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Matones fachas en grupos secretos de Facebook: así se prepara la derecha brit para liarla

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Recién descubierto, un grupo secreto de Facebook con 65.000 miembros lleno de odio y amenazas de muerte a políticos de alto nivel alerta al Reino Unido. Quieren salir a la calle este sábado

Ignacio Pato

21 Marzo 2018 11:47

La táctica es tan odiosa como vieja. Si hay un lugar físico en el que se encuentren juntos cientos, miles de jóvenes con un montón de energía por canalizar es el fondo de un estadio de fútbol. Hacia finales de los setenta, en Inglaterra, muchos de esos espacios fueron invadidos por la plaga fascista, en concreto la del National Front.

Nazis, punks y Cool Britannia

La labor de captación se hacía, entre otras vías más orales y performativas, mediante el fanzine Bulldog. Prácticamente en todos los estadios ingleses —era especialmente notable su presencia en los de Chelsea, West Ham, Millwall o Leeds— podía un aficionado coger el folleto fascista que repartían las juventudes del National Front. Si un working-class white guy, o un orgulloso skinhead de barrio —blanco también, pues a pesar del origen antirracista y mestizo de la subcultura skin: el partido solo acepta miembros de raza blanca— no ojeaba uno era prácticamente porque no quería. Para hacernos una idea sobre Bulldog (que tenía una columna titulada On the football front) bastan un par de pinceladas. La publicación animaba a las chicas a enviar sus fotos "cuanto más sexy, mejor" para así atraer a más blancos heterosexuales a sus filas. También organizaban una 'Racist League', en la que se clasificaba a cada equipo no por los puntos que lograban los futbolistas en el césped, sino en función de los cánticos racistas de sus aficionados.

A pesar de los exitosos intentos de echar a la extrema derecha fuera de los espacios comunes de ocio, algo que ya lograron, en conciertos, colectivos como la Anti Nazi League o grupos particulares como los punks Cockney Rejects que tuvieron que sacar de uno de sus bolos a 100 nazis del Birmingham City con ayuda de sus fans, muchos de ellos miembros de la Inter City Firm del West Ham—, en el fútbol británico el fascismo se enquistó.

La asociación de la grada con el odio racial, nacionalista y machista grabó a fuego en la opinión pública la imagen del hooligan como un desecho social subvencionado y violento. Los muertos de Heysel y Hillsborough hicieron el resto. El gobierno de Thatcher —cuya hegemonía total de la derecha británica había reducido en número pero radicalizado en plan outsider a los neonazis— obligó a que todas las localidades fueran de asiento y cambió las vallas y el alcohol por abonos de temporada y cámaras de seguridad. Ese Informe Taylor era la base de la Premier League, que nacía con las clases medias como target comercial bajo el gobierno tory de John Major.

A partir de ahí, el identitarismo excluyente lo tuvo más difícil para organizarse en torno al fútbol. Mejor dicho, se metió en un callejón sin salida. Con las gradas nacionales más limpias y la prohibición de jugar en Europa para sus clubes, muchos encontraron su hueco para la soflama nacionalista en la selección. El uso de su símbolo principal, la bandera, habla por sí solo. Si en el mundial del 90 la afición inglesa llenó los estadios italianos de Union Jacks, la Euro'96 marcó un punto de inflexión. Organizada en Inglaterra, el electorado estaba a punto de acabar con dos décadas de ostracismo laborista. Por primera vez, se vieron más banderas inglesas con la Cruz de San Jorge que británicas y el mismísimo Tony Blair celebró su llegada a Downing Street, un año más tarde, diciendo que Labour's coming home, el eslogan -cambiando a los laboristas por el fútbol- de la Eurocopa. Lo que había pasado: el megaevento había empaquetado y vendido un nacionalismo inglés amable y pretendidamente inclusivo -Simply Red interpretó la canción oficial We're in this together- que había contentado a una gran mayoría de ciudadanos desactivando la ferocidad de postulados directamente racistas. El Acuerdo de Viernes Santo por la paz en Irlanda del Norte estaba cerca y el empujón comercial del brit pop dejó para la posteridad un término para el fin de siglo en la isla: el Cool Britannia —que abarcaba desde Oasis a las Spice Girls— sustituía incluso al viejo e imperialista himno militar Rule, Britannia. Grupos como Asian Dub Foundation también denunciaron esta ola de nacionalismo banal en temas como Real Great Britain: "Nueva Britannia cool, ¿a quién quieres engañar?", se preguntaban sobre una "nación embelesada en sus zapatos y siempre mirando hacia atrás" y con "más recortes sociales que filetes en los platos".

