo de defensa para que Temer y sus abogados respondan por escrito a la acusación.
Después, la denuncia será votada por la Cámara de Diputados. Allí, el mandatario tendrá hasta diez sesiones para argumentar su inocencia, si así lo estima oportuno.
Si dos tercios de la Cámara se manifestan favorables a la denuncia, esta volverá al Supremo donde los once magistrados decidirán si Temer se convierte en imputado. En este caso, sería apartado durante 180 días de su cargo y cesado definitivamente, si la misma Corte le declara culpable.
O sea, que todavía falta un buen puñado de pasos para que Temer se convierta en el segundo presidente cesado en Brasil de manera consecutiva, si es que esto sucede.
El jefe de marketing del presidente aseguró a una columnista del medio brasileño G1 que Temer se defenderá de las acusaciones y cuestionará al fiscal general. Afirmó que la denuncia es "una pieza de ficción".
Lula urge a #Temer a convocar elecciones en #Brasil https://t.co/paONe5ogx1 pic.twitter.com/h6isucJ8YX
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 27 de juny de 2017
Antes vicepresidente de Dilma Rousseff, Temer asumió su cargo definitivamente en agosto de 2016, después de cinco meses como interino y de que el Congreso considerase que la mandataria había cometido una ilegalidad fiscal en el cierre de las cuentas públicas.
Desde entonces, Temer se ha rodeado de ministros salpicados por corrupción (algunos de ellos han sido cesados por ello) y ha sido acusado por los opositores de izquierdas de "golpista", "machista" y "retrógrado", entre otras cosas. Eso sí, los mercados han aplaudido sus reformas fiscales (y recortes a los trabajadores) y la economía ha corregido su caída en picado.
Aunque su nombre ya había sonado varias veces en la investigación sobre el mayor caso de corrupción de la historia del —el caso Petrobras o Lava-Jato—,la porquería le hizo '¡boom!' en la cara cuando el pasado mes de mayo un empresario mostró una grabación que le comprometía. El Supremo aceptó entonces las pruebas como válidas.
El empresario era Joesley Batista, de la gran compañía de carne JBS, y como él mismo estaba metido en el ajo, decidió grabar una conversación con el presidente para utilizar las normas compensatorias de la investigación. Estas ofrecen rebajas de penas a quienes hablen contra otros implicados.
En la grabación, Temer autorizaba a seguir comprando el silencio del expresidente de la Cámara Eduardo Cunha, uno de los mayores implicados en la trama y condenado a prisión. En su día, Cunha fue quien aceptó el proceso de 'impeachment' contra Rousseff en la Cámara.
El pasado mes de abril, cuando ya el expresidente de la constructora Odebrecht apuntó al mandatario como responsable de sobornos en 2010, Temer respondió: "No pondría mi biografía en riesgo". Pero limpio, lo que se dice limpio, no sería un hipotético 'biopic' de este licenciado en Derecho de 76 años.
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