Islamofobia, rusos y grupos secretos de Facebook

Diez años después un estudio de The Guardian concluyó que el 20% de los adultos ingleses compraron una bandera de San Jorge durante Alemania'2006. En los grandes almacenes Marks & Spencer era posible encontrar unos calzoncillos con la la cruz inglesa. Y llegando hasta hoy, son ya años que la selección de los Three Lions juega con mayoría de futbolistas no blancos con muchísima más naturalidad que en los combinados de Francia, Alemania o Italia. El bajón de las expectativas con la selección ha reducido el número de casas que cuelgan la bandera inglesa en cada Mundial o Eurocopa y en cada evento el público inglés que acompaña a su selección ha ido siendo cada vez menos 100% blanco.

Cuando todo parecía en calma, una peculiar y rápida sucesión de eventos en los dos últimos años ha intensificado el bombeo de veneno fascista en los círculos futbolísticos británicos.

Eurocopa de Francia hace dos veranos. El día antes de ser apalizados por grupos de rusos mucho mejor preparados para el cuerpo a cuerpo, aficionados ingleses destrozaron dos pubs de Marsella al grito de Isis, where are you. Las imágenes de camisetas inglesas manchadas de sangre del día siguiente tardarán tiempo en olvidarse. Solo dos semanas después, el Brexit ganaba el referéndum sobre la UE. Entre mayo y junio del año pasado, Daesh reivindicaba el atentado en un concierto de Ariana Grande en Manchester que dejó 23 muertos y el atropello y apuñalamiento de varias personas en pleno London Bridge.

Fue justo después de ese ataque que John Meighan, un seguidor del Tottenham, fundó la Football Lads Alliance. Aparentemente "contra todo extremismo", la Alianza de los Tíos Futboleros se ha revelado como una plataforma mediática de fascismo con especial odio por la comunidad islámica. Se han manifestado junto a la abiertamente fascista English Defence League, una organización de la que medios como el Telegraph han descubierto vínculos con el ultraderechista Anders Breivik, autor de la muerte de 77 personas en un campamento noruego en 2011.

Uno de los objetivos favoritos de FLA es Sadiq Khan. El precisamente futbolero -es hincha del Liverpool- primer alcalde musulmán de Londres. De él opinan, por ejemplo, que habría que colgarle como advertencia para todo el mundo. Y lo hacen en un grupo secreto de Facebook con 65.000 miembros que acaba de descubrir The Guardian.

Atacan con especial resentimiento a Diane Abbott, la primera mujer negra en ser diputada (en 1987). De ella dicen que "debería ser atropellada". Escriben que habría que deportarla y se divierten con memes racistas y sexistas sobre la mujer, a la que califican como "primate con pintalabios" y "cerda". También opinan que Darren Osborne, el hombre que atacó la mezquita de Finsbury Park en Londres el año pasado, era una cabeza de turco y sugieren que su idea de acabar con el líder laborista Jeremy Corbyn era buena. De "enemigo del Reino Unido" le califican.

Sus miembros niegan ser unos "matones fachas". No lo tiene tan claro la Inglaterra antifascista que se prepara precisamente para la que se podría ser la mayor manifestación islamofóbica de su historia, el próximo 24 de marzo en Birmingham. Está convocada por el FLA, la Alianza de Tíos Futboleros.

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